Tontos, sabios y militares
Sin embargo, dicen que es un hombre extraordinario, un sabio. Jos¨¦ Barea, Pepe Barea para quienes le admiran, no s¨®lo tiene preparaci¨®n, sino intuici¨®n, claridad, sentido. Lo que debe pasar es que es un te¨®rico. Y un verdadero economista, absolutamente economista: es decir, de derechas, conservador profundo. Por eso le eligieron los de Aznar. Y cuando dice que sobran 10.000 mandos en el ej¨¦rcito demuestra su conservadurismo: en realidad, sobran todos. Al menos para un revolucionario de la imaginaci¨®n como yo. La verdad es que intent¨¦ ser buen soldado: siempre que emprendo un trabajo, aunque sea a la fuerza, pretendo hacerlo lo mejor que puedo. Pero algo en lo hondo del ser se sublevaba, quiz¨¢ algo de la historia de mis antepasados: puro inconsciente. La mano izquierda era para m¨ª la derecha, y me encontraba solo en el desfile, entre gritos y silbatos; en la gimnasia, cuando mi carrerilla me llevaba hasta el potro, el cuerpo que se quedaba r¨ªgido y quieto como el de los malos caballos ante el charco. Me esforc¨¦ en la te¨®rica, y busqu¨¦ en los libros: cuando supe m¨¢s del mosquet¨®n que el se?or M¨¢user, me agredieron los jefes porque se supon¨ªa que no deb¨ªa saber m¨¢s que ellos. Y cuando tir¨¦ una piedra que simulaba ser una bomba de mano, di a un teniente que estaba detr¨¢s y que vino pistola en mano; mi sargento le detuvo dici¨¦ndole: "No, mi teniente, no: es que es tonto". Ante esa evidencia, me dej¨® en paz. Yo quer¨ªa hacerlo bien, lo aseguro -"lo prometo", como dicen ahora, con un uso abusivo de la promesa, los que creen que es sin¨®nimo laico del juramento-; y quise hacer bien la cr¨ªtica de televisi¨®n cuando me desviaron mis se?oritos hacia esta p¨¢gina, y ya se ve que no. Un tonto.?Lo es Barea? Probablemente: sabe m¨¢s de lo que hay que saber, y no sabe d¨®nde est¨¢ la derecha y d¨®nde la izquierda. No se da cuenta de que si tira su piedra, puede dar al jefe de detr¨¢s en vez de al enemigo de delante. Debe ser de un conservadurismo no gobernante. La aut¨¦ntica derecha no tiene ning¨²n respeto por la verdad cient¨ªfica, y hace bien: es algo que no existe. La verdad verdadera es la que se ordena: y no se va a ordenar, pase lo que pase, que se quiten de en medio diez o doce mil oficiales y jefes del ej¨¦rcito. Lo quiso hacer Aza?a, se arm¨® una guerra civil y todav¨ªa le siguen persiguiendo los historiadores de la derecha real. Los m¨¢s amables deben pensar de ¨¦l lo que mi sargento pensaba de m¨ª: un tonto.
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