Caligraf¨ªa de poetas
Manolo Millares no deja la batalla. En agosto se cumplieron veinticinco a?os de su muerte, y con ese motivo poetas, escritores, pintores y amigos recordaron su figura fr¨¢gil y ermita?a, enfundada en una mirada luminosa en la que parec¨ªa residir aun el mar de Canarias, lo primero que vio. ?C¨®mo ha sobrevivido Millares, su poes¨ªa pict¨®rica, su caligraf¨ªa de poeta, por encima de la larga obligaci¨®n del purgatorio a la que se somete a los artistas espa?oles? Hay muchos datos actuales sobre esa supervivencia: ahora el IVAM valenciano trabaja sobre su obra, Tauro est¨¢ a punto de editar en Tenerife un volumen de sus escritos breves y la galer¨ªa Rayuela de Madrid expone obra suya, presentada como si fuera la de un pintor en activo que regresa a las salas para sorprender a los que le esperaban. Y hay varias razones para esa supervivencia: en primer lugar, la caligraf¨ªa, precisamente, de Millares, que es como una u?a sobre el lienzo, un surco profundo que esta ah¨ª como si se estuviera midiendo siempre con el futuro y siempre estuviera por delante. Una pintura que tach¨® la historia, en aquel entonces totalmente gris, y que ha seguido por el subterr¨¢neo del pensamiento para iluminar con su visi¨®n extra?a, sugerente y po¨¦tica, las aguas m¨¢s quietas del arte. ?sa es la raz¨®n de la supervivencia de esta pintura exquisita y brutal que no s¨®lo parec¨ªa una autobiograf¨ªa, un autorretrato del tiempo, sino tambi¨¦n una adivinaci¨®n, una intervenci¨®n en la conciencia de los seres tranquilos. Pero hay m¨¢s razones para esa supervivencia, y una principal¨ªsima es Elvireta Escobio, poeta, viuda de Millares: a ella se debe la catalogaci¨®n de su obra, el cuidado de que no hubiera ca¨ªdo sobre esa pintura la turbamulta de los negreros del arte de los pintores que ya no est¨¢n, y esa estrategia sentimental de respeto y de admiraci¨®n ha hecho que hasta nuestros d¨ªas y mucho m¨¢s adelante siga Millares mostrando esa salud intelectual, esa belleza interior y extra?a que tuvo el subconsciente con el que mir¨® las cosas. Le vi pocas veces en vida, y una vez le encontr¨¦ bajo el sol de Tenerife, ya alanceado por la enfermedad aquel rostro retra¨ª-do: la mirada estaba intacta, melanc¨®lica y bella, como si viera desde el futuro. Claro, ah¨ª estaba la esencia de su pintura.
Poetas. La caligraf¨ªa de los poetas. Fue hermoso estar en Oviedo con los poetas del cincuenta. Jos¨¦ Agust¨ªn Goytisolo, J. M. Caballero Bonald, ?ngel Gonz¨¢lez. Les acompa?aban poetas actuales, como Felipe Ben¨ªtez Reyes, Luis Garc¨ªa Montero, Fernando Beltr¨¢n, Jos¨¦ Luis Garc¨ªa Mart¨ªn, ?lex Susana, Ana Rossetti... Estaba hasta Juan Cueto, en medio de un mill¨®n de viajes. Demasiada n¨®mina para tan poco espacio como hay para esta cr¨®nica. Era un homenaje de Tribuna Ciudadana a ?ngel Gonz¨¢lez, pero ¨¦ste quiso trasladarlo a sus compa?eros de tiempo. La prensa lo ha subrayado mucho, pero hay algo que quiz¨¢ no se ha divulgado bastante: la organizaci¨®n del acto, que convirti¨® en una cuesti¨®n de precisi¨®n milim¨¦trica lo que otras veces es un guirigay de poetas y de p¨²blico, una improvisaci¨®n met¨®dica y atosigante que cansa a los protagonistas y a los espectadores. Hacer bien estas cosas recupera la confianza en la actividad cultural y tambi¨¦n la esperanza de que este pa¨ªs remonte alguna vez el lugar com¨²n de que la cultura, y sobre todo la poes¨ªa, es algo de unos cuantos. El teatro Campoamor de Oviedo, habilitado para un recital macrocef¨¢lico, disfrut¨® de uno de los m¨¢s bellos conciertos de palabra que se hayan dado jam¨¢s en este pa¨ªs, y el millar de espectadores que lo disfrut¨® atendi¨® como si estuviera en la ceremonia imborrable dela inauguraci¨®n del mundo. Una exageraci¨®n, pero es que fue exagerado.
Ensayistas. Dos buenas noticias para el ensayo nacional. Arrinconado en las librer¨ªas y en los peri¨®dicos, corr¨ªa el riesgo de ser tratado como la literatura infantil y como la poes¨ªa, y de pronto vuelve a cobrar vigor. Y esas dos buenas noticias son que un poeta como Jon Juaristi se haya atrevido con la realidad, y con la realidad m¨¢s tangible, la de su tierra, y que un gran ensayista, el profesor Alejandro Nieto, haya sido reconocido con el Premio Nacional de Ensayo. Juaristi es un poeta preciso y t¨ªmido que tiene miedo a los aviones pero que domina las palabras como si se las llevara volando. El bucle melanc¨®lico, con el que gan¨® el Premio Espasa de Ensayo, es una indagaci¨®n libre y po¨¦tica en uno de los problemas que est¨¢n en la espalda de la estupidez principal de este pa¨ªs, y se nota en ese libro la libertad que da a las palabras la caligraf¨ªa de los poetas; y Alejandro Nieto, desde los tiempos arbitrarios del franquismo fue un francotirador, un ide¨®logo libre y hasta libertario que dio luz en la Universidad y fuera de ella porque ni su car¨¢cter ni sus actitudes se correspond¨ªan con el cors¨¦ de las obligaciones acad¨¦micas. Eso le hizo al tiempo cordial y esquivo, un hombre libre, y en ese sentido tambi¨¦n un creador, un poeta. ?sa es la esencia de la caligraf¨ªa de sus ensayos.
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