Un acuerdo para la transici¨®n
Los partidos parlamentarios se comprometieron hace 20 a?os con los Pactos de la Moncloa a superar la crisis econ¨®mica y a homologar Espa?a con los pa¨ªses democr¨¢ticos
Espa?a 1977. Adolfo Su¨¢rez se encuentra con una dif¨ªcil herencia. El r¨¦gimen franquista ha soslayado la primera crisis energ¨¦tica de 1973 sin tomar ninguna medida para impedir el deterioro de la econom¨ªa,. m¨¢s preocupado por su propia supervivencia que por el futuro de Espa?a. Mientras que otros pa¨ªses desarrollados han respondido al alza del petr¨®leo -que ha pasado de 1,63 d¨®lares por barril a principios de 1973 a- 14 d¨®lares a principios de 1974- imponiendo duras restricciones al consumo y forzando planes de ahorro energ¨¦tico, en Espa?a la gasolina se ha mantenido a 11 pesetas el litro y s¨®lo ha subido a 12 pesetas en 1974. Cuando comienza 1977 su precio ya se ha elevado a 28 pesetas, pero la sangr¨ªa en divisas que ha costado el mantenimiento de los precios ha neutralizado los ingresos provenientes de los 34 millones de turistas que visitaron nuestro pa¨ªs ese a?o.
Su¨¢rez no cuenta con la con fianza de los partidos democr¨¢ticos, a los que debe legalizar, y tiene que ganarse a pulso la confianza de los espa?oles.
Inflaci¨®n al 26,4% anual
Al miedo de revivir los horrores del alzamiento franquista de 1936, la poblaci¨®n suma el deterioro de la situaci¨®n econ¨®mica. En 1977 ya hab¨ªa 900.000 personas en el desempleo, el 5,7% de la poblaci¨®n activa, de las que s¨®lo 300.000 contaban con un seguro de paro. Los precios sub¨ªan a una tasa del 26,4% anual, mientras que el salario m¨ªnimo se hab¨ªa anclado en 15.000 pesetas (en aquel a?o un litro de aceite costaba 125 pesetas y uno de leche 35 pesetas). La renta per c¨¢pita se situ¨® en 226.098 pesetas, con un crecimiento del producto interior bruto (PIB) del 2,8%. El d¨¦cifit exterior alcanzaba los 14.000 millones de d¨®lares (unos 1,2 billones de pesetas), tres veces m¨¢s que las reservas del Banco de Espa?a.Al mismo tiempo, la presi¨®n del movimiento sindical permite que los salarios aumenten hasta un 7,5% en tasas reales, frente al 5% de la Comunidad Europea.
En un hist¨®rico envite, el 17 de marzo Su¨¢rez promulga el decreto de amnist¨ªa para los presos pol¨ªticos y, todav¨ªa m¨¢s, el S¨¢bado Santo, el 9 de abril, legaliza al PCE, lo que le cuesta una declaraci¨®n adversa del alto mando militar y la dimisi¨®n del almirante Pita da Veiga, ministro de Marina. Pero el proceso de apertura es imparable. El 28 de abril son legalizados los sindicatos y el 13 de mayo la presidenta del PCE, Dolores Ib¨¢rruri (Pasionaria) llega a Madrid: un s¨ªmbolo del cierre del enfrentamiento entre los espa?oles.
Los partidos democr¨¢ticos y la opini¨®n p¨²blica parecen sorprendidos y hasta encandilados por la l¨ªnea pol¨ªtica de Su¨¢rez, hasta poco tiempo atr¨¢s denunciado como un oscuro funcionario del Movimiento. Cuando se convocan, a mediados de junio, las primeras elecciones democr¨¢ticas, la Uni¨®n de Centro Democr¨¢tico, un heterog¨¦neo grupo de elementos centristas (que Su¨¢rez ha conseguido aglutinar, se hace con la mayor¨ªa relativa del Congreso de los Diputados. El 4 julio se forma en Espa?a el primer Gobierno dem¨®cratico despu¨¦s de la II Rep¨²blica.
Pero Su¨¢rez debe negociar todo. Su minor¨ªa no le permite adoptar leyes sin consenso y el nuevo r¨¦gimen no hace aconsejable tomar medidas que puedan romper el arco democr¨¢tico.
La adopci¨®n de un paquete de medidas pol¨ªticas que reformen las leyes franquistas con vistas a homologar Espa?a a los valores y a las pr¨¢cticas (le las sociedades democr¨¢ticas era una asignatura pendiente, en la que el presidente del Gobierno pod¨ªa contar con el respaldo mayoritario. M¨¢s dif¨ªcil era afrontar la crisis econ¨®mica, ya que de las soluciones que se planteasen podr¨ªa salir fortalecido un modelo de, econom¨ªa social o de econom¨ªa ole mercado.
