Colaboracionismo
El atentado del jueves pasado por la noche contra la vida de un concejal del Partido Popular en el Pa¨ªs Vasco ha desatado un vendaval de reacciones y efectos en cascada, entre los que destaca la gran manifestaci¨®n antiterrorista celebrada el s¨¢bado en San Sebasti¨¢n. Y se han generado as¨ª unos ecos medi¨¢ticos que, al multiplicarse dram¨¢ticamente removiendo la memoria ciudadana, han terminado por crear una reedici¨®n del mismo efecto Ermua que sacudi¨® en julio la conciencia colectiva. Ahora bien, cabe interrogarse si no era esto mismo lo que en realidad buscaba ETA, al apretar el gatillo contra el infortunado concejal, pues los terroristas no pod¨ªan ignorar la catarsis p¨²blica que su gesto esc¨¦nico estaba destinado a provocar.De ser esto as¨ª, ?qu¨¦ tipo de mensaje es el que los terroristas han querido enviar envuelto en el sobre de un aciago asesinato pol¨ªtico? ?Acaso quer¨ªan agradecerles a los nacionalistas vascos sus airadas cr¨ªticas de protesta contra la sentencia del Tribunal Supremo que condenaba a los dirigentes de HB por su colaboraci¨®n con ETA? ?O es que quer¨ªan devolverle al Gobierno el favor de acercar 15 de sus presos al Pa¨ªs Vasco? ?Pretend¨ªan celebrar el acercamiento entre HB y los sindicatos nacionalistas vascos, que, al convocar actos unitarios este fin de semana, promet¨ªa facilitar un futuro entendimiento pol¨ªtico entre los abertzales radicales y los moderados? ?O se trataba, en fin, de tapar escenogr¨¢ficamente los demoledores efectos que sobre la imagen de ETA ha tenido la impecable sentencia del Supremo?
Parece ocioso especular intentando adivinar el pensamiento de unos terroristas cuyo ¨²nico inter¨¦s reside en seguir haciendo escuchar su macabro mon¨®logo ritual: "Mato, luego existo". Pues lo m¨¢s sensato que cabe hacer en estos casos es apretar los dientes, contar las bajas y rehacer de nuevo los planes de la lucha contraterrorista. Tres son los frentes que est¨¢n abiertos, sin cuyo com¨²n concurso no podr¨¢ ganarse nunca la batalla final: el policial, el pol¨ªtico y el social. En el frente policial, las cosas no parecen ir mal, a pesar de que este atentado hace ya el n¨²mero 13 del a?o. En cambio, en los otros dos frentes las cosas marchan bastante peor.
En el frente pol¨ªtico hay una sola estrategia de ¨¦xito probado, que es la unidad de todos los dem¨®cratas contra Herri Batasuna. Por desgracia, los partidos pol¨ªticos s¨®lo respetan esta unidad con ocasi¨®n de los entierros y dem¨¢s ceremonias f¨²nebres a las que son convocados por los cr¨ªmenes de los terroristas. Pues, en cuanto su luto se alivia (lo que sucede al borrarse su recuerdo de las primeras p¨¢ginas), regresan de inmediato a escenificar su c¨®mplice divisi¨®n pol¨ªtica. Y aqu¨ª hay dos responsables principales. Ante todo, los nacionalistas moderados, que, entre crimen y crimen, se permiten hacer gestos de apaciguamiento hacia los terroristas. Y, sobre todo, el Gobierno central, que no duda en negociar el apoyo parlamentario que le brinda el PNV sin condicionarlo a su cooperaci¨®n antiterrorista. Pues la f¨®rmula de pacificaci¨®n es bien sencilla: cupo y concierto econ¨®mico a cambio de total colaboraci¨®n contra ETA. El resto es literatura.
Queda el frente social: el necesario aislamiento de las bases sociales y la trama civil que apoya a los terroristas. Para que la ciudadan¨ªa vasca protagonice la resistencia contra ETA, expulsando a los colaboracionistas de sus filas, hace falta un liderazgo social que el PNV no est¨¢ sabiendo desempe?ar, dada su cobard¨ªa para enfrentarse ideol¨®gicamente con los terroristas; de ah¨ª su tibieza, su apaciguamiento y su ambig¨¹edad. Dado que tampoco los socialistas son capaces de dar la cara, afectados como est¨¢n por su mala conciencia, s¨®lo queda el PP como ¨²nico partido capaz de liderar moralmente a los vascos en su resistencia contra la coacci¨®n etarra. Hace falta, pues, que los vascos den su voto mayoritario al partido de Mayor Oreja, y no porque sea hoy el partido de las v¨ªctimas, sino por ser el ¨²nico capaz de desafiar moralmente a sus verdugos. Los otros se limitan a pontificar.
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