Dibujo del desorden con tiral¨ªneas
A esta viv¨ªsima, exacta y maravillosa pel¨ªcula -negra donde las haya y sin duda una de las m¨¢s importantes de este a?o- s¨®lo cabe, a mi juicio, hacerle un peque?o reproche: que aten¨²a un poco la tremenda radicalidad del desenlace de la novela de James Ellroy en que se inspira y la suaviza con una pincelada de ambig¨¹edad, con el respiradero de un toma y daca o de una transacci¨®n final que hace a la tremenda historia m¨¢s f¨¢cil de digerir por los paladares del gremio de los productores de pel¨ªculas, gente que por lo general es amiga de la componenda y busca congraciarse con todo tipo de espectadores, incluidos los aficionados a meter la cabeza bajo el ala, para los que L. A. Confidential es una patada en mal sitio.Pero este peque?o alivio en la caldera a presi¨®n a que conducen las entretelas de esta poderosa pel¨ªcula sobre el ejercicio salvaje y en carne viva del poder no quita m¨¢s que el rizo final de su explosividad, pero deja a salvo toda la demoledora maquinaria de la construcci¨®n de un relato negro qu¨ªmicamente puro que encumbra, a un director, Curtis Hanson. Este ya hizo saltar destellos de talento en La mano que mece la cuna. Con una soltura y un oficio deslumbrantes, moviendo en encaje de bolillos los muchos y enrevesados hilos del complejo entramado urdido por James Ellroy, organiza Hanson un filme negro de formidable potencia expresiva y diab¨®lico ritmo, que deja en calzones a los seudothrillers que hoy invaden, como plaga de langostas sanguinarias, las pantallas; y que conforman una -casi siempre tramposa y a veces deleznable- epidemia de cine fingido, dentro y fuera de Estados Unidos.
L
A. ConfidentialDirecci¨®n: Curtis Hanson. Gui¨®n: Brian Helgeland y C. Hanson, basado en la novela de James Ellroy. Fotograf¨ªa: Dante Spinotti. EE UU, 1997. Int¨¦rpretes: Kevin Spacey, Russell Crowe, Guy Pearce, Kim Basinger, Danny DeVito. Estreno en Madrid: Lido, Palafox, Palacio de la M¨²sica, Amaya, Cid Campeador, Juan de Austria y (en V. 0.) Luna.
C¨®digos del crimen
Lo que separa a esta recia pel¨ªcula de los brillantes y epid¨¦rmicos globos rojinegros de los Stone, los Tarantino y colegas como los celebrados ama?adores de Henry y Seven, entre montones de otros suced¨¢neos enga?osos, es abismal. Estamos aqu¨ª ante lo que este glorioso g¨¦nero del gran Hollywood tiene de indagaci¨®n misteriosamente rectil¨ªnea dentro de los retorcidos vericuetos y laberintos por donde el cine ha logrado representar, con precisi¨®n y verdad magn¨¢nimas, los oscuros c¨®digos del crimen considerado como norma del comportamiento institucional, como forma de ejercicio de la baja (si es que existe la alta) pol¨ªtica, puesta aqu¨ª patas arriba por unos polic¨ªas kamikazes que -gracias a Russel Crowe, Kevin Spacey y Guy Pearce, en contrapunto con una Kim Basinger bell¨ªsima y genial- componen uno de los repartos m¨¢s ajustados y mejor interrelacionados del cine reciente.Como todos los grandes relatos negros, el tremendo embrollo que cuenta L. A Confidential est¨¢ vertebrado por -una febril averiguaci¨®n situada en el filo barbero de la muerte violenta: el destripamiento de un sombr¨ªo enigma que se resiste a dejar ver su fondo pero que no es un inalcanzable pozo gal¨¢ctico sino una rinconada de la realidad cercana, escurridiza pero palpable, que est¨¢ ah¨ª cerca, bajo las suelas de nuestros zapatos, en las cloacas de la vida urbana actual. Esta vez esa vida se identifica con unaciudad, Los ?ngeles, y con un tiempo, la d¨¦cada de los 50, que son focos de irradiaci¨®n de formas refinadas y bestiales todav¨ªa activadas y vigentes de violencia policial y pol¨ªtica: un trozo del mendrugo nuestro de cada d¨ªa, que nos acecha en cada oscuro callej¨®n de cada gran urbe y su gusanera. Pel¨ªcula indispensable, trepidante, cautivadora, que devuelve a una de las minas m¨¢s f¨¦rtiles del cine -la procedente del relato pulp o thriller- el honor que hoy le hacen perder quienes la pisotean con result¨®n y mediocre celuloide fingido.
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