Remontada valiente
Todos enfermos. Como si de un virus de tratara, los jugadores del Atl¨¦tico fueron contagi¨¢ndose uno tras otro. Los primeros s¨ªntomas de lo que se le ven¨ªa encima empezaron por el centro de la defensa. Andrei y Santi estuvieron desconocidos. Otro afectado fue Pantic, que pr¨¢cticamente estuvo desaparecido. Caminero s¨®lo se dedic¨® a defender. Aguilera fue el ¨²nico que mostr¨® buena salud.Encarrilado. El Tenerife mov¨ªa el bal¨®n desde atr¨¢s con fluidez. Diversificaba bien el juego, profundizando tanto por dentro como por las bandas. Los tres centrales controlaban a los puntas atl¨¦ticos. Robaina dio continuas muestras de su clase. Abasteci¨® de buenos balones a Makaay y Kodro, quienes con gran movilidad y velocidad pusieron en constantes aprietos a la defensa colchonera. Se fueron a la caseta con el partido encarrilado.
Con valent¨ªa. Aun a riesgo de sufrir graves consecuencias, el Atl¨¦tico encar¨® la segunda parte con valent¨ªa. Aument¨® el potencial ofensivo dejando s¨®lo a tres defensas y en ocasiones a dos. Antes del gol de Jos¨¦ Mari ya hab¨ªa dispuesto de cuatro ocasiones claras pero tuvo que esperar hasta el final para lograr lo que se mereci¨®, cuando menos.
Incomprensible. Tras el descanso, el Tenerife no supo apuntillar al Atl¨¦tico. Le falt¨® serenidad y acierto para sacar provecho de los riesgos asumidos por los rojiblancos en defensa. Se volvi¨® conservador. Incomprensiblemente cedi¨® terreno y jug¨® al patad¨®n, olvid¨¢ndose de tocar. Tampoco se explica la decisi¨®n de Artur Jorge de sacar del terreno de juego a Robaina y Kodro.
Orgullo. Al Atl¨¦tico no le condicion¨® jugar, con uno menos. La roja con atenuantes de Caminero no fue decisiva. Otra cosa habr¨ªa sido si el ¨¢rbitro hubiera decidido hacer lo mismo con Molina tras el penalti. La reacci¨®n del equipo rojiblanco estuvo llena de orgullo.
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