Odiosa comparaci¨®n

La cuesti¨®n est¨¢ en que el chico y la chica no se puedan amar sin provocar la cat¨¢strofe, y que la cat¨¢strofe termine consiguiendo el apaciguamiento entre los rivales. Las diferencias pueden estar en las clases sociales, en las tribus, en el feudalismo en Verona o en las navajas de los antiguos gitanos andaluces, como en la egipcia Cleopatra y el romano Julio C¨¦sar. O, en el caso de West Side story: donde viv¨ªan los puertorrique?os en enemistad con los yanquis, y donde Mar¨ªa y Tony, cada uno de un grupo, se amaron: hasta la muerte y la reflexi¨®n de sus grupos.La idea del core¨®grafo Jerome Robins fue as¨ª de sencilla, pero la ve¨ªa sobre todo como una forma de bailar en un escenario que fuese diferente de lo que se estaba haciendo; desarroll¨® el simple libreto Arthur Laurents, y las letras las escribi¨® Stephen Sondheim, que es hoy reverenciado como el m¨¢s grande creador -letras para sus propias composiciones- del actual g¨¦nero musical. Y la m¨²sica la puso Leonard Bernstein: se hizo r¨¢pidamente famosa en el mundo entero, se tradujo a todos los idiomas, y el cine dio una, versi¨®n deslumbrante.

Cuarenta a?os de distancia

El estreno se produjo en 1957, la pel¨ªcula en 1961 y esta versi¨®n espa?ola est¨¢ a cuarenta a?os de distancia de la de Broadway. Hay otras diferencias con respecto a aquella. Esta compa?¨ªa joven se porta bien, hace sus movimientos, baila con aplicaci¨®n; y varias voces en ella son buenas, como la de Alicia Ferrer y Lorenzo Moncloa, que eran los que la interpretaron el domingo (en otras ocasiones hacen los papeles principales Paco Arrojo y Virginia Mart¨ªnez).No llega la producci¨®n, sin embargo, a la calidad de la pel¨ªcula que todo el mundo ha visto, como la orquesta, que trabaja seriamente, no tiene, en cambio, la calidad de las sinf¨®nicas que llegan en discos desde aquel momento, y que var¨ªan notablemente entre s¨ª. No veo la necesidad art¨ªstica de provocar estas comparaciones, que siempre ir¨¢n en detrimento de la producci¨®n de aqu¨ª. De todas maneras, el teatro Apolo estaba casi lleno, ten¨ªa espectadores muy j¨®venes -de vacaciones- y familias con recuerdos personales, y a este p¨²blico de domingo le pareci¨® todo muy bien, y aplaudi¨® con abundancia y entusiasmo. Espero y deseo que siga as¨ª. Mientras, en el oeste de Manhattan los latinos y los yanquis -ya hay muy pocos de ¨¦stos: la demografia favorece a los hispanos- siguen peleando, y en el mundo entero los problemas de chico y chica han disminuido mucho, pero siguen provocando reportajes de sucesos violentos.