Hacia el di¨¢logo
Intentando levitar por encima de los dos opciones, el vicepresidente econ¨®mico, Enrique Fuentes Quintana, hac¨ªa un angustioso llamamiento: "O la democracia acaba con la inflaci¨®n o la inflaci¨®n acaba con la democracia".El 11 de julio, el Gobierno presenta una "Declaraci¨®n Program¨¢tica" en la que se planteaba la devaluci¨®n de la peseta, en un 19%, para aliviar las presiones sobre las exportaciones espa?olas y, por consiguiente, sobre el d¨¦cifit exterior, al tiempo que anunciaba una reforma fiscal. Era el momento en que el ministro de Hacienda, Francisco Fern¨¢ndez Ord¨®?ez, hizo famoso el "Hacienda somos todos" con el objetivo de que pagasen m¨¢s los que m¨¢s ingresos obtuvieran.
El PCE responde positivamente a la propuesta, aunque solicita que ese programa sea puesto en marcha por un Gobierno de "concentraci¨®n democr¨¢tica". Pero esa idea choca con los planes de Su¨¢rez, quien recuerda que "no se trataba de establecer ni un Gobierno paralelo ni, mucho menos, un Gobierno de concentraci¨®n". En esa l¨ªnea, el presidente del Gobierno convoc¨® el 8 de octubre a los representantes de todos los partidos pol¨ªticos parlamentarios para establecer un di¨¢logo conjunto.
Fuentes emple¨® m¨¢s de una hora para desgranar el contenido de la propuesta. Mientras, los representantes vascos abandonaron la reuni¨®n apresuradamente: ETA hab¨ªa asesinado al presidente de la Diputaci¨®n de Vizcaya, Augusto Unceta Barrenechea.
Tras unas agotadoras sesiones de trabajo que se alargaron hasta el d¨ªa 9, Gobierno y partidos parlamentarios aceptan un documento bautizado como "Resumen de Trabajo" y que es la base del paquete econ¨®mico de los Pactos (v¨¦ase recuadro).
El gran obst¨¢culo para conseguir el ¨¦xito del plan era el alto ¨ªndice de paro existente, que hubiera exigido un incremento de las inversiones, algo incompatible con las restricciones impuestas a la pol¨ªtica monetaria. Y este fue el primer fracaso de los Pactos de la Moncloa. Otras 100.000 personas fueron a engrosar el desempleo en los meses siguientes, con lo que se lleg¨® a finales de 1978 con m¨¢s de un mill¨®n de parados.
En el haber del acuerdo, sin embargo, hay que recordar el recorte de la inflaci¨®n, que pas¨® del 26,4% en 1977 al 17% en 1978; la balanza de pagos mejor¨® sustancialmente y se consigui¨® un super¨¢vit de 2.500 millones de d¨®lares al a?o siguiente, mientras que el crecimiento econ¨®mico duplic¨® el 1,1 % previsto.
"La situaci¨®n pol¨ªtica resultaba propicia", recuerda Jos¨¦ V¨ªctor Sevilla Segura, m¨¢s tarde secretario de Estado de Hacienda con el primer Gobierno socialista, "puesto que desde la perspectiva de la derecha exist¨ªa en el pa¨ªs -como pusieron de manifiesto las elecciones- una izquierda considerable, cuyos prop¨®sitos eran ignorados y, en parte, temidos".
De esta forma, los Pactos de la Moncloa pueden ser considerados, con el paso del tiempo, como un h¨¢bil movimiento de Su¨¢rez que consigui¨® el respaldo de todas las fuerzas hostiles, ense?ando la zanahoria de la liberalizaci¨®n pol¨ªtica, para que le permitieran realizar la transici¨®n dentro del marco de la econom¨ªa de mercado.
Quiz¨¢s esa fuera la raz¨®n por la que el contenido econ¨®mico de los pactos se firm¨® solemnemente en el Palacio de la Moncloa al 25 de octubre -con retransmisi¨®n de TVE en directo incluida- y los de contenido pol¨ªtico se rubricaron recatadamente dos d¨ªas m¨¢s tarde en un sal¨®n del Congreso de los Diputados (v¨¦ase recuadro).
En ese camino se hab¨ªa descolgado Alianza Popular, que firm¨® los pactos econ¨®micos pero que se neg¨® a rubricar los pol¨ªticos. Su l¨ªder, Manuel Fraga, se justific¨®: "No hemos cre¨ªdo que este pacto fuese ni oportuno ni efectivo".
Fuentes se retir¨®, desilusionado, en febrero de 1978, despu¨¦s de comprobar la falta de inter¨¦s pol¨ªtico por parte de UCD para acometer las reformas econ¨®micas estructurales (v¨¦ase recuadro de incumplimientos). En la dimisi¨®n le acompa?¨® Alberto Oliart, ministro de Industria y Energ¨ªa. As¨ª, el ¨²nico socialdem¨®crata que qued¨® en el Gobierno Su¨¢rez fue Fern¨¢ndez Ord¨®?ez, sin la fuerza suficiente para impedir que el Ejecutivo comenzase a realizar una "lectura de derechas" del contenido econ¨®mico de los Pactos, algo que supuso el fracaso final de lo que se defini¨® a?os mas tarde como "el compromiso hist¨®rico" espa?ol.
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