La juez y el fiscal dejan sin resolver el el crimen de Arganzuela

El crimen de Arganzuela va camino de convertirse en un nuevo caso sin resolver. El auto de apertura del juicio oral y la calificaci¨®n fiscal dejan sin concretar la autor¨ªa de la muerte, el 15 de mayo de 1996, de un navajazo en el pecho de David Afonso Correira, de 17 a?os, y se limitan a sentar en el banquillo a los ocho imputados bajo la acusaci¨®n de un supuesto delito de reyerta tumultuaria, penado con un m¨¢ximo de un a?o de c¨¢rcel. Esta medida implica que ni la juez de instrucci¨®n ni el fiscal han encontrado datos suficientes a lo largo de su investigaci¨®n para atribuir a alguien el homicidio.

De poco han servido las pesquisas policiales que desembocaron en la detenci¨®n de ocho j¨®venes y que convirtieron durante una semana a Hussein A. D., de 18 a?os, en el supuesto autor material del crimen. Ninguna pista permite, seg¨²n se desprende de los escritos del juez y del fiscal, apuntar a un presunto culpable del homicidio, y ello pese a que la tumultuosa reyerta, desatada en medio de un ferial ocupado por m¨¢s de mil personas, se blandieron navajas, destornilladores e incluso un hierro acabado en punta.Y as¨ª lo refleja el fiscal. En su escrito de acusaci¨®n provisional, el ministerio p¨²blico acusa a ocho j¨®venes -Eduardo G. D., Thai T. P, Mounir A. W, Salah E. C., Jamal R., Abdil G., James Mois¨¦s W S. y Hussein A. D.- de haber participado en la reyerta ocurrida en la madrugada del 15 de mayo de 1996 en el parque de Arganzuela. La disputa se desat¨® por una moneda de 500 pesetas que, supuestamente, se le cay¨® a una amiga de David Afonso. Un grupo de j¨®venes se hizo con el dinero. La negativa a devolverlo desencaden¨® la d¨ªsputa, en la que participaron, seg¨²n, algunos testigos, hasta 30 j¨®venes. Pero no fue en igualdad de armas. El fiscal recuerda que James Mois¨¦s y Eduardo emplearon un casco para golpear a sus rivales, Salah llevaba una navaja, Jamal y Abdil otra; Thai, un destornillador y Hussein, un hierro puntiagudo.

Una vez terminada la pelea, qued¨® en el suelo el cad¨¢ver de David Afonso y a su lado, dos v¨ªctimas m¨¢s: Daniel Q. N., herido de un navajazo, y Angel D. P., con contusiones. Ah¨ª acaba el relato del fiscal. Es decir, reconoce la existencia de una reyerta, que ¨¦sta fue tumultuar¨ªa y que se emplearon instrumentos que pusieron la vida de los agredidos en peligro. Pero nada m¨¢s, por lo que no s¨®lo deja sin autor el crimen, sino que la pena que solicita para los acusados ni siquiera implicar¨¢, si se confirma en el juicio, su ingreso en prisi¨®n (ninguno tiene antecedentes penales).

En este sentido, el auto de apertura de juicio oral tampoco es m¨¢s expl¨ªcito. La juez instructora se limita a sentar en el banquillo a los ocho j¨®venes citados por un supuesto delito de reyerta tumultuaria y a mantener su situaci¨®n de libertad provisional. El homicidio, as¨ª visto, queda nuevamente sin culpable.