Los dudosos valores de la teniente O'Neil
"?Ch¨²pame la polla!", le espeta la dura, firme, teniente O'Neil a su, m¨¢s que instructor, torturador Mortensen en el momento ¨¢lgido. Y sus compa?eros de infortunios, hasta entonces remisos, cuando no opuestos, a la inclusi¨®n de una t¨ªa entre ellos, estallan en aplausos y gritos de reconocimiento y camarader¨ªa: por fin, ella ya es "uno de los nuestros".Esta secuencia, por lo dem¨¢s y como todo el filme, abundante en violencias sin l¨ªmite, rodada con tono nervioso y montada a galope tendido, astuta t¨¢ctica empleada para que no veamos demasiado lo que ocurre en el encuadre, hubiera podido ser un magn¨ªfico recordatorio cr¨ªtico: en el mundo laboral, s¨®lo cuando la mujer adopta los modales y comportamientos, la ¨¦tica y el absurdo de muchas de las actuaciones del hombre; en suma, un c¨®digo de valores que no es el suyo, s¨®lo entonces accede al reconocimiento y al puesto deseado. Pero es que no hay un ¨¢pice de esto en el filme de Ridley Scott. El filme incide en el habitual discurso ideol¨®gico de este tipo de pel¨ªculas, que no es otro que el plantear una situaci¨®n a priori l¨®gica, una mujer desea hacer aquello para lo que, como ciudadana, puede aspirar, pero que le es vetado seg¨²n las leyes impl¨ªcitas del patriarcado, para luego terminar afirmando valores que est¨¢n a a?os luz del igualitarismo democr¨¢tico que parecen querer defender.
La teniente O'Neil
Direcci¨®n: Ridley Scott. Gui¨®n: D. Twohy y D. Alexandra. Fotograf¨ªa: Hugh Johrison. M¨²sica: Trevor Jones. Producci¨®n: R. Scott y O. Blrnbaum. Estados Unidos, 1997. Int¨¦rpretes: Demi Moore, Viggo Mortensen, Anne Bancroft. Estreno en Madrid: Ciudad Lineal , Liceo, Roxy A, Albufera, Cristal, Palacio de la M¨²sica, T¨ªvoli, Acte¨®n, Cartago, Aluche, California, Victoria, Vaguada, Espana.
Universo militar
Porque, aclaraci¨®n obvia, de lo que realmente va La teniente es de la entronizaci¨®n de la instituci¨®n castrense, de la justificaci¨®n de determinados comportamientos, por m¨¢s que ¨¦stos repugnen de antemano la conciencia de cualquier persona sensata. A pesar de una declaraci¨®n extempor¨¢nea del instructor (Mortensen), en el sentido de los disturbios que provoca la presencia de una mujer, incluso de la violencia a que la somete, siempre queda a salvo la imparcialidad de su conducta: obliga a sus compa?eros a que no la discriminen y, cuando lo hacen, los castiga; somete al resto de los hombres a un tratamiento tan salvaje como el que le propina a O'Neil, y, por si fuera poco, termina conmoviendo a la p¨¦trea teniente con un regalito de ¨²ltima hora...Al lado de esta aberraci¨®n disfrazada de esforzada reivindicaci¨®n de la dignidad, un prodigio de ambig¨¹edad ideol¨®gica como era Thelma y Louise, tambi¨¦n del ¨ªnclito Scott, es una limpia, clara reivindicaci¨®n a defender hasta por la m¨¢s radical militante feminista.
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