Lecci¨®n de vida

Fue otra lecci¨®n de vida. Rub¨¦n Gonz¨¢lez parece rejuvenecer en cada concierto. El calor de la gente transforma a este pianista maravilloso que se acerca a los 80 a?os con paso vacilante y una sonrisa, y que languidec¨ªa en su casa hasta que un productor ingl¨¦s y un guitarrista norteamericano le han devuelto a esos escenarios de los que nunca debi¨® ser apartado. Se sienta ante el piano y le brilla la mirada. Pertenece a esa generaci¨®n de m¨²sicos para quienes tocar es vivir.Con ¨¦l vienen de Cuba unos cuantos maestros. Por ejemplo, Cacha¨ªto -miembro de una ilustre saga de contrabajistas de apellido L¨®pez que incluye a su t¨ªo Cachao-, capaz de estimular con sus cuerdas la elaboraci¨®n de contagiosos cha-cha-ch¨¢s y danzones majestuosos, o El guajiro Mirabal, que sopla en la trompeta esas frases cortas que atraviesan el alma. Y canta Ibrahim Ferrer alguna guaracha picarona antes de emocionar con las Dos gardenias.

Hay en Gonz¨¢lez una pulsaci¨®n prodigiosa de la mano izquierda y un fraseo con la derecha lleno de ocurrencias. Puede conversar con alg¨²n espectador al punto de olvidar poner los dedos sobre las teclas. Entonces no hay artrosis que valga: si por ¨¦l. fuera se habr¨ªa quedado toda la noche.