"Me habr¨ªa sentido mejor fusilando"
Es el primer arrepentido de los horrores sucedidos en la Escuela de Mec¨¢nica de la Armada, entre 1976 y 1983, mientras dur¨® la represi¨®n de la dictadura militar. Lo cont¨® en 1995, en El vuelo. El mismo, oficial de la Marina, particip¨® en los llamados vuelos de la muerte. Luego Scilingo vino a Espa?a y se present¨® en la causa abierta por Garz¨®n sobre los desaparecidos espa?oles. Eso le condujo a la c¨¢rcel de Carabanchel. All¨ª se ha realizado esta entrevista.Pregunta. Las Madres de Mayo no le creen arrepentido.
Respuesta. No puedo esperar que ellas me defiendan. Pero he dicho todo lo que s¨¦, aunque las Madres creen que s¨¦ m¨¢s.
P. Tiene cien folios que iba a presentar y no present¨®.
R. Hab¨ªa dos formas de presentarme ante el juez; con un escrito o hablando. Y habl¨¦.
P. Los cien folios ?est¨¢n guardados?
R. S¨ª, pero en ellos s¨®lo hay detalles. No tiene sentido ocultar nada.
P. ?Es militar de vocaci¨®n?
R. Sent¨ªa orgullo de estar en la Armada, cre¨ª que era una instituci¨®n digna... Y no digo que no lo sea... Estaba convencido de que todo lo que se hac¨ªa era perfecto, que mis superiores siempre ten¨ªan raz¨®n. Lo que aprend¨ª de chico en la Escuela Naval me llev¨® a creer que lo que se hac¨ªa en la ESMA estaba bien; porque si no, posiblemente no lo hubiese hecho.
P. Era teniente de nav¨ªo y pidi¨® ir a luchar contra los subversivos.
R. Fui voluntario para combatir a los comunistas; ?Es que era una guerra! Imagine que en Espa?a..., que a usted le cuentan de una guerra y le dicen ... ; pero no, usted es periodista, usted va e investiga.
P. Usted tambi¨¦n tiene derecho a pensar.
R. Pero si todas las informaciones militares le dicen que hay zonas tomadas, atentados..., eso es la guerra. No lo dud¨¦. Luego s¨ª, por el silencio que se produjo.
P. ?Ahora cree que aquello fue una guerra?
R. Fue una farsa. No hay guerra cuando un bando tiene una baja y un herido, y en el otro lado hay 4.400 desaparecidos.
P. ?Cu¨¢nto tard¨® en llegar a esta conclusi¨®n?
R. Mi primer asombro fue al ver c¨®mo estaban los detenidos, los secuestrados. Pregunt¨¦ al subdirector, me dijo que eran muy peligrosos, la ¨²nica forma de tenerlos. Y tienes que creerlo; ya le digo, era una guerra.
P. Y cuando les miraba a los ojos, ?ve¨ªa tanto peligro en aquellos presos?
R. ?Si ten¨ªan capucha! Nunca les vi la cara.
P. Hizo dos vuelos de la muerte; ?era voluntario, por sorteo, una orden?
R. Me destinaron. ?C¨®mo iban a ser voluntarios los vuelos de la muerte?
P. ?Sab¨ªa lo que pasaba en esos vuelos?
R. S¨ª, era una metodolog¨ªa decidida.
P. Y obediencia debida.
R. No quiero ampararme en eso; sino en la creencia de las explicaciones que daban mis superiores y las jerarqu¨ªas religiosas; que eran muertes cristianas, que hab¨ªa que negar informaci¨®n al enemigo, que no se pod¨ªa fusilar por razones pol¨ªticas.
P. Mirando hacia atr¨¢s ?se considera un est¨²pido?
R. Pero, por supuesto. Es el problema m¨¢s grave que tengo.
P. Aparte de considerarse un asesino...
R. Por supuesto. La cuesti¨®n es c¨®mo pude aceptar esa situaci¨®n. Pero f¨ªjese, usted me dice est¨²pido, pero no fui el ¨²nico.
