Hab¨ªa que negociar

EL DEBATE sobre la ense?anza de las humanidades ha pasado del callej¨®n sin salida al que parec¨ªa abocado, como reconoci¨® la propia ministra de Educaci¨®n, Esperanza Aguirre, a un razonable e indispensable acuerdo parlamentario amplio. Si cualquier pacto educativo resulta ben¨¦fico, el de la ense?anza de la historia es crucial para evitar contaminar las aulas con disputas pol¨ªticas, partidistas o raciales que nunca deber¨ªan haber saltado la verja de los colegios y los institutos.El PP, el PSOE y Coalici¨®n Canaria se han puesto de acuerdo en el Senado en varias cosas: mejorar, la ense?anza de las humanidades, realizar una evaluaci¨®n rigurosa del sistema, propiciar un debate para llegar a un consenso sobre las ense?anzas m¨ªnimas de los estudiantes espa?oles, recabar la colaboraci¨®n de la comunidad cient¨ªfica y de la educativa, respetar, las competencias auton¨®micas y reactivar la Conferencia de Educaci¨®n, en la que participan las administraciones central y auton¨®micas. Tan loables intenciones son compartidas incluso por quienes no han estampado su firma: CIU, PNV, Eusko Alkartasuna e Izquierda Unida.

Pero los firmantes se han dado de bruces con la misma piedra que dej¨® fuera a los no firmantes: la retirada o no del proyecto de real decreto de ense?anzas m¨ªnimas de geograf¨ªa e historia y de lengua y literatura para los alumnos de secundaria obligatoria (12-16 a?os). En la negociaci¨®n, el PP renunci¨® a citar concretamente el proyecto, y el PSOE, a exigir expresamente la retirada. No ha servido de mucho: el PP mantiene su texto, aunque sea revisable, y el PSOE, al igual que los nacionalistas, exige, expresamente su retirada. El momento de la verdad ser¨¢ el pr¨®ximo d¨ªa 16, cuando el Pleno del Congreso tenga que votar una proposici¨®n del PSOE que a?ade a los puntos aprobados en el Senado la solicitud de que el Gobierno retire su proyecto.

El PP no ha conjurado el riesgo de quedarse solo en la defensa de su plan, y el tiempo corre. Mientras llega ese d¨ªa, los pol¨ªticos deber¨ªan demostrar que la educaci¨®n de los adolescentes les estimula m¨¢s que las controversias partidistas. Ya que la palabra retirada lo enreda todo, ser¨ªa inteligente que unos y otros la dejaran entre par¨¦ntesis, no hicieran cuesti¨®n de honor de los folios ministeriales, los utilizaran como un documento m¨¢s de trabajo, empezaran a desarrollar los razonables puntos acordados y elaboraran alternativas reales, no retoques.

Pues al final resulta que hab¨ªa que negociar, como en su d¨ªa hicieron, mal que bien, los socialistas. ?Han merecido la pena estos dos meses de sobresaltos educativos? No, aunque han permitido entrar en un debate necesario sobre la ense?anza de las humanidades. En todo caso, no es concebible programar ense?anzas comunes sin contar con las comunidades (auton¨®micas, cient¨ªfica y educativa). El proceso resultar¨¢ m¨¢s complejo de lo que en su momento crey¨® Aguirre. Pero estas cosas no se arreglan por un decreto, aunque se regulen por un real decreto. Consensuado, eso s¨ª.