V¨ªdeo
F?LIX DE AZ?A
Durante estas ¨²ltimas semanas se han multiplicado las declaraciones sobre la inmoralidad de difundir o incluso de mirar el v¨ªdeo del chantaje, aparte de su ilegalidad. Los ponentes apelan a un humanismo difuso, pero transmiten un exhibicionismo ¨¦tico tan imp¨²dico como el v¨ªdeo. ?De qu¨¦ sirve mostrarse ¨ªntegro en este asunto? ?Va ello en favor del perjudicado? ?Le libra de alg¨²n dolor? Muchos sermones que he le¨ªdo son ret¨®ricos: no intentan reparar el da?o, sino exhibir la liberalidad del ponente. Pero para evitar el da?o, la v¨ªctima no deber¨ªa haber buscado auxilio en la justicia, sino en un instrumento m¨¢s eficaz. Cualquier ciudadano sabe que la justicia de este pa¨ªs tiene la misma relaci¨®n con la justicia que las democracias populares con la democracia. ?Por qu¨¦ acudi¨® la v¨ªctima a una maquinaria que s¨®lo persigue mantenerse a s¨ª misma a salvo de s¨ª misma? Si en verdad hubiera querido evitar el da?o deber¨ªa haberse cobijado bajo la instituci¨®n art¨ªstica. Vivimos en tiempo de canallas; sirva esto de consejo para futuras v¨ªctimas.En lugar de denunciar el v¨ªdeo como un ataque a su intimidad sexual, la pr¨®xima v¨ªctima debe presentarlo en una galer¨ªa de arte como exhibici¨®n de su creatividad. Las escenas del v¨ªdeo una vez transformadas en performance dejan de ser perversas y se convierten en geniales. Todos los d¨ªas pueden verse im¨¢genes sexuales mucho m¨¢s imaginativas y audaces en lugares de alt¨ªsima honorabilidad. Por ejemplo, en el interesante trabajo de Juan Vicente Aliaga titulado Bajo vientre, publicado por el Departamento de Cultura, Educaci¨®n y Ciencia de la Generalitat Valenciana. Muy pocos conocen el potencial de desocultaci¨®n que subyace bajo la palabra arte. Poqu¨ªsimos saben usarlo. Y luego pasa lo que pasa.
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