Ir¨²n se volc¨® en apoyo a la familia de Jos¨¦ Luis Caso

El n¨²mero 12 de la calle Juan Arana de Ir¨²n, domicilio de Jos¨¦ Luis Caso, se convirti¨® ayer en un espejo de la solidaridad. Mientras las persianas del bar Tranche, donde fue asesinado el concejal del Partido Popular en Renter¨ªa, permanec¨ªan precintadas, un centenar de personas se concentraron en silencio ante su casa, custodiada por dos ertzainas. Eran los representantes del poder p¨²blico local, blanco favorito de la violencia de ETA. La casualidad hizo coincidir en Ir¨²n la muerte del concejal con la asamblea anual de Eudel (Asociaci¨®n de Municipios Vascos).Entre los responsables municipales asomaba la cara, ya muy conocida, del alcalde de Ermua, Carlos Totorika, que supo aglutinar el dolor de sus vecinos tras el asesinato de Miguel ?ngel Blanco y ayer manifest¨®: "Creo que debemos hacer un esfuerzo para que la violencia acabe, y si eso beneficia al PP o al que sea, da lo mismo. Nos debe guiar la unidad de los dem¨®cratas. La sociedad vasca debe decirle a HB que mientras no denuncie a violencia no la vamos a admitir en ning¨²n ¨¢mbito de gesti¨®n".

Tambi¨¦n se concentraron el alcalde de Ir¨²n, Alberto Buen, y su hermano Miguel, primer edil de Renter¨ªa. Los rostros de los miembros de Eudel denotaban la preocupaci¨®n de quien se siente en el punto de mira de los terroristas. La concentraci¨®n finaliz¨® a las 11,45, diez minutos antes de que el f¨¦retro con los restos de Jos¨¦ Luis llegara al Tanatorio del Bidasoa.

Capilla ardiente

Una hora despu¨¦s, los familiares del concejal asesinado, que permanecieron en su domicilio toda la ma?ana, subieron a un Patrol y se fueron a la capilla ardiente. La viuda se escond¨ªa tras unas gafas de sol e intentaba evitar las c¨¢maras cubriendo su rostro con las manos.Numerosas autoridades acudieron al tanatorio. Entre ellas, el ministro del Interior, Jaime Mayor Oreja. "Lo ¨²nico irreparable es el dolor de una familia", dijo a la salida. "El Gobierno no va a modificar su pol¨ªtica antiterrorista, porque estas acciones de ETA son salvajes, pero demuestran que vamos en la buena direcci¨®n".

Ante la comprensible inquietud de los ediles del PP, el ministro admiti¨® que "se est¨¢n tomando medidas, pero es evidente que la seguridad de un colectivo tan importante tiene limitaciones". Tambi¨¦n acudieron a la capilla ardiente el coordinador del PP, ?ngel Acebes, el delega do del Gobierno en Euskadi, Enrique Villar, y el vicepresidente Francisco ?lvarez Cascos. "M¨¢s all¨¢ del dolor, ETA no ha conseguido nunca, no consigue y no va a conseguir ninguno de los objetivos terroristas", dijo.

El velatorio ¨ªntimo que deseaba inicialmente la familia se convirti¨® al final en un acto p¨²blico por la fuerza de los acontecimientos. Y al igual que ocurri¨® en Ermua, aunque en menor dimensi¨®n, los j¨®venes de Ir¨²n se lanzaron a la calle.

Ante el anuncio de que el Ayuntamientamiento hab¨ªa convocado un pleno extraordinario, se concentraron en la plaza del Ensanche y recorrieron la ciudad con carteles de "Basta ya" y una pancarta que rezaba: "Por el derecho a la vida y a las libertades". La manifestaci¨®n fue engordando calle a calle hasta concluir frente a la casa consistori¨¢l. Dentro del Ayuntamiento, todos los partidos pol¨ªticos, a excepci¨®n de HB, aprobaron un comunicado de condena."En la semana de los Derechos Humanos, ETA ha vuelto a conculcar el primero de ellos, el derecho a la vida", dec¨ªa el texto. Y siguiendo con el esp¨ªritu de Ermua el consistorio fue tajante: "Si HB no condena el asesinato de representantes del pueblo democr¨¢ticamente elegidos, deber¨¢ abandonar las instituciones municipales en las que no cree".

En una localidad de 55.000 habitantes, gobernada por los socialistas y con tres concejales de HB, todos se conocen. En tres bares de la plaza del Ensanche, donde Jos¨¦ Luis tom¨® sus ¨²ltimas copas, no daban cr¨¦dito a lo sucedido. El edil sol¨ªa frecuentar dichos establecimientos, situados a unos 200 metros de su casa y de donde lo mataron.

"Era un hombre sencillo, sin pelos en la lengua y siempre iba con la verdad pordelante", dec¨ªa un conocido. "Gritaba a voces su ideolog¨ªa y eso es lo que le ha perdido", apuntaba otro. Pero los vecinos del n¨²mero 12 de Juan Arana prefirieron no hablar. Al salir del inmueble trataban de eludir las preguntas de los periodistas y la visi¨®n del bar Tranche, donde Caso fue asesinado.