M¨¢s f¨¢cil de lo esperado

Sin prisas. El Madrid no sali¨® a presionar arriba, dejando claro Heynkes que enfocaba el partido sin prisas. El tempranero gol de Hierro le reafirm¨® en su planteamiento. Los madridistas orientaron su juego hacia la banda derecha por donde ten¨ªan m¨¢s facilidades para progresar. Se desenvolv¨ªa bien hasta que llegaba al ¨¢rea donde le falt¨® agilidad mental para encontrar el pase definitivo.Mal arreglo. La actitud del Oporto fue tan desesperante como su lentitud. Regal¨® el bal¨®n y tres cuartas partes del campo. Acumul¨® defensa cercando su propia ¨¢rea. Permiti¨® que el Madrid maniobrara a sus anchas.

M¨¢s alegre. Sin un gran desgaste controlaba el partido con claridad. Suker, con gran movilidad y muy participativo, consigui¨® un gran gol, evidenciando su intuici¨®n rematadora. Tras el segundo tanto, el Madrid realiz¨® un f¨²tbol m¨¢s alegre. Su juego se hizo m¨¢s colectivo. Roberto Carlos, algo conservador hasta entonces, se anim¨® a incorporarse al ataque. Cuando tuvieron la clasificaci¨®n asegurada, los madridistas abusaron de las acciones individuales, lo que rest¨® brillantez a su juego.

Ninguna preocupaci¨®n. Iniciar los ataques a 80 metros de la porter¨ªa contraria y a base de toques cortos no fue la mejor f¨®rmula para jugarle al Madrid. S¨®lo consigui¨® acercarse cuando el equipo blanco se relaj¨® con el 3 a 0.

Con comodidad. De haber sabido la predisposici¨®n con la que iba a afrontar el partido el equipo portugu¨¦s, no hubiera existido tanta preocupaci¨®n. Fue m¨¢s f¨¢cil de lo esperado.