"Decir que murieron millones de personas es excesivo"
Los actuales jefes reconocen las masacres, pero Pol Pot dice que son exageraciones
El. viaje a la fortaleza de los jemeres rojos en Anlong Veng, en el norte de Camboya, produce algunas revelaciones sorprendentes. Ta Mok, el comandante de los jemeres rojos que derrib¨® a Pol Pot en junio, reconoce en la primera entrevista que concede que "cientos de miles" de personas murieron durante el tiempo que el grupo estuvo en el poder. Pero ni ¨¦l ni otros l¨ªderes de los jemeres rojos reconocen haber tenido responsabilidad personal alguna y se?alan a Pol Pot o se acusan unos a otros.Pol Pot s¨ª reconoce que orden¨® que mataran a su compa?ero de armas durante mucho tiempo, Son Sen, que fue asesinado el 10 de junio junto con 14 miembros de su familia, incluidos sus nietos.
"Sepa que yo no orden¨¦ que mataran a la otra gente, a los beb¨¦s, a los j¨®venes. A Son Sen y a su familia s¨ª. Lo siento por eso. Fue un error que se cometi¨®. Me siento apenado".
Fue el asesinato de Son Sen lo que arrebat¨® a Pol Pot el tim¨®n del movimiento revolucionario que hab¨ªa liderado durante 37 a?os. Ta Mok, que tambi¨¦n estaba en la lista de los condenados a muerte, pero que consigui¨® escapar, captur¨® a Pol Pot el 19 de junio. Cinco semanas m¨¢s tarde, Pol Pot fue llevado ante un tribunal popular en Anlong Veng y condenado a cadena perpetua por el asesinato de Son Sen.Los jemeres rojos decidieron hacer p¨²blica la destituci¨®n de Pol Pot con la esperanza de ganar apoyo internacional para su batalla contra el Gobierno del primer ministro Hun Sen.Es todo lo lejos que los jemeres rojos est¨¢n dispuestos a llegar. Pol Pot no ser¨¢ entregado a un tribunal internacional para enfrentarse a acusaciones de cr¨ªmenes contra la humanidad, afirma Ta Mok en otra entrevista. "Entregar¨¦ a Pol Pot sin problemas si me traen a Hun Sen y van juntos", se?ala, poniendo una condici¨®n poco realista. En julio, Hun Sen se hizo con el poder absoluto en Phnom Pehn a trav¨¦s de un golpe de Estado, tras obligar a dimitir al pr¨ªncipe Norodom Ranariddh, coprimer ministro.
Con juicio o sin ¨¦l, los argumentos de Pol Pot para su defensa son los mismos: su movimiento, joven y sin experiencia, incurri¨® en "errores" bajo la presi¨®n de sus enemigos, pero salv¨® al pa¨ªs de ser anexionado por Vietnam. Al ser preguntado si deseaba disculparse por el sufrimiento que caus¨®, parece verdaderamente confundido, hace que el int¨¦rprete repita la pregunta y responde: " No".
La ret¨®rica antivietnamita no supone una sorpresa. Pol Pot revela que la desconfianza entre los dos movimientos comunista,, data de 1970, cuando Le Duan 3 otros l¨ªderes vietnamitas intenta. ron convencerle de que tomara e. mando de un ej¨¦rcito conjunto entre Camboya, Vietnam y Laos para combatir a los Gobiernos de Phnom Pehn y Ho Chi Minh (la Saig¨®n de entonces), que contaban con el apoyo EE UU.
"Le Duan y Le Duc Tho nos dijeron: 'No ten¨¦is que combatir. Deb¨¦is esperar la victoria vietnamita, y entonces los vietnamitas vendr¨¢n y os liberar¨¢n". En vez de eso, Pol Pot se apresur¨® a arrebatar la victoria a los vietnamitas.
Puede que haya algo de verdad en la afirmaci¨®n de Pol Pot de que Vietnam ten¨ªa puestas sus miras en Camboya. Pero, indignantemente, culpa a los vietnamitas incluso de la hambruna generalizada durante su mandato. Nadie conoce -las cifras exactas, pero entre 1975 y 1979 el r¨¦gimen de la "Kampuchea Democr¨¢tica" puede que matase a 200.000 adversarios sospechosos, muchos procedentes de sus propias filas. Por cada persona ejecutada, quiz¨¢s siete m¨¢s murieron de hambre o de enfermedad a consecuencia de las ineptas medidas centrales de los jemeres rojos, como la colectivizaci¨®n forzosa. "Decir que murieron millones de personas es excesivo", afirma Pol Pot.
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