Del 'efecto arroz' al 'efecto caipirinha'
Parece evidente que, en lo que a las crisis financieras se refiere, los pa¨ªses de Am¨¦rica Latina no est¨¢n dispuestos a seguir el m¨¦todo del instructor de kamikazes que reclam¨® el esmero de sus alumnos advirti¨¦ndoles: "?Prestad atenci¨®n porque s¨®lo lo voy a hacer una vez!". Despu¨¦s de la experiencia mexicana de 1994, la econom¨ªa brasile?a nos aporta ahora una nueva lecci¨®n sobre la influencia de los mercados financieros globalizados, al punto de verse abocada a una encrucijada compleja con riesgo de adentrarse en una senda recesiva.La crisis iniciada a finales de octubre en algunos pa¨ªses asi¨¢ticos ha proporcionado una prueba palmaria de la globalizaci¨®n alcanzada en los mercados financieros y ha dado muestras del potencial de inestabilidad que anida en los mismos como consecuencia de la interdependencia propiciada por la libertad de movimientos de capitales. Las sacudidas especulativas desatadas frente a las monedas asi¨¢ticas propagaron una serie de turbulencias financieras que acabaron ocasionando significativas ca¨ªdas de las cotizaciones de los valores en los mercados burs¨¢tiles de multitud de pa¨ªses, al margen de cu¨¢les fuesen las condiciones econ¨®micas de los mismos. De las econom¨ªas afectadas por este proceso de especulaci¨®n global la de Brasil fue la que experiment¨® la sacudida m¨¢s severa. Adem¨¢s de registrarse en pocos d¨ªas una ca¨ªda del ¨ªndice de la Bolsa de Valores de Sao Paulo superior al 30%, la cotizaci¨®n en el exterior de los t¨ªtulos de la deuda externa se desplom¨® (el C-Bond cay¨® en un 67%) de su valor de faz) y, finalmente, las turbulencias se propagaron a los mercados de divisas que registraron una salida neta de capitales superior a los 8.000 millones de d¨®lares, amenazando la estabilidad de la moneda.
Las explicaciones respecto de las causas de este impacto tan singular del efecto arroz sobre la econom¨ªa brasile?a remiten a los dos desajustes importantes que padece el pa¨ªs: el d¨¦ficit del sector p¨²blico -4,7% del PIB en agosto- y el d¨¦ficit en cuenta corriente -3,9% en septiembre-, cuya financiaci¨®n es muy dependiente de los capitales externos. Pero, a pesar de su elevada cuant¨ªa, el d¨¦ficit en cuenta corriente se estaba financiando sin inconvenientes especiales -el nivel de reservas de divisas superaba los 60.000 millones de d¨®lares- e incluso se estaba produciendo una mejora en la calidad de la financiaci¨®n, apoyada de manera creciente en inversiones directas y pr¨¦stamos a largo plazo. Ni siquiera se vislumbraban dificultades de financiaci¨®n para 1998, a pesar de preverse un aumento del d¨¦ficit, debido a los ingresos esperados por los amplios programas de privatizaciones que atraer¨¢n significativamente inversores extranjeras.
Las autoridades econ¨®micas adoptaron medidas dr¨¢sticas e inmediatas para revertir este panorama adverso. Como primera prevenci¨®n el Banco Central decidi¨® una subida extraordinaria de los tipos de inter¨¦s a corto plazo y duplic¨® el tipo de inter¨¦s b¨¢sico desde el nivel del 20,7% al 43,4% anual. De esta manera se esperaba frenar la salida de capitales y defender as¨ª la estabilidad de la moneda. No debemos olvidar que el mantenimiento de un estricto control sobre el tipo de cambios ha sido la piedra angular del ajuste iniciado en 1993 y que permiti¨® reducir la tasa de infiaci¨®n desde 2.500% en ese a?o al 5% en la actualidad.
Tras el ajuste monetario el Gobierno anunci¨® un paquete de austeridad fiscal que contempla medidas de recorte de los gastos p¨²blicos y de aumento de los ingresos por un importe de 20.000 millones de d¨®lares, equivalente a casi el 2,5% del PIB. Con ello, no s¨®lo se reducir¨¢ el d¨¦ficit p¨²blico, sino que se conseguir¨¢ disminuir el d¨¦ficit en cuenta corriente por la v¨ªa de la desaceleraci¨®n de la actividad econ¨®mica.
Las restricciones al crecimiento futuro tambi¨¦n se ver¨¢n alimentadas por los efectos de los altos tipos de inter¨¦s en la inversi¨®n y en la compra de bienes duraderos, as¨ª como por las repercusines en los sectores productivo y financiero de la morosidad y del las dificultades financieras de las empresas. La incidencia de este factor depender¨¢ del tiempo que sea necesario mantener elevados los tipos de inter¨¦s, lo cual, a su vez, depender¨¢ de la evoluci¨®n y del grado de estabilidad que logren alcanzar los mercados financieros internacionales.El grado de volatilidad alcanzado por estos mercados dificulta los pron¨®sticos, pero no cabe duda que en el momento presente Brasil se encuentra a merced de las interpretaciones que hagan de su situaci¨®n econ¨®mica los capitales internacionales y de las turbulencias que pudiesen originarse en otros pa¨ªses. La paradoja es que el presidente Fernando Henrique Cardoso, que fue tiempos atr¨¢s un gran te¨®rico de la dependencia, tendr¨¢ que enfrentarse a la reelecci¨®n del a?o que viene con el estigna de una pol¨ªtica econ¨®mica que ha expuesto al pa¨ªs a una situaci¨®n de dependencia de los capitales internacionales y a experimentar los costos de la misma en magnitud superior a los desequilibrios econ¨®micos que padec¨ªa el pa¨ªs. Y es que, ciertamente, acabamos ignorando por el propio saber que tenemos. En una de las interpretaciones cl¨¢sicas de nuestro conocimiento econ¨®mico las entradas masivas de capitales externos aportan una muestra de la confianza de dichos capitales en las expectativas y en la pol¨ªtica econ¨®mica del pa¨ªs en cuesti¨®n. Pero en el contexto de la globalizaci¨®n financiera actual los capitales ya no parecen otorgar marchamos de confianza sino que simplemente hacen uso de la que observan y le conceden. Esto lo sab¨ªan perfectamente en Brasil, que hab¨ªan decidido imponer restricciones a las entradas de capitales con vocaci¨®n especulativa: el hot monev. Lo que no pudieron evaluar ?el nivel al que el dinero alcanza el punto de ebullici¨®n en los mercados financieros. Mientras no se alcance este misterio, o se adopten otras medidas, habr¨¢ m¨¢s pa¨ªses que seguir¨¢n sufriendo impactos que desborden sus propios hierros.
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