El preso electr¨®nico
El laborismo brit¨¢nico adopta la custodia a domicilio para aliviar el hacinamiento carcelario
El joven deja la revista que est¨¢ leyendo y acerca el brazalete sujeto a su mu?eca a un aparato semejante a un tel¨¦fono de pared. Parece estar cargando una bater¨ªa en la red. Segundos despu¨¦s se prepara una taza de t¨¦ en la cocina de su domicilio. Las c¨¢maras de la BBC que le est¨¢n filmando evitan su rostro. Es un recluso liberado antes de concluir su condena y prefiere mantenerse en el anonimato. La curiosa pulsera que porta resulta ser un transmisor que emite se?ales regulares, por v¨ªa telef¨®nica a un ordenador central. Las empresas privadas de seguridad que lo custodian a instancias del Ministerio del Interior siguen as¨ª sus pasos fuera de la celda. El delincuente se convierte de este modo en una suerte de preso electr¨®nico. Un modelo ideado por el antiguo Gobierno conservador brit¨¢nico y adoptado ahora con entusiasmo por el laborismo.
Las pulseras en cuesti¨®n son como relojes digitales. Existen tambi¨¦n en forma de argolla para el tobillo. En ambos casos queda oculta, ya sea por una manga o la pernera del pantal¨®n. Su uso est¨¢ ex tendido en Suecia, Canad¨¢ y EE UU y su funcionamiento es bien sencillo. El brazalete es un transmisor personal. El su puesto tel¨¦fono de pared, una radio instalada en la casa. La misma se comunica por tel¨¦fono, durante todo el d¨ªa, con los centros de seguimiento priva dos.
Tdo el sistema ha sido programado para que las se?ales sean emitidas durante las horas del toque de queda. Si la oficina central no tiene noticias del recluso, le llamar¨¢. De haber interferencias o bien cuando el equipo sea da?ado, las firmas Securicor y Geografix, que tienen los contratos oficiales, *Pueden devolver al candidato al tribunal. Los empleados de ambas compa?¨ªas cumplen los requisitos estipulados por Interior para desempe?ar su trabajo. Securicor Custodial Services utiliza piezas servidas, por la casa estadounidense DPC. Geografl¨ª Limited ha producido las suyas.
M¨¢s all¨¢ de los detalles t¨¦cnicos, sin embargo, la mayor novedad de la custodia a distancia ata?e a los menores de edad. A partir de los 10 a?os, los delincuentes infantiles brit¨¢nicos podr¨¢n ser tambi¨¦n incluidos en un circuito electr¨®nico privado. El toque de queda les mantendr¨¢ en sus hogares gran parte del d¨ªa durante tres meses. Las agresiones y el vandalismo bastan para ser incluidos en las nuevas listas Hasta ahora, los brazaletes s¨®lo empezaban a ponerse a los 16 a?os. Los psic¨®logos a¨²n no han tenido tiempo de meditar los efectos del encierro casero en ni?os de tan corta edad. Jack Straw, titular de Interior, por el contrario, tiene bien formada su opini¨®n. "Es una alternativa viable a la c¨¢rcel o la retenci¨®n, que brindar¨¢ un cierto orden a la nueva vida que los reclusos afrontan una vez coronada la condena", ha afirmado jubiloso.
Resuelto a aliviar el actual hacinamiento carcelario hay 63.500 presos en Inglaterra y Gales (Escocia tiene su propio sistema)-, Interior ha abrazado esta ayuda tecnol¨®gica. El propio Straw calcula que unos 7.500 condenados por robos de poca monta, morosos o bien sujetos a penas inferiores a cuatro a?os pueden ser liberados en breve con dos meses de antelaci¨®n. Repartidos a lo largo del a?o sumar¨ªan cerca de 30.000 personas devueltas a sus hogares bajo ciertas condiciones. Antes de ajustar las pulseras, un equipo de expertos evaluar¨¢ cada caso para decidir si el, elegido comporta a¨²n riesgos sociales. El arresto domiciliario puede sumar hasta 12 horas diarias en una misma casa. El gran hermano electr¨®nico que se avecina no tendr¨¢ rostro, pero vigilar¨¢ estrechamente al malhechor. De quebrantarse estos pactos, el juez ordenar¨¢ la vuelta del penado a su antigua celda.Convencido de las bondades del sistema, Jack Straw piensa incluirlo en la Ley de Delitos y Des¨®rdenes. Aunque su entrada en vigor est¨¢ prevista para 1999, los jueces podr¨¢n a?adir a partir de enero la custodia electr¨®nica en las sentencias . de j¨®venes delincuentes.Parad¨®jicamente, las mayores cr¨ªticas provienen de los padres de la idea, los conservadores. Ahora consideran al laborismo demasiado blando con los maleantes. De todos modos, lejos parece quedar ya el grito de "c¨¢rceles, c¨¢rceles y m¨¢s c¨¢rceles" proferido por Michael Howard. Para el antiguo. ministro tory de Interior, las rejas eran la ¨²nica f¨®rmula segura para combatir el crimen.
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