Mito roto
FUE UN mito, tanto para la polic¨ªa de medio mundo, que pas¨® d¨¦cadas persigui¨¦ndole, como para los medios de comunicaci¨®n y para sus admiradores en la ultraizquierda europea de pasadas d¨¦cadas. Ilich Ram¨ªrez S¨¢nchez, alias Carlos, ha sido el m¨¢ximo s¨ªmbolo del terrorismo internacional durante m¨¢s de dos d¨¦cadas. Su mano criminal y su supuestamente inmensa capacidad organizadora eran sospechosas de estar detr¨¢s de casi todos los grandes atentados de los a?os setenta y ochenta en Europa y Oriente Pr¨®ximo. Polic¨ªas y servicios secretos parec¨ªan incapaces de capturar a este hombre que se dec¨ªa al servicio de la revoluci¨®n mundial. Se le adjudicaban v¨ªnculos con todo tipo de grupos terroristas. Su vida era motivo permanente de especulaci¨®n.Ahora, aquel mito ha de enfrentarse ante un tribunal de Par¨ªs a algunas de las causas por las que era perseguido. Y, como suele suceder tantas veces son quienes son leyenda por su vida de misterio, el personaje real es m¨¢s pat¨¦tico que heroico, m¨¢s buf¨®n que guerrero. Niega hechos sobradamente probados que lo implican en ciertos cr¨ªmenes y reivindica con ampulosa solemnidad otros de los que no est¨¢ acusado. Intenta hacer del juicio de Par¨ªs un escenario para sus actuaciones teatrales repletas de soflamas revolucionarias de panfleto antiguo.
Siempre es triste ver a un perdedor que insiste en enga?arse, incluso cuando, como es el caso, su derrota sea una victoria de la ley, de las democracias y del Estado de derecho. Si el juicio todav¨ªa interesa es quiz¨¢s menos por la personalidad del acusado que por las muchas inc¨®gnitas que a¨²n presenta su carrera terrorista, sus v¨ªnculos en Oriente Pr¨®ximo y sus relaciones con los desaparecidos reg¨ªmenes comunistas del este europeo. El criminal que mat¨® y orden¨® matar para ser un gran campe¨®n de la revoluci¨®n mundial es hoy un hombre perfectamente irrelevante.
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