Garc¨ªa M¨¢rquez seduce a la Real Academia
El escritor agradece ser candidato al Cervantes, pero calla sobre si aceptar¨ªa el premio
"Bienvenido a la Academia". Fue un asalto en toda regla a Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez, que realiz¨® una visita de dos horas a la docta casa. Los acad¨¦micos le echaron los tejos, pero el escritor, esquivo, se les resisti¨®. Agradeci¨® que le hayan elegido candidato al Premio Cervantes, pero... no se pronunci¨®. Si hace unos meses su provocadora proposici¨®n de enterrar "haches rupestres" o de firmar "un tratado de l¨ªmites entre la ge y la jota" les puso de los nervios y estuvieron casi a punto de llegar a la gre?a, ayer todo fue cordialidad en el di¨¢logo sobre el idioma, su pasado, su presente y su futuro. Incluso le invitaron a que redactara una propuesta para introducir en el Real diccionario "avorazar".
"No. Avorazar no. Es avorazarse o estar avorazado. Hacerse voraz", les explic¨® Garc¨ªa M¨¢rquez. El escritor colombiano lleg¨® ayer a la Real Academia, en Madrid, acompa?ado del acad¨¦mico y periodista Juan Luis Cebri¨¢n. Le esperaban en el vest¨ªbulo de la instituci¨®n el director de la casa, Fernando L¨¢zaro Carreter; el secretario, V¨ªctor Garc¨ªa de la Concha, y el acad¨¦mico Gregorio Salvador.La visita dur¨® dos horas largas y la pasi¨®n con que hablaron del espa?ol de aqu¨ª y de all¨¢, en di¨¢logos a veces rozando el absurdo, dej¨® en m¨¢s de un momento alucinados a los presentes. Por ejemplo, la palabra golondrino. "En Cien a?os de soledad quise inventarme una dolencia para el protagonista que no le matara pero que le hiciera la vida imposible". Cuando s¨¦ decidi¨® por el golondrino, Aureliano Buend¨ªa se cur¨®. "Fue como un exorcismo, ?verdad?" "S¨ª, es que yo creo en los exorcismos". "Aparece en l734", aport¨® Octavio Pinillos, responsable de inform¨¢tica. L¨¢zaro Carreter: "Es un ¨¢ntrax, ?no? O quiz¨¢ un fur¨²nculo, un grano". Gregorio Salvador: "Yo una vez tuve uno". Todos reunidos en torno a un ordenador. Se queda en blanco. Pinillos: "Es lo que pasa siempre en las demostraciones". Otra pantalla, nada. Garc¨ªa de la Concha tiene la soluci¨®n, el viejo DRAE de papel: "Aqu¨ª lo dice. Golondrino, en su quinta acepci¨®n: 'Infarto glandular en el sobaco, que com¨²nmente termina por supuraci¨®n". Encantados. "?Anda, que si se le dice a alguien que tiene un infarto en el sobaco..."
Menos gracia le hizo al escritor ver "desguazada" parte de su novela El amor en los tiempos del c¨®lera en un proceso de tratamiento de textos. Del bell¨ªsimo inicio -"Era inevitable: el olor de las almendras amargas me recordaba siempre el destino de los amores contrariados"- hab¨ªan desaparecido dos palabras y el resto aparec¨ªan clasificadas con etiquetas de colores. "Era inevitable. ?Con el trabajo que me dio! ?Un mes entero! Esa frase no estaba robada pero s¨ª inspirada en Agatha Christie", coment¨®. Cianuro espumoso. Cianuro para suicidarse. "Cuando un escritor se encuentra en las manos cianuro de oro no tiene m¨¢s remedio que matar".
"Con todo el trabajo que me dio", repet¨ªa viendo el galimat¨ªas que aparec¨ªa en la pantalla. "Y eso,- ?para qu¨¦ sirve?" En una lengua tan ambigua como la espa?ola, en la que se compra una casa o se casa una hija, hay que determinar los contextos de su uso. No pareci¨® muy convencido. Hay palabras que tienen hasta 50 utilizaciones correctas. Sali¨® a relucir la preposici¨®n para. "Para es el nombre que se les da en Colombia a los paramilitares", afirm¨® r¨¢pido. "Aqu¨ª llamamos paracas a los paracaidistas". Y as¨ª otro di¨¢logo de locos.
Consultas
Garc¨ªa de la Concha cont¨® que la Real Academia hab¨ªa estado negociando un acuerdo con Telef¨®nica para el acceso a las grandes bases de datos. Garc¨ªa M¨¢rquez no se mostr¨® muy entusiasmado. "Si cuando estoy escribiendo por la ma?ana necesito consultar una palabra, la anoto para hacerlo por la tarde". De lo contrario pierde demasiado tiempo, dijo. "De un diccionario me remiten a otro y de ¨¦ste a otro"."Jubilemos la ortograf¨ªa: enterremos las haches rupestres, firmemos un tratado de l¨ªmites entre la ge y la jota y pongamos m¨¢s uso de raz¨®n en los acentos escritos". Cuando el escritor abandon¨® la Academia nadie record¨® sus provocadoras palabras en el Congreso del Espa?ol de Zacatecas (M¨¦xico) de abril pasado. El encuentro fue agotador pero muy cordial, y los acad¨¦micos se quedaron con la esperanza de que "si le toca el Cervantes" en diciembre pr¨®ximo "no diga que no".
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