El experimento ha fracasado
MANUEL FRAGA, jugando a doble o nada -s¨®lo le serv¨ªa la mayor¨ªa absoluta- ha vuelto a ganar. A sus 74 a?os revalida esa mayor¨ªa que necesitaba para entrar en el siglo XXI con mando en plaza. El dato m¨¢s espectacular es, sin embargo, el fracaso de la coalici¨®n de izquierdas, integrada por los socialistas, la secci¨®n local de Izquierda Unida y los ecologistas, que ni siquiera mantiene la segunda plaza que los socialistas hab¨ªan ocupado en Galicia en todas las elecciones celebradas desde hace 12 a?os. El Bloque Nacionalista de Xos¨¦ Manuel Beiras, tras una campa?a bastante moderada y muy personalizada de su l¨ªder, se convierte ahora en primera fuerza de oposici¨®n en el parlamento gallego.Llegar a la jubilaci¨®n como presidente de la Xunta tras su tercera mayor¨ªa absoluta es una proeza que consagra a Fraga como uno de los pol¨ªticos espa?oles m¨¢s importantes de la segunda parte del siglo XX. Para conseguirlo ha tenido que romper, de entrada, dos compromisos: el personal de que no volver¨ªa a presentarse y el de su partido, favorable a que un mismo candidato no se presente m¨¢s de dos veces. No es una novedad porque, contra la imagen de persona de firmes principios que parece tener de s¨ª mismo, Fraga ha tendido a desdecirse tanto o m¨¢s que cualquiera de sus colegas, aunque con mayor aplomo. Por ejemplo, el demostrado al retirar, tras el acuerdo Aznar-Pujol, el recurso que hab¨ªa presentado contra el sistema de financiaci¨®n auton¨®mica mediante participaci¨®n en el IRPF.
Esa flexibilidad y su indudable talento populista le han permitido mantenerse en primer plano de la vida pol¨ªtica durante casi cuatro d¨¦cadas -con alg¨²n eclipse- y culminar su carrera con el ¨¦xito de haber agrupado a las dispersas fuerzas conservadoras gallegas tras su liderazgo indiscutible. Para ello ha atemperado algo su car¨¢cter y mucho sus ideas, hasta el punto de poder presentarse hoy como representante del galleguismo moderado sin por ello perder el apoyo del electorado derechista tradicional. De las malas ideas con que la oposici¨®n ha querido combatirle, la peor ha sido esa de presentarlo como un viejo que tendr¨¢ casi 80 a?os cuando culmine su mandato: un reproche que favorece la identificaci¨®n con la imagen de viejo cascarrabias sentimental, a lo Walter Matthau, que proyecta el Fraga de andar vacilante, llanto f¨¢cil y voz en¨¦rgica de estos ¨²ltimos a?os.
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