Cuesti¨®n de educaci¨®n

LA REFERENCIA del ministro del Interior a la necesidad de un "proyecto compartido" entre las fuerzas pol¨ªticas democr¨¢ticas debe ir mucho m¨¢s all¨¢ de la localizaci¨®n exclusiva del Pa¨ªs Vasco en que Jaime Mayor Oreja la situaba en la entrevista que EL PA?S publicaba ayer. Es evidente que all¨ª esa posibilidad favorecer¨ªa de manera inestimable la lucha contra el terrorismo de ETA, y es lo que ha reclamado la multitudinaria manifestaci¨®n en San Sebasti¨¢n en protesta por el asesinato del concejal del PP Jos¨¦ Luis Caso. Pero se trata de un concepto que hay que retomar en muchas cuestiones de Estado, en l¨ªnea opuesta a la de quienes promueven la crispaci¨®n.Hemos tenido que esperar a que Mayor hablara para escuchar, al fin, a un alto responsable del PP calificar de "disparate" la descalificaci¨®n por parte de La Moncloa, y ampliamente amplificada por sectores del PP, del secretario general del PSOE, Joaqu¨ªn Almunia, tras su entrevista del pasado martes con el presidente del Gobierno. Almunia, sin embargo, no perdi¨® la compostura ante el alud de cr¨ªticas. Tras el c¨ªnico ataque, no ha descalificado la pol¨ªtica antiterrorista del Gobierno, sino que la ha apoyado, y en otros asuntos de Estado ha brindado su plena colaboraci¨®n al Ejecutivo: bien al suscribir la plena integraci¨®n de Espa?a en la nueva estructura militar de la OTAN al considerar cumplidas las condiciones exigidas por el Parlamento, bien al sostener la postura que Aznar, llevaba al Consejo Europeo de Luxemburgo en defensa de claros intereses nacionales, a pesar de las diferencias que puedan tener ambos sobre el modelo deseable de Europa.

Resulta comprensible que haya diferencias entre los grandes partidos sobre cuestiones de Estado -es la esencia de la democracia-, pero estas diferencias no deben ser utilizadas como armas arrojadizas en la lucha pol¨ªtica. Los partidos no deber¨ªan enredarse en gestos desabridos que de nada sirven para mejorar las cosas y s¨®lo contribuyen a dilapidar la paciencia de los administrados.

El Partido Popular, el PSOE y los otros partidos tienen ma?ana en el Congreso la oportunidad de volver a cultivar el terreno quemado estos d¨ªas, cuando debatan el proyecto sobre la ense?anza de las humanidades y en particular de la historia. En este frente, como en otros, no s¨®lo es imaginable, sino firmemente exigible que los partidos renuncien a las escaramuzas y se esmeren en acordar algo ¨²til para los estudiantes, que es tanto como decir para el futuro del pa¨ªs.

El Gobierno, sus socios y la oposici¨®n tienen la obligaci¨®n de impedir que la palabra retirada del proyecto del Gobierno enfangue ese debate. Deben trabajar en las alternativas y dejar a un lado si ese texto sigue o no vigente. Que se convierta en una aportaci¨®n m¨¢s, por muy ministerial que sea. Ser¨ªa escasamente pedag¨®gico que, tras el acuerdo en el Senado y la entrevista entre la ministra de Educaci¨®n y Alfredo P¨¦rez Rubalcaba, ma?ana en el Congreso se retomara la funesta imagen de las dos Espa?as. Estamos ante una buena ocasi¨®n para dar marcha atr¨¢s al carrete de la crispaci¨®n. Es cuesti¨®n de inter¨¦s, de ense?anza y de cortes¨ªa. En suma, de educaci¨®n.