El grito de la generaci¨®n del 27

El grito fue ?Viva don Luis!, y lo lanz¨® un grupo de j¨®venes poetas en Sevilla, hace 70 a?os, para reivindicar la figura de Luis de G¨®ngora, de cuya muerte se cumpl¨ªan entonces 300 a?os. Aquella c¨¦lebre aventura intelectual, que culmin¨® el 16 y el 17 de diciembre de 1927 en el Ateneo, fue "el primero y m¨¢s concreto acto p¨²blico" (en palabras de D¨¢maso Alonso) del grupo que se iba a llamar generaci¨®n del 27. El sevillano Luis Cernuda y otros poetas agrupados en torno a la revista Mediod¨ªa se unieron a siete airados excursionistas que llegaban de Madrid: Jos¨¦ Bergam¨ªn, Juan Chab¨¢s, Jorge Guill¨¦n, Gerardo Diego, D¨¢maso Alonso, Federico Garc¨ªa Lorca y Rafael Alberti. Empezaron hablando de G¨®ngora, y acabaron imponiendo su voz, mostrando los nuevos caminos que marcaban su genio, su humor y su poes¨ªa de alt¨ªsimos vuelos.La Residencia de Estudiantes (organizadora) y la Junta de Andaluc¨ªa (como patrocinador) conmemoran ahora aquella cita crucial con la exposici¨®n ?Viva don Luis! (1927, de G¨®ngora a Sevilla), que desde el martes 16 y hasta el 15 de febrero ense?a 121 documentos (22 cartas -algunas in¨¦ditas-, 37 libros, revistas, manuscritos, fotos, partituras... ) y 16 cuadros. ?stos combinan retratos de participantes en el homenaje y obras de los colaboradores en el monogr¨¢fico G¨®ngora de la revista Litoral. Hay un dibujo de Dal¨ª, tres retratos de Gregorio Prieto (el de Alberti que se reproduce aqu¨ª, uno de Chab¨¢s y otro de Guill¨¦n), dos obras de Jos¨¦ Moreno Villa y una de Francisco Bores, Herriando Vi?es, Ram¨®n Gaya, Manuel ?ngeles Ortiz, Palencia y Joaqu¨ªn Peinado. Se puede ver, adem¨¢s, la partitura que Falla compuso para el homenaje: Soneto a C¨®rdoba.

"Es un viaje bibliogr¨¢fico y pl¨¢stico que narra la relaci¨®n entre el pasado y el presente literario y acaba en la toma de conciencia del grupo del 27 como una voz nueva". As¨ª describe el comisario de la muestra, Andr¨¦s Soria Olmedo, catedr¨¢tico de la Universidad de Granada, la visita a la Casa de Murillo (Santa Teresa, 8), que se divide en cinco apartados. El primero, G¨®ngora reivindicado (antecedentes), explica el contexto previo. La doctrina oficial (Men¨¦ndez Pelayo) condenaba a G¨®ngora por el "aflictivo nihilismo po¨¦tico" encubierto bajo Ias pomposas apariencias de su poes¨ªa". Pero la historia de la poes¨ªa viva, al contrario, lo aprecia ya desde finales del XIX. El simbolismo franc¨¦s lo asocia a Mallarm¨¦ y a El Greco, y Rub¨¦n Dar¨ªo lo recupera para la lengua espa?ola.

G¨®ngora reivindicado (vanguardismo y filolog¨ªa) narra el doble camino que proponen los j¨®venes poetas: estudiar y dar a conocer a G¨®ngora a trav¨¦s del rigor filol¨®gico y la agitaci¨®n vanguardista. As¨ª, mientras Alonso edita y comenta Soledades, Alberti y Diego glosan, en La arboleda perdida y la revista Lola, numerosos actos de provocaci¨®n. Entre ellos, un Auto de fe inspirado en tres monigotes de Moreno Villa -el erudito topo, el catedr¨¢tico marmota y el acad¨¦mico crust¨¢ceo-, la quema real y metaf¨®rica de libros antigongorinos; los juegos de agua contra la Academia (uno de los que m¨¢s se emplea es el futuro director de la casa, D¨¢maso Alonso) y un funeral falso pero con cura real: le da el p¨¦same a Bergam¨ªn.

Revistas y creadores muestra la traslaci¨®n del homenaje a las publicaciones serias (Revista de Filolog¨ªa Espa?ola y Bolet¨ªn de la Academia de C¨®rdoba), actuales como La Gaceta Literaria, aparecida ese mismo a?o, y propias: Verso y prosa (Murcia) y Litoral (M¨¢laga). ?sta recoge el tributo m¨¢s vivo (poemas, cuadros y m¨²sica), con Picasso y Falla encabezando una lista de lujo: Gris, Dal¨ª, Manolo Hugu¨¦, Alberti, Lorca, Cernuda, Diego, Prados, Altolaguirre...

Tambi¨¦n hubo lugar para los toros. Un poco por azar y otro poco por mediaci¨®n de Coss¨ªo, se unen al grupo el "torero amigo" y dramaturgo Ignacio S¨¢nchez Mej¨ªas, y el conde, poeta y ganadero Fernando Villal¨®n. Aire de Roma andaluza: po¨¦tica y toros incluye fotos y textos que explican c¨®mo los taurinos abren su mundo a los poetas (Mej¨ªas invita a Alberti a torear) y c¨®mo ¨¦stos alientan y alimentan la vocaci¨®n literaria de los taurinos.

El final llega con Sevilla, capital de la poes¨ªa espa?ola, y la presencia de autores como Cernuda, Joaqu¨ªn Romero y Murube, Romero Mart¨ªnez, Rafael Laff¨®n o Adriano del Valle, antesala del fin de trayecto: una gran ampliaci¨®n del poema Unos amigos, de Jorge Guill¨¦n, escrito en 1973.