Un catal¨¢n biling¨¹e
Conozco personalmente a muchos catalanes biling¨¹es, pero no al que alude el t¨ªtulo precedente. Puedo, sin embargo, decir su nombre: se llama Josep Ramoneda, y entre otras cosas es autor del art¨ªculo La nueva revoluci¨®n laica, hace poco publicado en estas mismas p¨¢ginas. Art¨ªculo que con sincera coincidencia en lo fundamental voy a comentar.Poco importa que esa coincidencia sea tenuemente matizada por una lev¨ªsima discrepancia. Dice Ramoneda: "Catalu?a puede pensarse sin Espa?a... Pero Espa?a no puede pensarse sin Catalu?a". Muy cierto es para m¨ª el segundo aserto, mas no el primero. Mirada en su integridad la realidad hist¨®rica y social de Catalu?a, ?puede ser pensada sin Espa?a? Yo no lo creo, y tengo por seguro que, con los matices que fuera, Ramoneda coincidir¨ªa conmigo.
Pero lo que importa es que Josep Ramoneda, intelectual y escritor catal¨¢n, ha declarado ser biling¨¹e y ha dado una regla pr¨¢ctica para decidir acerca de esa condici¨®n. ?sta: "Una sociedad biling¨¹e sim¨¦trica ser¨ªa aquella en que cuando alguien inicia una conversaci¨®n uno de los dos tiene las m¨¢ximas probabilidades de ser contestado en el mismo idioma". Enteramente de acuerdo. En un art¨ªculo de hace muchos a?os titulado Lo que yo har¨ªa -esto es: lo que har¨ªa yo si mi c¨¢tedra hubiera pertenecido a la Universidad de Barcelona- dije que me habr¨ªa apresurado a ponerme en condiciones de dar mis clases en catal¨¢n, si as¨ª me lo ped¨ªa la mayor¨ªa de los alumnos. Pero adem¨¢s de la comprobaci¨®n factual apuntada por Ramoneda, el "biling¨¹ismo sim¨¦trico" que propone como deseable ser¨ªa la expresi¨®n de una vinculaci¨®n interpersonal ling¨¹¨ªstica y psicol¨®gicamente bastante m¨¢s profunda. A riesgo de aburrir a los que tienen la amabilidad de leerme, porque m¨¢s de una vez he expuesto mi idea de esa vinculaci¨®n, la repetir¨¦ de nuevo, directamente referida a la realidad de la actual Catalu?a.
A mi modo de ver, el biling¨¹ismo de Catalu?a ser¨¢ "sim¨¦trico" cuando los catalanohablantes originarios -aquellos cuya primera lengua sea el catal¨¢n- sientan y empleen la lengua catalana como "m¨¢s suya", y como "tambi¨¦n suya" la lengua castellana; y complementariamente, cuando los castellanohablantes radicados en Catalu?a sientan y empleen la lengua castellana como "m¨¢s suya", y como "tambi¨¦n suya", la lengua catalana. "M¨¢s suya" ser¨¢ la lengua catalana, para quienes como lengua materna la vivan y la usen, cuando con ella quieran expresar los contenidos m¨¢s verdaderamente ¨ªntimos -amorosos, estimativos, creenciales- de su intimidad personal; y ser¨¢ "tambi¨¦n suya" la lengua castellana cuando al usarla, piensen o no piensen en ello, sienten que en alguna medida ha contribuido a que ellos sea lo que son. A t¨ªtulo de ejemplo, mencionar¨¦ los nombres de cuatro catalanes en que esto sucedi¨®: Jacinto Verdaguer, Joan Maragall, Josep Carner y Carles Riba. Mutatis mutandi, otro tanto debe decirse del "m¨¢s suya" y el "tambi¨¦n suya" de quienes en Catalu?a tengan como lengua materna la castellana; y m¨¢s si son escritores.
Demos un paso m¨¢s. El recto cumplimiento de esa doble y rec¨ªproca condici¨®n del "biling¨¹ismo sim¨¦trico" en Catalu?a exige la adecuada combinaci¨®n del conocimiento y la buena voluntad.
Conocimiento: el catalanohablante y el castellanohablante de Catalu?a deben conocer en medida suficiente, seg¨²n el nivel de su formaci¨®n cultural, no s¨®lo, como es obvio, la lengua del "otro", tambi¨¦n lo mejor de los frutos culturales -literarios, intelectuales, art¨ªsticos- que la lengua "m¨¢s suya" y la "tambi¨¦n suya" hayan producido y las l¨ªneas generales de una historia que, siendo fiel a la verdad, les ilumine respecto de cuanto les ha llevado a convivir armoniosamente entre s¨ª. Y, por supuesto, la realidad de la tierra com¨²n dentro de la diversidad de las tierras de Espa?a.
Buena voluntad y, consiguientemente, lo que a la buena voluntad le da fundamento: el amor. ?Acaso no han empleado esta hermosa palabra algunos de los m¨¢s egregios poetas catalanes? "Que de l'un cap a l'altre a amor convida", dijo Maragall de la voz que deber¨ªa unificar todas las diversas voces hisp¨¢nicas. "I convindran molts noms a un sol amor", ha dicho Salvador Espriu -en otro art¨ªculo bien reciente recordaba yo este verso- de todos los nombres de Sefarad. Sin buena voluntad en quien la busca y la expresa, esto es, sin amor a la verdad cabal, ?puede haber un conocimiento realmente satisfactorio? "S¨®lo por el amor se entra en la verdad", en la verdad verdadera, si vale tal redundancia, dijo hace milenio y medio San Agust¨ªn, y su sentencia sigue siendo v¨¢lida. Con otras palabras: sin voluntad de verdad no puede haber buena voluntad.
Colof¨®n de circunstancias: ?es que no puede y no debe haber una historia de Espa?a que por ser integralmente verdadera -del modo en que los hechos hist¨®ricos pueden y deben ser conocidos- pueda y deba ser sinceramente aceptada por catalanohablantes y castellanohablantes? Catalanes o no, muchos espa?oles respondemos diciendo: "S¨ª".
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