Fotofobia
El mercado del sexo atraviesa en Madrid una crisis profunda. Hay un baj¨®n en la demanda que tiene alarmado al negocio carnal y no parece guardar relaci¨®n alguna con la ca¨ªda en los ¨ªndices burs¨¢tiles. El motivo real, seg¨²n me cuentan las "gargantas profundas", es la difusi¨®n de un v¨ªdeo en el que salen un tipo y una odalisca haciendo cochinadas. La comidilla ha corrido como la p¨®lvora en los lupanares, provocando una reacci¨®n de p¨¢nico entre la clientela, que ahora teme que puedan grabarles mientras evolucionan con el culo al aire. Las m¨¢s afectadas han sido, con diferencias, las manceb¨ªas de lujo, las que tienen sus tugurios en la zona de apartamentos pr¨®xima a la Castellana, y muy especialmente la divisi¨®n de rarezas y t¨¦cnicas sofisticadas. En este ¨²ltimo sector de la producci¨®n ha descendido el nivel de negocio hasta tal extremo que algunas especialistas han decidido meter en la maleta el instrumental de las diabluras y marcharse a otras latitudes menos crispadas.Ning¨²n cliente es tan fotof¨®bico como el que acude a los antros de lenocinio. Ese pavor que les produce el que puedan trascender sus "h¨¢bitos de ocio" constituye la prueba fehaciente de que aquella miniciudad del sexo que propon¨ªa recientemente un empresario de Alcal¨¢ de Henares para ordenar el mercado de la prostituci¨®n ser¨ªa un rotundo fracaso. Este industrial pretend¨ªa montar un complejo con apartamentos, sex shop, restaurantes, cafeter¨ªa y servicios sanitarios para atender a los clientes como se merecen. Una ciudad del gozo en la que pudieran desahogarse con garant¨ªas de higiene, sin sensaci¨®n de clandestinidad y pagando el IVA por el servicio como cualquier otra actividad econ¨®mica. Craso error. La imposibilidad de garantizar la discreci¨®n en un negocio p¨²blico compromete su viabilidad porque los paparazzi pronto levantar¨ªan el campamento y los puestos de ojeo. Muy pocos de los que hoy visitan a las mal llamadas "mujeres de vida f¨¢cil" cruzar¨ªan el umbral de ese complejo que se anunciar¨ªa con tubos de ne¨®n, siendo su aparente honorabilidad tan sensible a la luz. S¨®lo hay que ver c¨®mo el crep¨²sculo hace brotar cada tarde la flora carnal de la Casa de Campo en re?ida competencia con la floresta del gran pulm¨®n de la ciudad. Un cuadro ins¨®lito para un espacio muy frecuentado por familias que acuden con sus cr¨ªos al Zool¨®gico y al Parque de Atracciones y que un for¨¢neo confundir¨ªa con la Isla del Placer a la que el diab¨®lico Estr¨®mboli abastec¨ªa de ni?os malos en el cuento de Pinocho. La direcci¨®n del parque presiona cuanto puede para que les limpien la zona, pero nadie se atreve a hincarle el diente. Ni el alcalde Manzano ni el presidente Gallard¨®n, que en alg¨²n momento hablaron de concentrar la profesi¨®n en un ¨¢rea determinada, han defendido despu¨¦s iniciativas en ese sentido por temor a que les acusen de crear un gueto. Descartada en consecuencia la posibilidad de acotar un espacio para la pr¨¢ctica del oficio m¨¢s viejo del mundo, el concejal de R¨¦gimen Interior, Antonio Moreno, pens¨® una f¨®rmula basada precisamente en el uso de la luz. Consiste en iluminar aquellos tramos del recorrido m¨¢s pr¨®ximos al complejo de ocio y reforzar la vigilancia para espantar a los clientes. Ya que no es posible acotar un ¨¢rea para la prostituci¨®n, intentar¨¢ al menos acotar una zona libre de prostituci¨®n. Es lo m¨¢s imaginativo que se ha escuchado ¨²ltimamente ante la ausencia total de ideas a un lado y a otro del espectro pol¨ªtico.
Tengo bastante mejor opini¨®n de las putas que de los puteros. Detr¨¢s de cada una de ellas hay casi siempre un drama de sufrimiento y humillaci¨®n, mientras que tras ellos, en cambio, lo que suele haber es un pobre reprimido, un talib¨¢n del machotismo m¨¢s casposo o un tremendo hip¨®crita. Ese inmenso cinismo hizo posible que un pol¨ªtico les combatiera p¨²blicamente con inquina mientras reconoc¨ªa en privado que-alquilaba de vez en cuando sus servicios para aliviar el "apret¨®n".
Cada cual es muy due?o de hacer lo que quiera de cintura para abajo mientras no cause da?os a terceros o trate encima de predicamos moralidad. Lo que no pueden es proyectar la luz s¨®lo donde les conviene. Por eso, el v¨ªdeo causa estragos en los burdeles.
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