Una peque?a isla clama ante la amenaza del mar

Nauru es un peque?o pa¨ªs del Pac¨ªfico, un atol¨®n situado a 3.000 kil¨®metros al noroeste de Australia. La superficie de esta isla-Estado no supera los 21 kil¨®metros cuadrados y su poblaci¨®n en 1990 alcanzaba los 9.300 habitantes. "La franja costera en que vive mi pueblo se eleva s¨®lo dos metros sobre el nivel del mar", explic¨® ayer a los delegados de 160 estados reunidos en la cumbre de Kioto el presidente de la Rep¨²blica de Nauru, Kinza Clodumar. Este islote, cuya riqueza y alto producto interior bruto se debe a la explotaci¨®n minera intensiva de los fosfatos, a punto de agotarse, es especialmente vulnerable al cambio clim¨¢tico dado que la consiguiente subida del nivel del mar amenaza directamente su existencia."Durante m¨¢s de 5.000 a?os, mi pueblo ha habitado lo que los marineros del pasado llamaban la Isla Placentera", dijo Clodumar en su emotivo discurso como hu¨¦sped de honor. "Pero el siglo XX no ha sido gentil con nuestra isla. Primero perdimos nuestra tierra, el 80% de mi pa¨ªs ha sido destruido por la miner¨ªa de f¨®sfatos, iniciada por los poderes coloniales. Mi pueblo ha sido confinado en la estrecha franja que separa a la escombrera de nuestra madre la mar".

Los habitantes de Nauru tienen ahora delante una nueva amenaza: lo que su presidente calific¨® de "terror¨ªfica inundaci¨®n de proporciones b¨ªblicas".

Nauru pertenece a la Alianza de los Peque?os Estados Insulares (AOSIS), que quiere la reducci¨®n m¨¢s dr¨¢stica de cuantas han sido propuestas para las emisiones de gases de efecto invernadero que provocan el calentamiento de la tierra: un 20% de reducci¨®n en el 2005 respecto a los niveles de 1990.

La AOSIS est¨¢ integrada por 35 pa¨ªses, casi un quinto de los Estados de la Convenci¨®n, como record¨®, en nombre de la alianza, Sale Tagaloa, ministro de Samoa. Adem¨¢s del peque?o Nauru, otras tierras del Pac¨ªfico, del Caribe y del Oc¨¦ano ?ndico est¨¢n igualmente amenazadas por el calentamiento global y el consiguiente aumento del nivel del mar. "Ninguna otra cuesti¨®n medioambiental merece un nivel m¨¢s alto de compromiso internacional", afirm¨® Tagaloa refiri¨¦ndose al cambio clim¨¢tico.

"?D¨®nde est¨¢ el liderazgo para dirigir ese compromiso? ?D¨®nde est¨¢ la humilde aceptaci¨®n de la responsabilidad? Tristemente, parece que en este momento ambas est¨¢n ausentes", dijo el portavoz de AOSIS se?alando a los pa¨ªses desarrollados.

La otra gran alianza de pa¨ªses en desarrollo en la Convenci¨®n es el G-77 m¨¢s China, que incluye a 132 Estados. A diferencia de la AOSIS, el G-77 es muy heterog¨¦neo: intenta coordinar intereses bien distintos. All¨ª est¨¢n desde los pa¨ªses productores de petr¨®leo hasta casi todos los de ?frica, una de las regiones de la Tierra m¨¢s vulnerables al cambio clim¨¢tico, como afirman los informes cient¨ªficos.

El G-77 exige un compromiso de reducci¨®n fuerte por parte de los pa¨ªses desarrollados, ayuda financiera para acometer el problema en las naciones en desarrollo y transferencias de tecnolog¨ªas, como ha explicado, actuando de portavoz del G-77 en la conferencia de Kioto, el representante de Tanzania. S¨®lo despu¨¦s de que los pa¨ªses industrializados (y responsables del cambio clim¨¢tico inducido, por sus emisiones hist¨®ricas) asuman compromisos vinculantes de reducci¨®n, puede exig¨ªrseles a ellos un esfuerzo, dice el G-77.

Se dan, sin embargo, situaciones inc¨®modas en este grupo debido a la diversidad de posturas que intenta conjugar. Por ejemplo, la petici¨®n de una compensaci¨®n econ¨®mica que presentan los pa¨ªses productores de petr¨®leo si se imponen las medidas de ahorro y eficacia energ¨¦tica.