Mis posmodernos
Cuando este art¨ªculo se publique ya habr¨¢n transcurrido las dos jornadas en que el libro El coraz¨®n del laberinto, de Jos¨¦ Luis Pinillos, va a ser autorizadamente comentado; libro excelente, gracias al cual hemos podido conocer el origen y el curso ulterior del movimiento intelectual hoy t¨®picamente llamado "posmodernismo" quienes acerca de ¨¦l est¨¢bamos poco y mal informados. Cabe, sin embargo, preguntarse: los actuales posmodernistas, ?han sido en rigor los primeros en verse a s¨ª mismos como tales? A mi juicio, no. Varios fueron los que, ya en los a?os terminales del siglo XIX, Unamuno entre ellos, proclamaron urbi et orbi la crisis del llamado "mundo moderno" y propusieron ideas para salir de ella. Pero, en cuanto yo s¨¦, dos han sido los pensadores europeos -Max Scheler y Jos¨¦ Ortega y Gasset- que de modo m¨¢s expl¨ªcito y prometedor expresaron poco m¨¢s tarde su clara convicci¨®n de estar inmersos en una etapa hist¨®rica formalmente posterior a la modernidad. En homenaje a uno y otro lo mostrar¨¦ con sus propios textos.La temprana ruptura de Scheler con la filosof¨ªa "moderna", m¨¢ximamente representada por Descartes y Kant, no puede ser m¨¢s patente. Hablando del pensamiento de Bergson, escribe: "Esta filosof¨ªa se atiene, frente al mundo, a la ley de la mano abierta e indicadora y del ojo libre y expedito. No es la mirada cr¨ªtica y parpadeante que Descartes lanza a las cosas tras su duda universal, ni es el ojo de Kant, desde el cual el rayo del intelecto, tan dominadoramente, tan ajeno a ellas como si viniese de otro mundo, cae sobre las cosas y las perfora. El hombre que ahora filosofa -Bergson, ¨¦l mismo, cada uno a su modo- no conoce esa angustia en que el c¨¢lculo y la voluntad de c¨¢lculo tienen su origen, ni la orgullosa soberan¨ªa de la ca?a pensante que en Descartes y en Kant es la fuente originaria de toda teor¨ªa... Ni es la voluntad de dominio, de organizaci¨®n, de determinaci¨®n un¨ªvoca y de fijaci¨®n la que ahora anima al pensamiento, sino un movimiento de simpat¨ªa, de gustosa aceptaci¨®n de la existencia y de saludo al incremento de plenitud en el que los contenidos del mundo se ofrecen pr¨®digamente a toda operaci¨®n intelectiva".
Con la extinci¨®n del siglo XIX, piensa Scheler, caduca definitivamente la vigencia social del tipo humano que de modo cada vez m¨¢s visible actu¨® como protagonista en la cultura moderna: el burgu¨¦s. No porque la haza?a hist¨®rica de la burgues¨ªa carezca de grandeza. El se?or¨ªo cient¨ªfico y t¨¦cnico sobre el mundo, un inmenso auge en la producci¨®n de riqueza y la organizaci¨®n pol¨ªtica y administrativa de la vida civil ser¨¢n siempre indiscutibles t¨ªtulos de gloria. Pero en la relaci¨®n viviente del burgu¨¦s con la realidad -la del mundo y la de los otros hombres- hay deficiencias graves, y hasta verdaderas aberraciones. Precisa e implacablemente las denuncia Scheler: la realidad es vista ante todo como objeto de dominio; la devaluaci¨®n de cuanto no es el yo aniquila el amor al mundo, y tan sistem¨¢tico egocentrismo -patente en las filosof¨ªas de Descartes, Hume, Kant y Fitche, y no menos en la biolog¨ªa de Darwin y Spencer, esto es, en la concepci¨®n de la vida animal como adaptaci¨®n dominadora- convierte a ese amor en sed de posesi¨®n mediante la previsi¨®n y el c¨¢lculo; la desconfianza frente a las certidumbres no procedentes de la percepci¨®n objetiva u objetivadora; el temor a la novedad y a la sorpresa; el esp¨ªritu de competici¨®n ilimitada respecto del otro; la consiguiente idea del progreso... "Calculando los medios que han de conducirle a sus fines propios, el burgu¨¦s olvida el qu¨¦ y la esencia de las cosas... Desconfiando de sus impulsos, levanta un sistema de seguridades, mediante el cual se gobierna y se castiga a s¨ª mismo".
