Hosanna Guggenheim

Bilbao ingres¨® en la toponimia m¨ªtica de la vanguardia en 1929. Ese a?o se estren¨® en Berl¨ªn una obra de Bertolt Brecht con canciones de Kurt Weill, una de las cuales era la famosa Bilbao-Song; sin embargo, la acci¨®n de la obra teatral se desarrollaba en Am¨¦rica, y al parecer el nombre de Bilbao se eligi¨® s¨®lo por razones fon¨¦ticas. Por aquel entonces comenzaban su colecci¨®n de arte abstracto el millonario norteamericano Solomon Guggenheim y su amiga, la baronesa Hilla Rebay, para los que el arquitecto Frank Lloyd Wright proyectar¨ªa, a?os despu¨¦s, el emblem¨¢tico museo helicoidal de la Quinta Avenida neoyorquina. Este museo abre ahora su primera gran sucursal en Bilbao, y en esta ocasi¨®n las razones de la elecci¨®n son m¨¢s financieras que fon¨¦ticas: la generosidad de las administraciones vascas ha permitido al californiano Frank Gehry construir una escultura colosal y emocionante, una tempestad congelada de titanio que rivaliza f¨ªsica y simb¨®licamente con la obra de Wright.Antes de inaugurarse, el edificio se ha convertido en la imagen m¨¢s representativa de Bilbao; en la realizaci¨®n m¨¢s importante del arquitecto m¨¢s admirado de Am¨¦rica; y en la mejor ilustraci¨®n del papel del arte y el museo en la era del espect¨¢culo y la franquicia. La gigantesca inversi¨®n p¨²blica persigue una visibilidad internacional no contaminada por el terrorismo. Sin embargo, junto a la marca Guggenheim, la administraci¨®n vasca se ha dotado de un extraordinario escenario, cuya capacidad para amplificar mensajes puede ser tambi¨¦n utilizada por el propio terrorismo, como hemos constatado con la imagen dram¨¢tica e incongruente del ertzaina herido de muerte a los pies de Puppy, la rid¨ªcula escultura floral de Jeff Koons.

Arte y dinero

Si el Pa¨ªs Vasco tuviese un buf¨®n genial como Dario Fo, comentar¨ªamos que aqu¨ª no paga nadie, y nos extender¨ªamos en consideraciones apasionadas o c¨ªnicas sobre la relaci¨®n entre el arte, el poder y el dinero. Si el Pa¨ªs Vasco tuviese un comediante C¨¢ustico como Albert Boadella, dir¨ªamos que el Guggenheim es el Valle de los Ca¨ªdos de Arzalluz, y glosar¨ªamos festivamente la inconsistencia de que un nacionalismo ¨¦tnico se represente a trav¨¦s de formas cosmopolitas. Pero el gran histri¨®n art¨ªstico del Pa¨ªs Vasco es el admirable Jorge Oteiza, y cuando Oteiza expresa su hostilidad hacia el museo menciona Lem¨®niz, y todos los demonios familiares de los vascos regresan bruscamente al escenario. En el de Berl¨ªn de 1929, los actores recitaban una letan¨ªa de hosannas ir¨®nicos: "Hosanna Rockefeller, Hosanna carb¨®n, acero, petr¨®leo, Hosanna sex appeal, Hosanna fe y beneficio". Parodiando a Brecht, tambi¨¦n nosotros podr¨ªamos escribir un exorcismo lit¨²rgico: "Hosanna Guggenheim, Hosanna titanio, piedra, vidrio, Hosanna sex appeal, Hosanna fe y beneficio". Hosanna proviene del hebreo s¨¢lvanos. La obra de Brecht y Weill se llamaba Happy End.