El Athletic jugo con el santo de cara
San Mam¨¦s disfrut¨® de un partido apacible
Acostumbrado a ejercer de buen samaritano, el Athletic se encontr¨® ayer con el santo de cara: el M¨¦rida celebraba por anticipado el d¨ªa de los Santos Inocentes. El encuentro restableci¨® la l¨®gica. Primero, Guerrero apel¨® a sus esencias para soprender a la defensa; despu¨¦s R¨ªos impuso su envergadura en un saque de esquina y un poco m¨¢s tarde Pirri Mori se autoexpuls¨®. Todo un cat¨¢logo de comportamiento que el Athletic gestion¨® con eficacia.El M¨¦rida hab¨ªa apelado a la osad¨ªa con una alineaci¨®n repleta de atrevimiento y dispuesta para abordar el encuentro en pleno tu teo futbol¨ªstico. Guerrero estableci¨® la jerarqu¨ªa en su primera intervenci¨®n. Fue un gol cl¨¢sico en la enciclopedia del capit¨¢n rojiblanco, que por inusual esta temporada, acab¨® sorprendiendo al M¨¦rida. Luego, vio y entreg¨® el control del encuentro a Urrutia para que dispusiera a su antojo el tiempo y el ritmo ante la escu¨¢lida oposici¨®n de sus oponentes en el centro del campo. Urrutia templ¨® y orden¨® los ataques dos y fue cosiendo un f¨²tbol que sin alcanzar la brillantez revelaba una adecuada gesti¨®n de las circunstancias.
R¨ªos no quiso ser menos que Guerrero y a centro del capit¨¢n consigui¨® su primer gol de cabeza con tanta comodidad como precisi¨®n. Minutos despu¨¦s se despidi¨® el partido con la infantil expulsi¨®n de Pirri Mori que conden¨® a su equipo a un padecimiento seguro. A D'Alessandro se le cay¨® el f¨²tbol de sopet¨®n. Todo su planteamiento se hab¨ªa ido al traste con los dos goles y la inferioridad num¨¦rica temprana, obligado a mantener la actitud ofensiva- y a guadar el portal con m¨¢s ah¨ªnco y menos efectivos. La cuadratura del c¨ªrculo no funcion¨®. El Athletic por vez primera decidi¨® templar el ¨¢nimo e ir caminando por el c¨¦sped ocultando su ambici¨®n y tratando cada jugada como si el marcador no existiera. Lejos de perder la cabeza se dispuso a un, ejercicio cient¨ªfico, muy lejano a la pasi¨®n que en ocasiones le demandaba un p¨²blico que di¨® el partido por goleado antes de tiempo. El Athletic invirti¨® en paciencia lo que se presum¨ªa en atrevimiento. Joseba Etxeberria coemenz¨® a zascandilear por su costado, sacando de quicio a Pablo Alfaro (tan contundente como falto de cintura) y a Luis Sierra se le acumul¨® el trabajo para evitar una acometida tan racional como autoconvencida. No era el d¨ªa de D'Alessandro. Si alguna instrucci¨®n dio a la muchachada para encontrar la cuadratura del c¨ªrculo, se la arrumb¨® Urzaiz nada m¨¢s reanudarse el encuentro. En el ¨²nico despiste defensivo del Athletic hall¨® su gol el M¨¦rida. Una an¨¦cdota en un encuentro que estaba destinado a mayor gloria del anfitri¨®n.
Los goles posteriores fueron cayendo sin estruendo, en acciones comedidas que los delanteros rojiblancos sancionaban con la tranquilidad que el resultado favorable otorga al jugador en el ¨¢rea. Era tiempo de espect¨¢culo. Quien mejor lo entendi¨® fue Navarro Montoya, que sabedor de la imposibilidad de ¨¦xito alguno, quiso atemperar los ¨¢nimos sacando de su particular desv¨¢n una suerte de acciones individuales, forzando disputas individuales con los delanteros y concluyendo su partido con un pase torero felicitado por la afici¨®n. Ciertamente no hab¨ªa partido.
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