El reciente cine ingl¨¦s trae un nuevo aire de realismo social a las pantallas
El ¨¦xito de 'Full monty', s¨ªntoma de la pujanza del g¨¦nero
"No somos guapos, pero la gente hace cola para vernos". Pocas veces un lema publicitario ha acertado tanto con la definici¨®n de un cine como el brit¨¢nico, que triunfa en Europa a base de una receta de comedia agridulce, realismo social, bajos presupuestos y actores desconocidos, pero muy profesionales. Es decir, todo lo contrario del espectacular y, en muchas ocasiones, vac¨ªo cine de efectos especiales de Hollywood. El citado anuncio de Full monty, una l¨²cida y divertid¨ªsima pel¨ªcula que han visto ya m¨¢s de dos millones de espectadores espa?oles, demuestra que un estilo que parec¨ªa tan desfasado como el realismo social hace furor.
Un variopinto grupo de parados de una zona minera de Inglaterra decide montar un espect¨¢culo de strip-tease masculino s¨®lo para mujeres con el objetivo de salir de la miseria. A partir de ese momento, sus vidas adquieren otro sentido. Encabezado por el ¨²nico actor conocido, Robert Carlyle (La canci¨®n de Carla, de Ken Loach), un equipo de magn¨ªficos secundarios a las ¨®rdenes del director debutante Peter Cattaneo (Londres, 1963) ha arrasado con una historia que conjuga primeros planos narrativos y peripecias individuales con el paisaje de fondo de una ciudad (Sheffield) devastada por la crisis industrial. Premios en varios festivales europeos y un impresionante ¨¦xito de taquilla en muchos pa¨ªses, comenzando por el Reino Unido, donde ya ha recaudado 7.884 millones de pesetas, avalan la frescura del cine brit¨¢nico actual.No deja de resultar sintom¨¢tico que mientras el yate real Britannia, emblema del poder¨ªo brit¨¢nico durante 44 a?os, concluye su ¨²ltima misi¨®n, pel¨ªculas politizadas que arremeten contra el sistema, como Full monty, Tocando el viento, de Mark Herman (Yorkshire, 1954), Secretos y mentiras o Dos chicas de hoy, de Mike Leigh (Salford, 1943), ofrezcan una visi¨®n dura e iconoclasta de la Inglaterra de hoy. "Supongo que en un d¨ªa soleado, desde aqu¨ª, divisas la lucha de clases", exclama Hannah al ver un piso de lujo en la orilla m¨¢s distinguida del T¨¢mesis. Una frase que demuestra que el cine radical no est¨¢ re?ido con el humor.
Este pujante resurgir del cine brit¨¢nico, cuyo ¨²nico precedente se encuentra en los airados directores del free cinema de los a?os sesenta, discurre en paralelo a los profund¨ªsimos cambios que ha vivido el Reino Unido en los ¨²ltimos a?os. Despu¨¦s de que los Gobiernos conservadores de Margaret Thatcher y John Major devastaran las esperanzas de una generaci¨®n entera, los brit¨¢nicos comienzan a despertar de la modorra tory. Los laboristas barrieron en las elecciones del pasado mayo; la monarqu¨ªa vive sus horas m¨¢s bajas tras la muerte de Diana de Gales; se discuten estatutos de autonom¨ªa para Escocia y Gales; y las negociaciones a m¨²ltiples bandas tratan de cerrar la herida abierta en el Ulster. La vieja Union Jack se transforma, no cabe duda.
De este modo, el paisaje real y realista del Reino Unido estalla en las pantallas de la mano de directores que, en casos como Cattaneo o Herman, eran apenas unos jovencitos cuando comenz¨® a gobernar la dama de hierro. Formados en la televisi¨®n los realizadores o en las mod¨¦licas escuelas interpretativas los actores, plasman relatos cotidianos, historias de la vida, con una fuerza cinematogr¨¢fica que no tiene parang¨®n en Europa. Los personajes son obreros en paro, estudiantes sin futuro, amas de casa amargadas o mineros en huelga, y las ambientaciones discurren, por aquello del presupuesto, en interiores s¨®rdidos de barrios perif¨¦ricos. Narraciones de perdedores, en suma, pero que afronta el futuro con rabia e iron¨ªa. Una sabia mezcla que ha conectado con millones de espectadores, desde Australia a Espa?a, pasando incluso por Estados Unidos.
"El cine realista es m¨¢s interesante que las fantas¨ªas de cualquier director. Una pel¨ªcula debe ser honesta y veraz". As¨ª de rotundo se ha mostrado m¨¢s de una vez Ken Loach (Londres, 1936), aut¨¦ntico maestro y punto de referencia de los nuevos directores brit¨¢nicos. Declaradamente de izquierdas, odiado por el poder, inconformista, Loach ha trazado una trayectoria coherente que cuenta con t¨ªtulos como Agenda oculta (1990), Riff raff (1991), Lloviendo piedras (1993) o la impresionante Tierra y libertad (1995). Loach se ha convertido, sin duda, en el mejor cronista de la clase obrera brit¨¢nica y no ha eludido asuntos tan espinosos como el IRA. Y su valiente actitud ha creado escuela.
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