Montoya aglutina al Merida
El Mallorca choc¨® repentinamente contra el portero argentino
El mono Montoya vol¨® sobre el estadio Romano Jos¨¦ Fouto y se reencontr¨® con el p¨²blico De hecho puso la guinda a un partido inquieto, incontrolado, ¨¢spero, escaso de f¨²tbol pero con muchas oportunidades para ambos contendientes. Montoya tuvo un inicio de campeonato titubeante, incluso escuch¨® pitos. Parec¨ªa un desprop¨®sito en un equipo necesitado de solvencia y experiencia. El mono es un portero extravagante pero tranquilo, con una capacidad enorme para levantar pasiones y que genera confianza entre los suyos. En Almendralejo fue uno de los grandes revulsivos para un grupo que parec¨ªa entregado. En M¨¦rida comienza a tener peso espec¨ªfico. Suma ya cuatro encuentros imbatido en casa, lo que se traduce en 10 puntos. Una renta nada despreciable.Ayer el M¨¦rida de Jorge d'Alessandro repiti¨® la lecci¨®n que se tiene bien aprendida. Discreci¨®n, paciencia y fuerza. Una propuesta laboral sensata en un conjunto humilde que va pacientemente a lo suyo. El Mallorca lleg¨® cargado de incertidumbre, con un oto?o que le pasa factura despu¨¦s de haber sido encumbrado. Solucion¨® discretamente un partido en el que H¨¦ctor C¨²per restituy¨® en el once inicial a Palhinha. Sirvi¨® para dotar al conjunto balear de mayor glamour ofensivo.
De entrada, ambos equipos utilizaron los mismos argumentos. Golpes largos de bal¨®n, contundencia defensiva y poquita organizaci¨®n. Fue un toma y corre con el juego descontrolado, sin un dominador nato. Hubo poca confianza por ambas partes. Sinval por los locales, y Palhinha y Valer¨®n por el Mallorca trataron de poner un poco de responsabilidad y sentido. El Mallorca lo tuvo m¨¢s claro. La actitud pasiva de Radchenko y Gabri, asfixiados en su propia incapacidad de movimientos, permiti¨® a Mena, Romero y Engonga abrir el partido, llanear sin obst¨¢culos y entregar el relevo a Palhinha y Valer¨®n.Amato se coloc¨® en sitio preferente, bascul¨®. y abri¨® puertas.
Fue una interpretaci¨®n pr¨¢ctica, porque el M¨¦rida insisti¨® en una transici¨®n lenta y el rival le presion¨® en origen, bloque¨® con diagonales en las bandas y los locales eternizaron sus salidas. Amato encar¨® puerta, Palhinha y Valer¨®n apoyaron, arriesgaron y permitieron, incluso, la llegada c¨®moda de Mena, Olaizola y Romero. Pudo Amato culminar la faena tras un pase de lujo del brasile?o, pero tampoco.
Pero el M¨¦rida tiene la virtud de no alterarse. Una frialdad tan encomiable como peligrosa, si jugadores poco dados al toque se empe?an en el pase corto. El grupo de d'Alessandro ni brilla ni entusiasma, pero no se descompone. Soporta llevar el partido a remolque y esa fuerza mental termina pasando factura al rival. El M¨¦rida se faj¨® en constancia y esfuerzo y el Mallorca se desgast¨®. Pudieron, incluso, los locales inclinar el resultado de su lado. Hubiera sido injusto, tanto como que venciera el Mallorca despu¨¦s de una segunda parte tan mediocre. Montoya puso las cosas en su sitio con tres espl¨¦ndidas acciones.
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