"Esto del suelo se puede pisar"
Un recorrido por las 19 salas, desde la serpiente de Serra a los aseos de colores
"Esto que hay en el suelo se puede pisar y el artista quiere que se pise". La invitaci¨®n de Irene Delgado, una de las diez gu¨ªas para las visitas colectivas del Museo Guggenheim de Bilbao, ante las 36 l¨¢minas de la cerradura de aluminio de Carl Andr¨¦, contrasta con las alertas sobre las obras de arte que, incluido el ascensor, las vigilantas recuerdan la prohibici¨®n de tocar, que coimienza en la explanada del museo con el perrito Puppy de Kooris.Las gu¨ªas ofrecen durante 50 minutos -en la quincena de apertura ha sido m¨¢s r¨¢pido- un recorrido por la colecci¨®n junto con algunas explicaciones del edificio, como la fabricaci¨®n del titanio, en una amalgama de industrias y pa¨ªses, las curvas de las paredes formadas de cart¨®n y yeso (pladur), los lucernarios y la aplicaci¨®n del programa inform¨¢tico Catia, utilizado en la industria francesa aeron¨¢utica, para convertir la rosa barco de Frank Gehry en un museo. En su discurso no entran las teor¨ªas de Thomas Krens aplicadas a las constelaciones de los museos Guggenheim y a las salas como vi?etas del arte del siglo XX".
Todo esto se explica en la 104, la sala pez de 130 metros de largo, 30 de ancho y de 12 a 25 de altura, donde est¨¢n los grandes artefactos del arte americano desde los 60 (pop, minimal, conceptual), como las tres planchas serpenteadas y visitables de Richard Serra, de 30 metros y 27 toneladas de peso. La gu¨ªa avisa del posible mareo ante las frases luminosas de Jenny HoIzer y sobre las monumentales Tres Venus espa?olas rojas de Jim Dine.
En la segunda planta, la 205 tiene el m¨¢ximo argumento de la visita guiada, con la historia de los Guggenheim, sobre todo Solomon y su sobrina Peggy, hasta la formaci¨®n de la fundaci¨®n y los museos en Nueva York y Venecia, con numerosas fechas, entre 1927 y 1959. Estos fondos forman el 85% de la colecci¨®n expuesta y ser¨¢ la base de los pr¨®ximos montajes. El origen est¨¢ en las obras de Kandinsky y en el expresionismo abstracto. Son las salas cl¨¢sicas, piso de madera, con "los campos de color" de Rothko, el "paseo por encina del cuadro" de Pollock, y, a su lado, Chillida, con "materiales naturales y t¨ªtulos evocadores", y T¨¤pies, "pintor de la materia". Salas dedicadas a Francesco Clemente y Anselm Kiefer, paredes de Sol LeWitt y un pasillo para Cristina Iglesias, una celos¨ªa comisionada por el museo. Las obras comisionadas, como la de Richard Serra, seg¨²n el vocabulario del museo, son los encargos para un espacio concreto, para distinguirlas de los fondos de la Fundaci¨®n Gugenheim (tiene m¨¢s de 6.000 objetos) y de las piezas compradas por Bilbao.
La visita asciende entre pasarelas al tercer piso, donde se obliga a mirar la boca y la sombra de Juan Mu?oz y se observa el montaje de Oldenburg y las nuevas plumas que caen sobre el atrio central. Entrar en la 305 es situarse en la vanguardia europea, con el cubismo, el expresionismo, el surrealismo y la abstracci¨®n geom¨¦trica, con un Maillol en la entrada y encontrarse con Picasso, Braque, L¨¦ger, Mir¨®, Chagall, Matisse, los diez Kandinsky, Lam (¨²nico latinoamericano), nueve Schnabel, dos Barcel¨® (uno prestado por el Rey y el otro por su galerista) y Badiola. Hay espacios personales para Hirst y Nauman.
La visita completa tiene 19 salas -reciben aire acondicionado por techo y suelo, y tienen unos escasos bloques de madera para sentarse. La pr¨®xima semana van a entrar en funcionamiento un restaurante, bar y las tiendas, junto con un auditorio de 600 metros cuadrados que se ha abierto ya para algunos actos sociales. Las gu¨ªas no entran en los ascensores (revestidos de m¨¢rmol y acero) ni en los aseos, convertidos en un mosaico de azulejos de c¨¢lidos colores.
Babelia
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