P. ?Qu¨¦ sinti¨® al ver caer los presos al mar?
R. P¨¦simo. Volv¨ª y me tom¨¦ dos vasos de whisky. Y no dej¨¦ de hacerlo hasta ser un alcoh¨®lico.
P. ?Hablaba con alg¨²n colega?
R. No, enseguida pasabas a ser sospechoso. Yo, lo que pensaba era que no era lo bastante fuerte para entenderlo. Me hac¨ªa preguntas; por ejemplo, c¨®mo me sentir¨ªa si en vez de los vuelos, me hubieran ordenado fusilar.
P. ?Y qu¨¦ se respond¨ªa?
R. Que mejor; pero hubiera preferido no hacer nada.
P. Y c¨®mo se arrepiente, ?de pronto como San Pablo?
R. No. Llega el momento de los juicios y dicen: los comandantes van a aceptar la responsabilidad, pero todo es pol¨ªtico. Hasta que en 1994 dije: no lo soporto.
P. ?Usted tortur¨®?
R. No, lo dir¨ªa. No hay motivo de ocultar.
P. ?Lo sab¨ªa?
R. Dec¨ªan que hab¨ªa que sacar la informaci¨®n en 30 minutos, o se quedaba vieja. Nos daban explicaciones t¨¦cnicas.
P. Los castrenses ?qu¨¦ dec¨ªan?
R. Despu¨¦s del primer vuelo, fui a ver al capell¨¢n: padre, ayer hice un vuelo.... ?l me dice, vamos a caminar, y me cuenta que no he cometido pecado, que he cumplido los preceptos b¨ªblicos de eliminar la ciza?a.
.P. Parece mentira que entre sus compa?eros no hallara a nadie con quien hablar.
R. ?En una guerra? S¨®lo un compa?ero me dio a entender que se sent¨ªa mal. Desde 1975 hab¨ªamos recibido instrucci¨®n para captar a los infiltrados, o sea, todos ¨¦ramos sospechosos. Si mi se?ora se entera siete anos despu¨¦s.... Yo pasaba las noches borrado, tirado en el living de mi casa. Me atormentaba la duda de que aquello pod¨ªa ser un problema personal m¨ªo. Sab¨ªa que todo el que va a la guerra no vuelve bien. Seamos claros, matar no es normal. No quiero que me interprete mal, pero pod¨ªa suceder que uno fuera m¨¢s flojo, m¨¢s d¨¦bil, que aquello no fuera una aberraci¨®n. Personalmente no entend¨ªa por qu¨¦ ten¨ªa que ser incapaz de asumir una situaci¨®n que los dem¨¢s asum¨ªan.
P. ?Se cre¨ªa simplemente un cobarde?
R. Claro. Y cuando lo planteo en la Armada me hacen estudios psicol¨®gicos. Le cuento al psiquiatra, y me responde que con problemas pol¨ªticos no se puede meter. Y me ofrece una psic¨®loga de veintitantos a?os para terapia. Hasta que un d¨ªa me dije, no, esto no est¨¢ bien. Luego he visto que al contarle todo al periodista Verbitsky, detalles que nunca pens¨¦ que contar¨ªa a nadie, que eso me hab¨ªa servido de psicoan¨¢lisis.
P. ?Y cu¨¢nto dura eso de creer que no era un buen militar?
R. Dura... En 1991 le mando una nota al presidente.
P. ?Quer¨ªa salvar la cara de la Armada?
R. S¨ª. Cre¨ªa que la Armada ten¨ªa verg¨¹enza de decir la verdad. En 1984, dos oficiales van a rendir cuentas al Congreso, porque si no, no les ascend¨ªan, y pienso que es el colmo. ?C¨®mo dos? Es un problema general. En una carta, al jefe* de Estado Mayor, le digo que es un problema institucional, que tienen que dar explicaciones y que si ¨¦l no lo hace, lo voy a hacer yo. Me envi¨® decir, off therecord, que eran tales las aberraciones cometidas que no se pod¨ªan decir. As¨ª confirm¨¦ que no hab¨ªamos hecho un pacto de silencio, sino de verg¨¹enza.
