El Espanyol se rinde en Anoeta
El Espanyol se rindi¨® en Anoeta. Su discurso disciplinario y esforzado lo multiplic¨® por dos la Real Sociedad, que acept¨® el reto f¨ªsico y acab¨® otorg¨¢ndose un homenaje que le acredita en la competici¨®n.
El rango del partido se apoyaba en la estad¨ªstica: el Espanyol exhib¨ªa su escarapela de equipo invicto y la Real, de conjunto intratable en su territorio. En virtud de sus credenciales, el Espanyol decidi¨® juntarse en sus dominios. La Real Sociedad decidi¨® tocarla para hacer correr a su rival.
Cuando ambos equipos estaban a punto de extremar su esfuerzo, se encendi¨® la luz. Kovacevic cabece¨® a la antigua usanza un servicio de Imaz. La actitud pertinaz de la Real Sociedad daba mejores frutos porque a la disciplina a?ad¨ªa una notable voluntad atacante. El Espanyol resultaba demasiado timorato, demasiado encorsetado en su gui¨®n.
La Real Sociedad acab¨® por imponer su criterio. El adelantamiento de su rival le otorg¨® metros para romper al Espanyol y hacerse con el partido. K¨¹hbauer lo ratific¨® en un remate a placer.
El conjunto guipuzcoano decidi¨® divertirse. La defensa del Espanyol se par¨® y cada contragolpe era una invitaci¨®n al gol. K¨¹hbauer fue el est¨ªmulo necesario para escapar del ritual y abrir la puerta a la imaginaci¨®n. En equipos sin estrellas algunas bajas resultan sensibles. El Espanyol acus¨® la de Esn¨¢ider y la Real vivi¨® tranquila sin la habitual pesadilla del jugador argentino.
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