Blair pasa al contraataque e insiste en controlar la financiaci¨®n de los partidos
En un enf¨¢tico intento por impedir que el caso f¨®rmula 1 contin¨²e erosionando la credibilidad del Partido Laborista, el primer ministro Tony Blair recurri¨® ayer a las p¨¢ginas del diario The Times para pasar al contraataque e insistir que es imperativo aclarar el origen de las finanzas de todos los partidos pol¨ªticos, especialmente el de los conservadores."El Partido Laborista quiere transparencia en los procedimientos sobre las contribuciones a los partidos. Hoy existe esa voluntad pol¨ªtica en el Gobierno", escribe Blair. El art¨ªculo se public¨® al d¨ªa siguiente de una extraordinaria comparecencia del primer ministro ante las c¨¢maras de la BBC en la que pidi¨® disculpas "por haber manejado mal" la controversia sobre la donaci¨®n preelectoral de un mill¨®n de libras esterlinas (unos 250 millones de pesetas al cambio) efectuada por Bernie Ecclestone, el organizador de las carerras de F¨®rmula 1, al Partido Laborista. La oposici¨®n conservadora vincula esa contribuci¨®n a la decisi¨®n de permitir la publicidad de cigarrillos en las carreras del campeonato del mundo.
El art¨ªculo de Blair va al meollo de la controversia que afecta a su Gobierno: los laboristas desean un r¨ªgido reglamento para aclarar qui¨¦nes son los benefactores de los partidos y evitar que su influencia econ¨®mica dicte la conducta pol¨ªtica de los partidos.
Pero detr¨¢s de esos buenos prop¨®sitos est¨¢ el af¨¢n laborista de presionar a los tories a que revelen la identidad de sus benefactores y el monto que el Partido Conservador recibe de empresarios y simpatizantes, incluyendo fondos del extranjero.
"Creo que existen poderosas razones para imponer l¨ªmites a los gastos electorales", mantiene Blair, quien dice que los laboristas est¨¢n dispuestos a revelar detalles de sus finanzas si los conservadores hacen lo mismo ante la comisi¨®n parlamentaria de ¨¦tica. La posici¨®n de los tories no ofrec¨ªa ayer cambios: se niegan a identificar a quienes llenan sus arcas.
Enfrentado a su peor desaf¨ªo pol¨ªtico y bajo intenso escrutinio de un p¨²blico cada vez m¨¢s esc¨¦ptico y sospechoso de la conducta laborista, Blair demuestra que su estrategia es tratar de limitar el da?o causado por el caso f¨®rmula 1. Los comentaristas pol¨ªticos valoran su actitud en la BBC, pero coinciden en se?alar que pedir disculpas no es suficiente para liquidar las sospechas y restaurar la credibilidad en los laboristas.
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