Yo soy m¨ªo
No me importa decir, a mi exagerada edad, que tengo algo de "joven hegeliano": ellos tendr¨ªan hoy m¨¢s del doble de a?os. Me refiero a uno de ellos, Stirner (le ama m¨ª compa?era Emma Cohen: escribi¨® una novela con su "yo" de fondo). Siempre interesante, Rubert de Vent¨®s publicaba aqu¨ª un art¨ªculo ayer por el pensamiento ¨²nico: coincid¨ªa con mi gacetillita de este extremo del peri¨®dico, y m¨ª me parec¨ªa detestable. El va por la v¨ªa del Contrato social, de Rousseau (hay una nueva edici¨®n, traducida y sabiamente anotada por Mauro Armi?o). Stirner est¨¢ casi un siglo m¨¢s pr¨®ximo, y se aprovecharon de ¨¦l los fascistas, y el neoliberalismo, pero sigue siendo patrono de los anarquistas radicales. La idea de Stimer en El ¨²nico y su propiedad es que cada individuo es ¨²nico; y no tiene m¨¢s propietario que ¨¦l mismo. El yo. Muchas ideolog¨ªas -una, el feminismo, por las circunstancias de la mujer defienden la libre disposici¨®n del cuerpo: en ¨¦l se incluye el "alma", no faltaba m¨¢s, desprovista de su estado religioso alienado. El ¨²nico no s¨®lo se opone a la igualdad, m¨¢s o menos contenida en Rousseau, sino que la proclama: una sociedad de ¨²nicos. "Nunca un estado -a?ad¨ªa que "incluso el m¨¢s democr¨¢tico"- se propone conseguir la libre actividad del individuo: su objetivo permanente es la actividad que forma parte de su propio inter¨¦s". Y la uni¨®n del yo con los otros no es mediante la sociedad, sino por la asociaci¨®n: "La sociedad se beneficia de ti, pero t¨² te beneficias de la asociaci¨®n". Suponiendo que alguna vez un conjunto de hombres consiguiera la libertad, ser¨ªa mediante asociaci¨®n entre todos ellos, que es la igualdad, y la fraternidad, como aportaci¨®n del pensamiento de cada uno, sin coacci¨®n sobre el otro (existi¨® esa asociaci¨®n en medio de la guerra civil: en las comunas de Arag¨®n, en Valencia, en Catalu?a: la guerra acab¨® con ese intento). El "Ni Dios, ni patria, ni rey" que a¨²n aparece en algunas pintadas indica que no hay m¨¢s ser supremo que uno mismo, ni m¨¢s dirigente ni m¨¢s patria que la asociaci¨®n. El "pensamiento ¨²nico" es, precisamente, todo lo contrario: es el que impone una minor¨ªa de poder extendido a toda la sociedad mediante un estado fuerte. Se hizo y sali¨® mal: el principio de la revoluci¨®n rusa tuvo mucho de libertad, y estaba en los artistas y las formas de vida; la dictadura lo ahog¨®. Por el pensamiento ¨²nico, al campo de concentraci¨®n. Y al holocausto. (Tampoco hay que creer en Stirner ni en Rousseau: no hay ser supremo).
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