Am¨¦rica, Am¨¦rica

No hab¨ªan pasado 24 horas desde la presentaci¨®n de una nueva revisi¨®n de West side story en Madrid, cuando el Teatro Real ha iniciado sus funciones madrile?as de Porgy and Bess. Berstein-Gershwin: la memoria musical americana del siglo se instala entre nosotros (?rejuveneci¨¦ndonos?) en dos montajes que poseen en com¨²n un planteamiento de fidelidad hacia los originales.La ?pera de Houston ha tra¨ªdo a Madrid un espect¨¢culo tradicional, con la nostalgia de la luz de agosto faulkneriana y con el encanto de un estilo en que las melod¨ªas se encadenan y el ritmo a veces invita al movimiento corporal. Los coros, los personajes, destilan verdad por todos sus poros y la convencional escenograf¨ªa roza a veces lo did¨¢ctico en su af¨¢n realista. El engranaje esc¨¦nico funciona a las mil maravillas dentro de estos criterios conservadores. Parece todo visto con anterioridad, pero est¨¢ tan bien hecho que gratifica.

W. White encam¨® a Porgy con una humanidad conmovedora: sin los lamentos del pobre negro marginado; m¨¢s bien en la perspectiva de un ser humano que sufre. La nobleza de su canto, la pureza del timbre, el dramatismo interpretativo desde la voz, sobresalieron dentro de un conjunto vocal y teatral homog¨¦neo que conoce a la perfecci¨®n sus papeles y el montaje.

La Sinf¨®nica de Madrid hizo lo que pudo para integrarse en este mecanismo de relojer¨ªa, e, incluso en algunos pasajes lo consigui¨®. En otros su expresi¨®n fue contenida y quiz¨¢ adoleci¨® de un chispazo de fantas¨ªa. La labor de conjunto, marc¨® la representaci¨®n. La ¨®pera popular por excelencia del siglo XX destila una cultura americana interiorizada y asimilada en Europa como propia. De ah¨ª la emoci¨®n inmediata con que sacude al inconsciente. Alg¨²n sector de espectadores se enganch¨® con el espect¨¢culo; otro sector seguramente pens¨® que qu¨¦ cosas tan raras est¨¢n poniendo en el Real esta primera temporada.