Yeltsin vuelve a crear confusi¨®n con el anuncio de una dr¨¢stica reducci¨®n de sus fuerzas militares
Ayer lo volvi¨® a hacer. El presidente ruso, Bor¨ªs Yeltsin, dispar¨® de nuevo las se?ales de urgente de las agencias informativas cuando, desde la tribuna del Parlamento sueco, asegur¨® que su pa¨ªs reducir¨¢ unilateralmente, a partir del 1 de enero de 1999, las fuerzas terrestres y navales de su pa¨ªs en un 40%, especialmente en el noroeste. Poco despu¨¦s, su ministro de Exteriores, Yevgueni Primakov, ten¨ªa que salir al quite y aclaraba que el l¨ªder del Kremlin se refer¨ªa tan s¨®lo a los efectivos de una zona geogr¨¢fica concreta. "Dos unidades ser¨¢n recortadas en un 40%",precis¨®.
El titular de Defensa, el general Igor Sergu¨¦iev, aclar¨® por su parte en Bruselas, donde visitaba el cuartel general de la OTAN, que se prev¨¦n "dr¨¢sticas reducciones" en las regiones de Leningrado y Kaliningrado y en las flotas del Norte y el B¨¢ltico. Por cierto que, a su regreso a Mosc¨², se encontrar¨¢ con la petici¨®n de la Duma de que acuda a explicarle otra promesa del presidente: un desarme nuclear "unilateral" del 30% sobre lo ya pactado con Estados Unidos.Parece que Yeltsin se pas¨® de rosca en Estocolmo cuando intentaba lanzar un mensaje de tranquilidad a sus anfitriones suecos y al resto de los pa¨ªses n¨®rdicos y del B¨¢ltico, hacia los que desarrolla una ofensiva de paz mediante la que pretende convencerles de que no les hace falta ser miembros de la OTAN cuando el oso ruso est¨¢ dispuesto a brindarles su propio paraguas de seguridad.
Se trata de una garant¨ªa que m¨¢s que tranquilizar asusta, sobre todo en Letonia, Lituania y Estonia, que tuvieron que ganarse a pulso su independencia cuando ca¨ªa el comunismo y se desintegraba la URSS. El presidente ruso ofreci¨® crear un nuevo "r¨¦gimen de confianza", que incluir¨ªa maniobras militares conjuntas. Su oferta cay¨® en el vac¨ªo. La propia Suecia ha dejado muy claro que sigue su propio camino, dentro de la Uni¨®n Europea, y que favorece la entrada en la comunidad de los pa¨ªses b¨¢lticos ex sovi¨¦ticos.
El anuncio de disminuci¨®n de los efectivos terrestres y navales fue bien recibido en Suecia, como era l¨®gico. La ministra de Exteriores, Lena HjelmWallen, dijo, no muy diplom¨¢ticamente, que "estaba m¨¢s pensado" que el de desarme nuclear, y que "cualquier medida que incremente la confianza en la regi¨®n debe ser bienvenida".
En realidad, la reforma de las Fuerzas Armadas rusas actualmente en marcha ya prev¨¦ una reducci¨®n significativa de tropas, desde los 1,7 millones de hoy hasta 1,2 millones (un 30%) en el a?o 2000. Sergu¨¦iev, nombrado recientemente por Yeltsin primer mariscal de la nueva Rusia, tiene el encargo de construir un Ej¨¦rcito moderno, eficaz, con capacidad de reacci¨®n r¨¢pida y bien equipado. Lo que nadie sabe es de d¨®nde va a sacar los fondos para este milagro en un pa¨ªs al borde de la quiebra.
Arsenales at¨®micos
De seguir as¨ª las cosas, Yeltsin va a conseguir que nadie le haga caso y que sus colaboradores se harten de tener que ir detr¨¢s de ¨¦l aclarando y matizando sus explosivas declaraciones de pacifista de ¨²ltima hornada. Tan s¨®lo un d¨ªa antes, y tambi¨¦n en Estocolmo, hab¨ªa asegurado "por primera vez" que Rusia reducir¨ªa sus arsenales nucleares en un tercio adicional sobre las limitaciones ya pactadas.En esa ocasi¨®n, tuvo que ser su portavoz, Sergu¨¦i Yastrmzembski, quien sali¨® al paso para explicar que, en realidad, lo que su jefe quiso decir es que deber¨ªa avanzarse en esa direcci¨®n cuando se firmara el tratado START III. Por cierto que el START II, refrendado ya por el Senado norteamericano, sigue estancado en el Parlamento ruso. Por eso, el portavoz del Departamento de Estado norteamericano, James Rubin, dijo ayer que, antes que pensar en reducciones adicionales, hay que superar ese obst¨¢culo, aunque matiz¨®, con un cierto toque de iron¨ªa: "No estar¨ªamos en contra de cualquier reducci¨®n en las fuerzas nucleares rusas". Especialmente, le falt¨® decir, si es "unilateral", como dijo Yeltsin, y no obliga a ninguna contrapartida.
La cadena de afirmaciones espectaculares del presidente ruso y de rectificaciones posteriores en temas de pol¨ªtica exterior de gran relevancia tiene otros dos precedentes cercanos. El pasado mayo, en Par¨ªs, y ante los at¨®nitos o¨ªdos de los l¨ªderes de la OTAN, Yeltsin prometi¨® que los misiles nucleares rusos dejar¨ªan de apuntar hacia Occidente. El pasado octubre, durante la cumbre del Consejo de Europa, afirm¨® que Rusia suscribir¨ªa el tratado de prohibici¨®n total de minas antipersonas. Lo que hab¨ªa de cierto en ese anuncio puede comprobarse esta misma semana en Ottawa: Rusia no estar¨¢ entre los firmantes.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.