No fue menos clara y vigorosa la posmodernidad de Ortega, tan pronto como sali¨® de su neokantismo inicial. "Nada moderno y muy siglo XX- se declar¨® a s¨ª mismo en 1916, y ¨¦se era el sentir con que en un acto organizado para celebrar el t¨¦rmino de la entonces llamada "guerra europea" proclam¨® su confianza en el advenimiento de. una nueva etapa de la historia de Occidente. Buena parte de su obra se halla consagrada a mostrar c¨®mo de entre las ruinas del ya viejo mundo moderno iba auroralmente surgiendo un in¨¦dito rostro -mental, est¨¦tico, ¨¦tico, pol¨ªtico- de la vida humana. En 1924, con motivo del segundo centenario del nacimiento de Kant, escribi¨® Ortega: "?A qu¨¦ tipo de hombre pertenece el actual? ?Es una prolongaci¨®n del temperamento cauteloso del burgu¨¦s? La respuesta tendr¨ªa que partir de un an¨¢lisis de la nueva filosof¨ªa... La nueva filosof¨ªa considera que la suspicacia radical no es un buen m¨¦todo. El suspicaz se enga?a a s¨ª mismo creyendo que puede eliminar su propia ingenuidad. Antes de conocer el ser no es posible conocer el conocimiento, porque ¨¦ste implica ya una cierta idea de lo real... En definitiva, mejor que la suspicacia es una confianza vivaz y alerta. Queramos o no, flotamos en ingenuidad, y el m¨¢s ingenuo es el que cree haberla eludido". Tras lo cual, Ortega describe la historia de la filosof¨ªa moderna con estas concisas y certeras palabras: "Un Yo solitario pugna por lograr la compa?¨ªa de un mundo y de otros Yo; pero no encuentra otro medio de lograrlo que crearlos dentro de s¨ª". Salir de esa injustificable situaci¨®n fue el empe?o com¨²n de Ortega, Scheler y otros.
Dos interrogaciones plantean estos reveladores textos: la vida mental, social y pol¨ªtica de Occidente ulterior a la tercera d¨¦cada de nuestro siglo, ?ha seguido el camino que tan l¨²cida y prometedoramente oteaban Scheler y Ortega?; lo que estos dos pensadores diversa y coincidentemente ofrec¨ªan a la inteligencia y a la vida de Europa y Am¨¦rica, ?ha influido de alg¨²n modo en el pensamiento del posmodernismo actual?
Respecto de la primera interrogaci¨®n, invito al lector a recordar lo que ha sido la historia de Occidente a partir del crack financiero de 1929: emergencia de los totalitarismos sovi¨¦tico, italiano y alem¨¢n; Segunda Guerra Mundial, Auschwitz; varias d¨¦cadas de insoportable guerra fr¨ªa; r¨¢pida extinci¨®n del rayito de esperanza que suscit¨®, con el interno hundimiento de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, la posibilidad de un mundo en el que aceptablemente se conjugasen la libertad pol¨ªtica y la justicia.
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Mis posmodernos
Viene de la p¨¢gina anteriorsocial; y, en fin, la universal realidad cotidiana del mundo en que desde entonces vivimos: crecimiento de la distancia sociecon¨®mica entre los pa¨ªses ricos y los pa¨ªses pobres; guerras particulares en que se mezclan los motivos pol¨ªticos, los econ¨®micos y los religiosos; terrorismos diversos; explotaci¨®n laboral y sexual de la infancia; riesgo ecol¨®gico reiteradamente denunciado y reiteradamente irresuelto; tecnificaci¨®n que a un tiempo ayuda y amenaza; armamento incesante... Pese a los bienintencionados esfuerzos de la ONU, la Unesco, la FAO y la Unicef, todo esto es la vida de la aldea global en su tr¨¢nsito hacia el siglo XXI. D¨ªgase, pues, si la humanidad de Occidente ha seguido el camino que Scheler y Ortega tan sugestivamente le propon¨ªan.
Bien s¨¦ que frente a esa historia y a esa actualidad, el posmodernismo de nuestros d¨ªas tambi¨¦n critica y propone. Pero sus propuestas, ?en qu¨¦ medida coinciden con las que tanto en el orden intelectual como en el ¨¦tico y el pol¨ªtico hicieron, cuando yo era joven, los posmodernos Scheler y Ortega? Mi escaso conocimiento del posmodernismo actual me impide responder con alguna autoridad a esa ineludible pregunta. Pero no creo que la respuesta de los bien informados pueda ser satisfactoriamente afirmativa.
En cualquier caso, sincera y lealmente puedo y debo decir que Scheler y Ortega -mejor: Ortega y Scheler- son "mis" posmodemos. Desde hace medio siglo, as¨ª lo ha demostrado, creo yo, mi modesta obra intelectual.
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