El villancico
Manzano es maquiav¨¦lico. Su dilatada carrera en las trincheras municipales, que son las que m¨¢s bregan en los avatares pol¨ªticos, le han convertido en un viejo zorro capaz de maquinar las m¨¢s truculentas y retorcidas estrategias para descolocar a la oposici¨®n y a los periodistas que le marcan estrechamente. S¨®lo desde el reconocimiento de su abultada experiencia y la sospecha fundada de que todo responde a una t¨¢ctica concienzudamente planeada, y cuyo objeto se nos escapa, puede entenderse lo del villancico de la plaza Mayor. Alg¨²n taimado fin debe necesariamente perseguir la ignominiosa interpretaci¨®n que nuestro alcalde realiza p¨²blicamente cada a?o de los c¨¢nticos navide?os en la inauguraci¨®n del mercadillo tradicional. Nadie que reflexione unos segundos sobre el particular puede creerse que una persona formada como ¨¦l y de s¨®lidas creencias religiosas pueda perpetrar semejante atentado art¨ªstico sin obtener alguna oculta compensaci¨®n. Un hombre que habla por los codos y que logra hacerse entender a gritos (como ocurri¨® d¨ªas atr¨¢s ante los 200 vecinos de Jauja que fueron a reventarle una inauguraci¨®n), alguien que asiste asiduamente a las representaciones de zarzuela y que est¨¢ acostumbrado a entonar los salmos en la misa mayor de la Almudena, un oriundo de Sevilla y criado en Madrid, no puede cantar tan rematadamente mal. "Al iniciarse diciembre, ya se ha vuelto tradici¨®n que el alcalde y Olga Ramos canten con la oposici¨®n". Esa estrofa, declamada con aullidos guturales desde el balc¨®n de la Junta de Centro, preced¨ªa a la entonaci¨®n m¨¢s despiadada jam¨¢s escuchada del famoso estribillo del "ande, ande, ande la Marimorena". Por muy morena que fuera la Mari, la cantinela resulta infame."Como en a?os anteriores, al llegar la Navidad, el alcalde de Madrid os quiere felicitar". Peor todav¨ªa. Cualquier vestigio mel¨®dico brillaba por su total ausencia para martirio de la cupletista que trataba de poner alg¨²n orden a la ca¨®tica estampida de notas musicales. Aunque pavoroso, aquello hubiera sido, por su brevedad, ciertamente soportable de no ser porque en la plaza Mayor llov¨ªa ya sobre mojado. Segundos antes, el primer mandatario de la Casa de la Villa se hab¨ªa arrancado ferozmente con una creaci¨®n espec¨ªfica para el evento de la Ramos y su hija Olga Mar¨ªa. De nada sirvi¨® el acompa?amiento musical de la megafon¨ªa ni el auxilio profesional que en todo momento le prestaron las dos artistas. Manzano, tras una alocuci¨®n t¨¦cnicamente inaudible sobre las bondades de la Navidad (que fue muy celebrada y aplaudida), anunci¨® a los presentes que "ahora, siguiendo la tradici¨®n, vamos a cantar". Tuvo incluso el valor (algunos creen que la decencia) de pedir a los presentes que se pusieran algo en los o¨ªdos "para evitar", seg¨²n dijo, "que salieran da?adas sus mentalidades". Nadie hizo caso de la chanza y pronto comprendieron la magnitud del error que hab¨ªan cometido. El se?or alcalde atac¨® inclemente con una especie de graznido en el que supuestamente entonaba: "Qu¨¦ bonita tradici¨®n, que nunca debe faltar, ven a la plaza Mayor al llegar la Navidad". Era s¨®lo el principio. Despu¨¦s llegar¨ªa, con creciente grado de distorsi¨®n: "Todo un mundo de ilusi¨®n aqu¨ª podr¨¢s encontrar, ven a la plaza Mayor con los ni?os a pasear". Pat¨¦tico. A¨²n le seguir¨ªa otra estrofa de parecida factura y un apoteosis final en do sostenido que acab¨® por convencer a buena parte de los asistentes de que el alcalde apu?alaba la tonadilla deliberadamente. S¨ª, Manzano lo hace cada a?o peor y lo hace aposta. Es m¨¢s, lejos de molestarle, algunos malpensados hemos cre¨ªdo ver en su semblante un rictus de satisfacci¨®n, y hasta una mueca de triunfo o de victoria tras escuchar una cr¨ªtica a sus facultades canoras.
He llegado al convencimiento de que el alcalde se burla cada a?o de todos los que por un motivo u otro estamos pendientes de lo que dice o hace. Ignoro cu¨¢l es su objetivo final, pero de momento logr¨® arrastrar a su perversi¨®n a dos concejales de la oposici¨®n a los que hizo cantar, con un resultado igualmente abyecto, e incluso algunos periodistas parec¨ªan dispuestos a participar en el esperpento haciendo de corifeos en pr¨®ximas ediciones. Un peligroso avance en la p¨¦rfida estratagema del alcalde. Ese inocente villancico puede ser diab¨®lico.
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