El Bar?a fulmina al Atl¨¦tico en 16 minutos
La expulsi¨®n de Santi, el 'efecto Pizzi' y la recuperaci¨®n azulgrana dieron la vuelta al marcador
La reacci¨®n del Bar?a, el efecto Pizzi y la expulsi¨®n de Santi desmantelaron la victoria del Atl¨¦tico en el Camp Nou. El equipo rojiblanco qued¨® electrocutado en los cinco primeros minutos de la segunda parte. En ellos enterr¨® su excelente trabajo con una presi¨®n que se hab¨ªa hecho insostenible para el Bar?a y que hab¨ªa adelantado en el marcador a los rojiblancos. El pecado del Atl¨¦tico es que le falt¨® consistencia, y perdi¨® la cabeza y la compostura acogi¨¦ndose al factor arbitral.El Barcelona encontr¨® el empate en cuanto modific¨® uno de los fallos posicionales que evidenci¨® -Van Gaal quit¨® a Celades de libre y lo devolvi¨® al centro del campo- y se acogi¨® al efecto Pizzi y a la magia del Camp Nou, para hacer suyo un partido que explot¨® como suelen hacerlo todos los que enfrentan a estos dos equipos en los ¨²ltimos tiempos. En 16 minutos, los que van del primer gol de Luis Enrique al de Giovanni, el Atl¨¦tico perdi¨® el control del partido.
El Barcelona intent¨® volar sin alas. Las ausencias de Figo y Rivaldo achataron su estampa y lo dejaron carreteando por la pista de despegue. Las tribulaciones del equipo azulgrana se agravaron por el impecable marcaje de Aguilera a Luis Enrique. La banda izquierda, que sobre el papel se decantaba por puntos para el Barcelona, fue un festival de los diestros rojiblancos: Aguilera con Luis Enrique, Roberto con Sergi y Bogdanovic con Bogarde. El neto color atl¨¦tico de ese flanco empuj¨® los acontecimientos. El Bar?a no ten¨ªa salida. Los uno contra uno de Ciric ante Toni se convirtieron en su ¨²nico recurso ofensivo. Pero a medida que avanzaban los minutos, la reiteraci¨®n de su salida ofensiva dejaba en evidencia a los azulgrana.
La desaforada presi¨®n atl¨¦tica sobre los generadores del motor azulgrana hizo todav¨ªa m¨¢s penosos los despliegues de ¨¦stos. Pantic y Vizca¨ªno nublaron la visi¨®n de Guardiola, sobre el que actu¨® principalmente el serbio, y sus intentos de enlace con Giovanni, sobre el que actu¨® el catal¨¢n.
El Bar?a no pudo beneficiarse del reparto de papeles en la g¨¦nesis de sus acciones que Guardiola y Celades hab¨ªan protagonizado en los ¨²ltimos partidos. Celades actu¨® de libre y Reiziger se emparej¨® con Lard¨ªn.
El gol premi¨® la superioridad del Atl¨¦tico en la pizarra y de alguna manera sirvi¨® como compendio del cariz del trasiego anterior y posterior a ¨¦l. Naci¨® de un saque de esquina, el tipo de jugada a bal¨®n parado que engorda el balance del equipo m¨¢s goleador de la Liga. Pantic se fue al bander¨ªn izquierdo del ataque rojiblanco. Coloc¨® el bal¨®n en la esquina. Un mar de enganches y desenganches en los marcajes salpicaban el ¨¢rea azulgrana. Pantic vio la llegada de Roberto con Anderson resoplando a su espaldas. El serbio conect¨® el rayo l¨¢ser que parece tener su bota derecha. Roberto, en el primer palo, se alz¨® dos cuartas por encima de Anderson, que en esa tesitura ven¨ªa a ser como un pulpo en un garaje.
Van Gaal rectific¨® en la segunda parte. Devolvi¨® a Celades al carril izquierdo del centro del campo. Bogdanovic: envi¨® al palo un derechazo que estuvo a punto de abrir una brecha de ¨®rdago en el marcador. Pero como por arte de magia, en tres minutos tan s¨®lo, todo cambi¨®. Y fue Celades quien inclin¨® la balanza. Su clarividencia, en un precioso cambio de juego de izquierda a derecha, dej¨® un bal¨®n colgado en el ¨¢rea que puso en franquicia la carambola a tres bandas entre las cabezas de Giovanni, Luis Enrique y la red.
Y a partir de ah¨ª se plasm¨® el estereotipo de los Bar?a-Atl¨¦tico. Un rifirrafe entre Reiziger y Santi acab¨® con una sibilina y absurda patada del rojiblanco. La expulsi¨®n de Santi motiv¨® un festival de tarjetas amarillas y desat¨® los nervios. El Atl¨¦tico se qued¨® diezmado, la hinchada del Camp Nou despleg¨® toda su fuerza y el Bar?a cogi¨® las riendas del partido. Van Gaal recurri¨® a Pizzi, un jugador con un valor a?adido, de esos que por s¨ª solos son capaces de hipnotizar el Camp Nou y ante los que claudican muchos visitantes. Y especialmente el Atl¨¦tico, que todav¨ªa recuerda aquel antol¨®gico 5-4 que supuso su eliminaci¨®n de la Copa del a?o pasado, con un gol a ocho minutos del final, c¨®mo no, de Pizzi. En aquel encuentro naci¨® la leyenda del macanudo delantero hispano-argentino. El mismo que el mi¨¦rcoles estuvo a un paso de, ser traspasado al Benfica. Pero al final, cuando los papeles estaban ya a punto de r¨²brica, se desmont¨® la operaci¨®n.
El Atl¨¦tico se vio en un abrir y cerrar de ojos en inferioridad num¨¦rica y con su verdugo empu?ando el hacha. La blandi¨® en un bal¨®n que Giovanni le meti¨® en la zona izquierda del ¨¢rea. Sali¨® Molina. Pizzi se adelant¨® el bal¨®n. El portero atl¨¦tico vio que no llegaba y se par¨® por completo. Pizzi tropez¨® con el cuerpo de Molina y el ¨¢rbitro decret¨® uno de esos penaltis que dividen en dos las encuestas de opini¨®n. Giovanni transform¨® la pena m¨¢xima. El Atl¨¦tico no se hab¨ªa rendido todav¨ªa. Lo hizo seis minutos despu¨¦s, cuando una nueva galopada de Pizzi dej¨® en evidencia la zaga rojiblanca y el altruismo del delantero azulgrana que sirvi¨® en bandeja para que Luis Enrique anotara su 11? tanto, que lo sit¨²a como pichichi de la Liga y que dej¨® el partido visto para sentencia. Fue el tiro de gracia.
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