El Sevilla no necesita jugar mal para perder
El Legan¨¦s sac¨® el m¨¢ximo partido de un solitario gol y del talento de Alfredo
No es imprescindible jugar mal para perder. Y cuando el que lo hace es un equipo tan invadido de urgencias como el Sevilla, el asunto resulta de lo m¨¢s razonable. Para ejemplo, el de ayer. El Sevilla jug¨® para ganar, o al menos para empatar. No lo consigui¨®. Mand¨® su decente f¨²tbol al garete porque no supo qu¨¦ hacer cuando pis¨® la l¨ªnea de fuego, l¨¦ase el ¨¢rea. No supo, quiz¨¢, porque le faltaba Tsartas, su gran estrella. O tal vez porque ya no cree en s¨ª mismo. O, en fin, porque llov¨ªa.La Segunda est¨¢ llena de equipos como el Legan¨¦s, educados para sobrevivir. Lo consiguen por empe?o, arrojo y otros detalles relacionados con el m¨²sculo. Y Io consiguen, tambi¨¦n, porque le sacan el m¨¢ximo partido a alg¨²n que otro futbolista de alto nivel. Alfredo, por ejemplo.
Es Alfredo un jugador feliz cuando se ve obligado a echarse el equipo al hombro. Aparece entonces en todas y cada una de las batallas. Ayuda a sacar el bal¨®n jugado, busca el pase largo o husmea el hueco en el ¨¢rea rival. Cada cosa en su momento.
Y tambi¨¦n se atreve a probar fortuna. A los cinco minutos se invent¨® un disparo envenenado que oblig¨® a Casagrande a sacar un guante prodigioso. Por entonces mandaba el Legan¨¦s, cuyo arre¨®n inicial fue b¨¢rbaro, aunque ef¨ªmero. Juli¨¢n cabece¨® en plancha al poste y ah¨ª muri¨® el arre¨®n. Nueve minutos se llevaban. Su rival comenz¨® a razonar. Y lleg¨® a la conclusi¨®n de que el toque, en aquel c¨¦sped empapado por la lluvia, sobraba. As¨ª que busc¨® las bandas. Y busc¨®, sobre todo, al reaparecido Salva, un futbolista que se maneja de maravilla de espaldas a puerta.
Braojos, t¨¦cnico del Legan¨¦s, lo sab¨ªa. Y por ello pens¨® que si Van Gaal era capaz de ense?arle al mundo c¨®mo se gana ordenando hasta seis marcajes individuales, pues nadie le iba criticar a ¨¦l por ordenar uno. A Mesas le toc¨® protagonizar el papel¨®n, del que sali¨® triunfante.
Le cogi¨® el Sevilla el pulso al choque y se invent¨® cinco minutos fren¨¦ticos, en los que acumul¨® tres claras ocasiones de gol, desperdiciadas por Hibic, Velasco y Salva. Parec¨ªa que si entonces no marcaban los de Miera, nunca lo har¨ªan. Como as¨ª fue. Les hel¨® la sangre Alfredo con un zapatazo desde 25 metros. No hac¨ªa falta explicarle que el c¨¦sped disparar¨ªa el bal¨®n tras su ¨²ltimo bote. Roz¨® el palo de Casagrande.
Tras el descanso, al Sevilla sede cay¨® el cielo encima. Vol¨® el bal¨®n al ¨¢rea y el gigante Jaime lo cabece¨® en el segundo palo. A la escuadra del primero se fue. Si el Sevilla no hab¨ªa conseguido marcar con la tranquilidad del 0-0, costaba creer que lo hiciera viendo venir una angustiosa derrota. Lo intent¨® de todas las maneras posibles. Hibic cabece¨® y la sac¨® Unanua, Salva hizo lo propio y el bal¨®n se pase¨® por la l¨ªnea. Y as¨ª hasta el final, minuto a minuto, con el tictac del reloj martilleando la cabeza de unos jugadores que ya no saben qu¨¦ hacer para ganar.
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