El padre que retir¨® a sus hijas de un colegio de Girona reivindica vivir seg¨²n el Cor¨¢n
Mohamed Hajou tem¨ªa que su religi¨®n le trajera problemas, "pero no tantos"
Mahoma no predic¨® la m¨²sica ni la gimnasia. Mohamed Hajou, un marroqu¨ª de 37 a?os residente en Girona, no tiene ninguna duda al respecto. Su vida y la de su familia se rigen escrupulosamente por las 114 suras del Cor¨¢n, el libro sagrado de los musulmanes. Sus tres hijas; Hadija, Hadia, e Isha, de entre 7 y 9 a?os, hace un mes que no van al colegio Mare de D¨¦u del M¨®n porque se las quer¨ªa obligar a cursar m¨²sica y gimnasia. Mohamed Hajou sabe que su caso ha saltado a los peri¨®dicos y que muchos de sus vecinos le n¨²ran con recelo, pero su decisi¨®n es tan firme como las rocas del Atlas. Y comenta a este diario: "sab¨ªa que tendr¨ªa problemas, aunque no esperaba tantos".
Mohamed Hajou emigr¨® a Girona desde Nador, una poblaci¨®n cercana a Melilla, y despu¨¦s de siete a?os de trabajos precarios y mal remunerados consigui¨® , hace unos seis meses, la estabilidad suficiente para traer a su mujer y a sus cinco hijos. Su trabajo en la construcci¨®n le da para un piso de alquiler y un Renault 18 de segunda mano. Pero en su nueva comunidad, Mohamed Hajou mantiene una fidelidad estricta a sus costumbres y a su religi¨®n que muchos tachan de cabezoner¨ªa. Cuando llega a casa despu¨¦s de la jornada laboral, cambia su mono de trabajo por la chilaba y las babuchas. Nunca lleva ropajes occidentales. Inmediatamente, se dirige a rezar a la mezquita del barrio. Durante este trayecto, que repite todos los d¨ªas, pasa ante la puerta de algunos bares donde sus compatriotas fuman y beben cerveza. "Ellos no son verdaderos musulmanes", comenta con cierto aire de superioridad. "Yo no robo ni vendo droga, yo leo el Cor¨¢n todos los d¨ªas", a?ade.
Sin televisor
Cuando Mohamed Hajou decidi¨® traer a su familia a la ciudad ya tem¨ªa que su estricta observancia al libro sagrado de los musulmanes podr¨ªa traerle complicaciones, "pero no tantas", puntualiza. Durante los primeros meses de escolarizaci¨®n todo iba sobre ruedas; sus tres hijas, se escabull¨ªan durante las clases de m¨²sica y gimnasia y su hijo menor s¨®lo se saltaba las de m¨²sica. Seg¨²n el padre de las tres ni?as, la intransigencia del director y la presi¨®n que ejerc¨ªan sobre lasmenores algunas profesoras del centro le obligaron a sacarlas de la escuela.El padre no quiere que vuelvan bajo ninguna circunstancia. Seg¨²n cuenta, una de la profesoras del centro sac¨® una fotograf¨ªa de Isha, Hadia y Hadija, ataviadas con t¨²nica y pa?uelo en la cabeza, sin que nadie le pidiera autorizaci¨®n y otra llev¨® a rastras a una de sus hijas, entre llantos, a la dichosa clase de m¨²sica.
Ahora Mohamed Hajou se plantea buscarles otra escuela -sin m¨²sica ni gimnasia- o tal vez enviarlas de nuevo a su pa¨ªs. "He pensado mucho en que vuelvan a Marruecos. La familia debe estar junta, pero las cosas se han complicado demasiado", reflexiona.
El delegado de Ense?anza, Angel Guirado, opone, a la inflexibilidad fundamentalista del padre, la inflexibilidad de la ley de escolarizaci¨®n. "Si cedi¨¦ramos ante este caso, seguro que aparecer¨ªan padres capaces de aducir razones psicol¨®gicas para que sus hijos no hicieran matem¨¢ticas o lenguaje", afirma. La resoluci¨®n del conflicto puede estar en manos de la Comisi¨®n Isl¨¢mica de Espa?a, que pedir¨¢ a la delegaci¨®n de Ense?anza que no se presione m¨¢s a? padre y se acepten sus objeciones religiosas. Mohamed Hajou tiene muy claro que no pueden obligarle a nada y se pregunta: "?Qu¨¦ har¨¢n? ?Enviar¨¢n a la polic¨ªa para que rompa la puerta de mi casa y se lleven a mis ni?as llorando?"
Mientras tanto, Isha, Hadia y Hadija est¨¢n ajenas al conflicto. Estudian religi¨®n en un hogar cerrado a cal y canto donde no hay televisor.
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