Los muros rezumaban agua
Los melillenses lamentan indignados que no se evitara la rotura del dep¨®sito
"Lo ¨²ltimo que nos esper¨¢bamos en Melilla era una riada". Los vecinos de El Pol¨ªgono, el barrio que actu¨® de desembocadura de la siniestra lengua de agua que arras¨® ayer la ciudad, retiran el barro de sus casas y tratan de identificar sus coches sin salir del estupor que se apoder¨® de ellos ayer a mediod¨ªa."Yo estaba en la barber¨ªa", dice Abdisal, un ciudadano de origen magreb¨ª. Escuch¨¦ gritos y sal¨ª. Ven¨ªan coches pitando, gente corriendo y despu¨¦s una gran ola de barro con coches, puertas, postes, ladrillos, hab¨ªa de todo". A los vecinos de El Pol¨ªgono, un barrio comercial, no les dio tiempo de quitar de en medio sus tenderetes de ropa y de fruta, pero s¨ª, al menos, de subir a los pisos altos de las viviendas y a los tejados. A las gr¨²as del ayuntamiento les ha costado horas desenmara?ar los objetos que han quedado en aluvi¨®n sobre las aceras.
"Me llam¨® mi marido, que es polic¨ªa, y me dijo que subiera al piso de la vecina, que ven¨ªa el agua", cuenta Ana Mart¨ªn. "Desde all¨ª lo vimos todo. Y luego, a limpiar barro. La casa ha quedado hecha una ruina, pero por lo menos no tenemos muertos que llorar".
Donde s¨ª tienen muertos que llorar es en las viviendas de Averroe, las que quedaban m¨¢s cerca de los tanques. A la ca¨ªda del sol, las viviendas ofrecen una imagen dantesca. Los bomberos han tenido que derribar los muros de las casas del piso bajo para buscar los cuerpos de la mujer embarazada y de sus dos hijos; los ¨²nicos vecinos a los que el agua sorprendi¨® dentro de casa.
Los chavales que ayudan en las tareas de rescate reparten esfuerzo e indignaci¨®n a partes iguales. "A ¨¦se le haces una foto y te parto la cara", grita una chica. Ese es el marido de una de las v¨ªctimas, que abandona el lugar de la tragedia ayudado por dos voluntarios de Cruz Roja. El hombre llora y repite que no se lo puede creer.
"Esto es una miseria", musita un hombre que ve c¨®mo los operarios practican un agujero en la pared de su casa. "Me da igual ya, lo he perdido todo". Rompe a llorar. Un amigo completa el relato: "Llevarnos d¨ªas viendo que los muros del dep¨®sito rezuman agua. Llevamos d¨ªas... Yo entiendo que lo de Badajoz es tremendo, pero es una obra de la naturaleza. Aqu¨ª lo terrible es que se pod¨ªa haber evitado, que ha sido un fallo humano".
Melilla no es muy grande y el agua la ha recorrido entera. En los corrillos, todos cuentan d¨®nde estaban cuando ocurri¨® la cat¨¢strofe y qu¨¦ vieron. "Yo estaba en el pol¨ªgono. De pronto vi que ven¨ªa gente corriendo. Al principio cre¨ª que era una manada de toros que se hab¨ªa escapado. Luego enseguida vi el agua", comenta uno.
El agua alcanz¨® tambi¨¦n una residencia de ancianos cercana a los dep¨®sitos. Algunos residentes resultaron heridos. Sonia, una de las trabajadoras, vivi¨® el momento como el m¨¢s angustioso de su vida. "Toda nuestra obsesi¨®n era quitar a los ancianos de enmedio. Cuando los tuvimos a todos a salvo, intentamos enterarnos de lo que hab¨ªa pasado. Era como en las pel¨ªculas, como la ola de la pel¨ªcula de la Biblia, como un maremoto". A las nueve de la noche, Sonia regresa a su casa. Tiene barro de la cabeza a los pies. "Creo que hoy he terminado pero ma?ana vendr¨¦ otra vez", dice. Otros voluntarios llegan de refresco. La noche ser¨¢ larga.
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