Visitas de Shakespeare

Shakespeare nos ha venido a visitar dos d¨ªas seguidos, bajo distintas advocaciones. Hace ya muchos a?os que las obras del Bardo, como dicen los anglosajones, sirven para toda clase de experimentos y de lucimientos. Y nunca dejan de ser el original que sobrevive. En estos dos casos del festival, no se deja aplastar por los complejos y maquinistas escenarios.Elsinor hace bien en tomar el nombre del castillo de Dinamarca donde ocurri¨® la cuesti¨®n de Hamlet y su persecuci¨®n obsesiva de la venganza sobre quien cree que es el asesino de su padre -sin m¨¢s fe que la de un fantasma que se supone que ve- en conspiraci¨®n con su padre. Son las paredes del castillo las que act¨²an, se mueven, cierran o abren, giran, caen... Y un actor con su texto, un magn¨ªfico actor que no s¨®lo recita el papel de pr¨ªncipe, sino que se convierte en Ofelia, en su madre o en Polonio. Este solitario es aqu¨ª Peter Darling, que mereci¨® las ovaciones que se le tributaron; otras veces lo hace el propio Robert Lepage, director de la obra y de moda en el mundo, quiz¨¢ por estas suntuosas maquinarias y versiones que realiza. Gustaron mucho: la maquinar¨ªa, el actor, sus ayudantes, la direcci¨®n. Hubo entusiasmo en el repleto patio de butacas, tan grande, del Alb¨¦niz.

No menos afecto a la m¨¢quina es el director y escen¨®grafo de Medida por medida: una de las obras mas representadas del genial autor, que termina siendo una especie de auto sacramental. No s¨¦ si Moli¨¦re tom¨® esta obra para inspirase cuando escribi¨® Tartufo, pero hay una gran similitud entre aquel personaje y ¨¦ste de Angelo, el puritano que gobierna en nombre del duque y que encarcela y mata a los que burlan la ley de Dios seg¨²n su creencia. 0 no: seg¨²n su hipocres¨ªa, porque ¨¦l mismo es lujurioso y pecador. La realidad es que ¨¦ste y otros tipos de las farsas son seres reales: asom¨¦monos a las calles, a la televisi¨®n y a los peri¨®dicos, y les veremos mandando y disponiendo cuando su fondo es concupiscente: de lujuria, de poder, de dinero. La direcci¨®n da un protagonismo a la escenograf¨ªa m¨®vil, sobre dos giratorios contrapuestos, con escaleras y nichos que no dejan de moverse. Es, tambi¨¦n, teatro de director, aunque sobresalga Shakespeare. Queda algo anticuado, pero gusta: sobre todo por el conjunto de actores que se mueven, dicen y miman con calidad.