?Ermua?
En todo el siglo nunca ha ido a la c¨¢rcel la direcci¨®n de un partido, como ocurre ahora con HB. Excepciones: dirigentes republicanos en la c¨¢rcel, cuando el 14 de abril se proclam¨® la Rep¨²blica fueron sacados en volandas para formar gobierno. Otros republicanos, especialmente socialistas, encarcelados por el "bienio negro" de Lerroux-Gil Robles por Asturias, tambi¨¦n liberados por las eleccionesdel Frente Popular. En la guerra civil pas¨® de todo, pero esa monstruosidad no se puede poner como precedente de nada. Creo, y tengo mi derecho civil, que una condena colectiva por delitos muy dudosos para m¨ª aunque no para el Supremo, no responden a un esp¨ªritu democr¨¢tico. Parece que en estos casos hay que hacer una profesi¨®n de fe contra el terrorismo, para no ser inculpado por los sayones de la buena prensa, o para que el recorte para el ministro del Interior no sea incriminado, aunque en m¨ª son redundancia: odio el terrorismo; odio especialmente el de ETA por c¨®mo se perpetra y contra qui¨¦nes; odio los nacionalismos, sin excluir al vasco ni al espa?ol. Hubiera aceptado la exclusi¨®n de HB por la continuidad de sus actos contra la democracia, aunque no estoy seguro de que la democracia deba perseguir a los partidos antidem¨®cratas, como nunca cre¨ª que la Rep¨²blica debiera perseguira los mon¨¢rquicos, ni ¨¦stos a los republicanos.. Creo que "el esp¨ªritu de Ermua" o el de toda Espa?a, que se alz¨® contra los actos vand¨¢licos de ETA, no ped¨ªa nada de lo que se ha hecho: la conversi¨®n en caza de brujas de un partido pol¨ªtico legal y, peor a¨²n, de militantes o simpatizantes de HB, hasta en su vida privada, bajo la tremenda excusa de que un dem¨®crata no puede convivir con un antidem¨®crata. Claro que puede vivir: si no le mata el antidem¨®crata, como tantas veces. Lo que no puede ser es que se convierta en antidem¨®crata ante s¨ª mismo. Lo que entend¨ª de la oleada de manifestaciones espont¨¢neas fue que se requer¨ªa del Gobierno dos acciones inmediatas y fuertes: una, la de la actuaci¨®n dura y sin m¨¢s l¨ªmites que los legales contra ETA; otra, la profundizaci¨®n en negociaciones de paz con esos mismos criminales para que dejaran de matar. No creo que esta condena sirva para nada, ni para el prestigio de la justicia y su independencia, ni para progresar en la pacificaci¨®n del Pa¨ªs Vasco. Me parece, en cambio, que la aprobaci¨®n del Gobierno, los partidos pol¨ªticos de toda clase y los editorialistas de los peri¨®dicos hiere el sentido de la democracia.
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