Adi¨®s, Mago Herrera
El entrenador que revolucion¨® el f¨²tbol
Ahora veremos cu¨¢ntos colegas dar¨¢n su ¨²ltimo adi¨®s al Mago. A HH -Helenio Herrera-, Habla Habla- para los espa?oles- porque, en cuanto a palabras, sab¨ªa m¨¢s que el diablo (no es casualidad que en Espa?a le llamaran Mago). Ha muerto en Venecia por una zancadilla del coraz¨®n. Puede que tuviera 81 a?os, puede que m¨¢s. Como m¨ªnimo ten¨ªa 81 a?os, el hijo de Paco el Sevillano y Mar¨ªa Gavil¨¢n, un hombre que se hizo a s¨ª mismo, historia y leyenda, un gran encantador de serpientes y de periodistas, un hombre que ha dejado huella.Deber¨ªan ser muchos los que fueran a despedirse del Mago y tambi¨¦n a decirle mentalmente gracias. Uno de nuestros t¨¦cnicos me dijo un d¨ªa: "Deber¨ªamos hacerle un monumento al Mago; antes de que llegara a Italia nos pagaban dos duros, despu¨¦s nos convertimos todos en personajes, y adem¨¢s ricos". Es verdad.
Herrera se convirti¨® en el Mago gracias tambi¨¦n a Rocco. Es una larga historia que me esforzar¨¦ en resumir. Helenio era un tipo destinado a arrasar, y lo sab¨ªa. Antes de que sus padres, andaluces pobres, emigraran a Argentina, antes de que ¨¦l naciese en una chabola del barrio de Palermo en Buenos Aires, ya hab¨ªan muerto tres hijos de Paco y Mar¨ªa. Y Paco y Mar¨ªa, que eran demasiado pobres incluso para el barrio de Palermo, en el 19 vuelven a cruzar el mar en direcci¨®n a Marruecos, Casablanca. Y en el puerto de Casablanca tuvo lugar un episodio que Helenio recordar¨¢ en su primera biograf¨ªa, publicada en Espa?a y titulada, obviamente, Yo. Contar¨¢ este episodio a Gianni Brera, que lo bautizar¨¢ como Accaccone, y Accacchino era Heriberto Herrera, tambi¨¦n ¨¦l ya fallecido, el de la Juve y el "movimiento". Su madre, 100 kilos, se cay¨® al agua, y los barqueros del puerto negociaron con Paco una suma desorbitada para sacarla. El Mago, entre nosotros, ten¨ªa fama de tener sed de dinero. Es cierto que antes de ir a los clubes de los aficionados se informaba sobre si hab¨ªa alguna medalla de oro para ¨¦l y cu¨¢nto pesaba, y que para dejar el Barcelona por el Inter pidi¨® a Moratti 100.000 d¨®lares y plenos poderes. Tambi¨¦n es cierto que gran parte de ese dinero se lo supo ganar.
Le hab¨ªamos dejado en Marruecos. Practica un poco el boxeo y juega al f¨²tbol como defensa sin mucho ¨¦xito. A los 18 a?os se embarca hacia Burdeos, luego va a Par¨ªs, consigue un empleo como futbolista y redondea sus ingresos vendiendo velas comehumo, se casa con una modista de Pigalle, tiene cinco hijos, entrena al Stade, despu¨¦s va a Espa?a y se hace famoso con el Barcelona. En Francia le llamaban entrenador dinamo, por su habilidad para cargar a los jugadores. Son cosas que hoy nos parecen un poco infantiles y vagamente fascistas. Lo grandes carteles en el vestuario, a base de frases como "Ganaremos". Variante (a coro): "?Qui¨¦n ganar¨¢? ?Nosotros! ". Un d¨ªa el h¨²ngaro Kocsis le dijo: "Y si en el otro vestuario est¨¢n gritando lo- mismo, ?qu¨¦ hacemos?". Se le dej¨® fuera del grupo de elegidos, igual que a Kubala, el ¨ªdolo de los aficionados.
Los jugadores con una personalidad muy fuerte o que intentaban poner en duda sus m¨¦ritos no le gustaban al Mago, le hac¨ªan sombra. Tambi¨¦n por eso, en el Inter, convenci¨® a Moretti de que deb¨ªan vender a Angelillo, con el pretexto de que estaba en baja forma debido a una historia de amor con una cantante de un club nocturno con el ex¨®tico nombre de llya L¨®pez (de Brescia, seg¨²n el registro civil, Attila Tironi).
Cuando Brera le habl¨® del cerrojo y del l¨ªbero atr¨¢s, HH dijo que ni pensarlo, que era preferible el sistema WM ingl¨¦s. Era hacia 1960-1961. "Has contratado a un entrenador que tiene un retraso de diez a?os, pero habla bien", le dijo Brera a Moratti. "El que no lo ha dado todo no ha dado nada", segu¨ªa mandando escribir, HH en el vestuario. "Piensa deprisa, corre deprisa, juega deprisa". Defensa: menos de 30 goles. Ataque: m¨¢s de 100 goles, ¨¦stas eran las f¨®rmulas.
El gran Inter va al campo del Padua y pierde. Brera se entusiasma, escribe que el compadre Rocco hab¨ªa estudiado Little Big Horn. Qui¨¦n sabe. Lo cierto es que HH se convierte y acepta al l¨ªbero Picchi, sosteniendo que el hormig¨®n o cerrojo, en el fondo, lo hab¨ªa inventado ¨¦l en Par¨ªs. Sabe olfatear jugadores. Coge y lanza de la cantera a Facchetti y Mazzola, pone en la direcci¨®n a Su¨¢rez (que ten¨ªa en el Barcelona) y nace el Inter del cerrojo y el contrapi¨¦, t¨¦rmino un poco restrictivo, puesto que, con los criterios actuales, ese Inter que todos tienen en la memoria jugaba con el 4-3-3, y entre los centrocampistas estaba Corso, al que cada a?o intentaba vender HH.
Aquel Inter gan¨® con Herrera tres Ligas, dos copas de campeones y dos copas intercontinentales y declin¨® en pocos d¨ªas, entre Lisboa y Mantua. HH estuvo despu¨¦s en otros banquillos, pero los momentos culminantes est¨¢n ligados al Inter. Tambi¨¦n los periodistas deber¨ªan recordarle con afecto: nunca neg¨® a nadie un titular, una salida pol¨¦mica, una tomadura de pelo. Fue un innovador, un apaciguador, un trotamundos por necesidad y por vocaci¨®n, un histri¨®n y tambi¨¦n un enamorado de la profesi¨®n de vivir. Hab¨ªa elegido detenerse en Venecia, despu¨¦s de tanto navegar, y all¨ª se acab¨® su viaje. Que la tierra le sea leve.
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