P. Pero es extra?o que tardara tanto en darse cuenta....
R. Un m¨¦dico que lo explic¨®; ten¨ªa el ser humano disminuido, antepon¨ªa la actitud militar. Amedida que fue pasando el tiempo, gan¨® el hombre.
P. ?Qu¨¦ piensa hoy del Ej¨¦rcito, en general?
R. En Argentina hay que hacer una reforma de la ense?anza militar. Si yo llegu¨¦ a hacer lo que hice convencido, y los planes de estudios no cambian, no hay nadie que garantice que dentro de veinte a?os no vuelva a pasar lo mismo.
P. ?Y de los enemigos de entonces?
R. Eran terroristas. No los defiendo, pero si los 4.500 que murieron en la ESMA hubiesen sido terribles subversivos, estar¨ªa en an¨¢lisis la metodolog¨ªa con que se les elimin¨®, pero la Armada podr¨ªa decir: pero mire, los que murieron eran culpables.
P. Cuando escribi¨® al presidente Menem ?pens¨® que le har¨ªa caso?
R. Totalmente. Pens¨¦ que la Armada estar¨ªa en contra, y los familiares de los desaparecidos, pero Menem estuvo detenido; cre¨ª que buscar¨ªa la verdad.
P. Tiene la impresi¨®n de haberse pasado la vida confiando en personas equivocadas?
R. Esc¨²cheme, si todas las autoridades dicen, perfecto, y los curas y los obispos, ?por qu¨¦ tengo que dudar? Es como si dudara que usted es periodista.... ?Por qu¨¦ no creer a mi presidente? En el decreto presidencial del indulto se dice que ese indulto es la aportaci¨®n del Gobierno para lograr la convivencia y la reconciliaci¨®n, pero que no se lograr¨¢ hasta que los actores no se sinceren y reconozcan sus errores.
P. Pero es cierto, ha confiado en las personas equivocadas.
R. Yo estaba dentro de un esquema militar.
P. ?Los militares no miran a su alrededor?
R. En efecto.
P. Y cuando en 1994 se decide y habla con un periodista, es porque no queda otra soluci¨®n.
R. No entraba en mi mente, pero al fracasar dentro del esquema militar, lo pens¨¦. Me encontr¨¦ a Verbitsky, pens¨¦ que era cosa de Dios, habl¨¦ con ¨¦l. Pero era zurdo y me preocup¨¦. No dorm¨ªa pensando que hab¨ªa cometido el error de mi vida.
P. ?Era cont¨¢rselo al enemigo?
R. Eso le quiero decir. Yo era un ente, no era un hombre. Iba con mis colegas y tomaba; era famoso por eso. Y siempre pensando c¨®mo pude llegar a esa situacion de la ESMA, a aceptarlo. ?Me entiende? Es que si usted lee la Biblia, lo de la ciza?a.... Porque yo lo le¨ª despu¨¦s, usted no lo creera, fui a buscarlo en la Biblia, y descubr¨ª que hasta los curas hab¨ªan mentido. Porque la Biblia dice que cuando llegue la cosecha, bajar¨¢n los ¨¢ngeles y separar¨¢n el trigo de la ciza?a, y que si se hace antes, se corre el riesgo de arrancar tambi¨¦n lo bueno.
P. ?Le¨ªa usted libros?
R. No, era muy militar. Ahora leo El nombre de la rosa.
P. ?Le importa que le crean?
R. No me interesa. Quiero que me crea Garz¨®n, y pienso que me cree. A lo mejor le parece un disparate, pero me sent¨ª muy bien hablando con el juez.
P. Luego de hablar, ?Dios le perdon¨®?
R. El tema es muy serio para ser perdonado, pero estoy contento. Tengo dos salidas; seguir preso, y salir libre con posibilidad de' sufrir un atentado. Pero despu¨¦s de haber llegado a un juez, que era lo que necesitaba....
P. ?Para que le creyeran?
R. Para creer en m¨ª mismo. Entr¨¦ en la Armada para ser oficial y me convert¨ª en un asesino. Quise a la instituci¨®n, pero no acepto la actitud que han tenido.
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