Rastros de sangre en el barro
Los asesinos no tuvieron piedad. Dispararon contra mujeres y ni?os mientras ¨¦stos corr¨ªan despavoridos entre las plantas de un cafetal , cayendo uno tras otro cuando las balas les iban alcanzaban y los dejaban tendidos en medio de los senderos."Est¨¢bamos reunidos para rezar juntos en este campo de refugiados cuando los pri¨ªstas nos atacaron" explic¨® uno de los supervivientes, Manuel P¨¦rez V¨¢zquez, de 40 a?os, quien entre sollozos prosigui¨® su estremecedor relato. "Cuando comenzaron los tiros nosotros salimos corriendo por el camino intentando alcanzar la plantaci¨®n, pero los atacantes nos persiguieron disparando contra todos. Mataron a muchas mujeres y ni?os y remataron a aquellos que yac¨ªan heridos en el suelo".
Horas despu¨¦s de la matanza, los rastros de sangre permanec¨ªan frescos en el barro. Ropas y zapatos se esparc¨ªan diseminados entre las chozas construidas con hojas de banano y ca?as.
Pedro V¨¢zquez, un ni?o de 13 a?os que viv¨ªa en el mismo poblado de refugiados, fue el primero en darse cuenta de que unos extra?os se aproximaban al campamento por la carretera principal. Pedro los divis¨® cuando se encontraban a un kil¨®metro de distancia. "Vi a algunos hombres armados que ven¨ªan por la carretera. Me dijeron que fuera con ellos al campamento, pero su aspecto me dio tanto miedo que sal¨ª corriendo y me escond¨ª. S¨®lo despu¨¦s supe que ellos hab¨ªan matado a mi padre y a mi madre. Los disparos duraron horas".
Disparos sin trascendencia
Otro de los supervivientes, Javier Perez, asegur¨® que los asesinos son conocidos miembros del Partido Revolucionario Institucional (PRI) local. "Puedo decirle exactamente qui¨¦nes son. Algunos usaban pasamonta?as y otros llevaban pa?uelos rojos sobre sus rostros, pero sabemos qui¨¦nes eran".Mientras se produc¨ªa la matanza, las autoridades de Chiapas fueron alertadas de lo que ocurr¨ªa, pero respondieron que lo que se escuchaba eran "disparos sin trascendencia". M¨¢s tarde, las autoridades eclesi¨¢sticas de Chiapas avisaron a la polic¨ªa y ¨¦sta respondi¨® que "enviar¨ªan un helic¨®ptero". Pero ¨¦ste nunca despeg¨®. Finalmente, la polic¨ªa se present¨® en el lugar de la matanza, a s¨®lo tres kil¨®metros de su base, cinco horas despu¨¦s de producirse la tragedia. "No quisieron intervenir", declar¨® el obispo Samuel Ruiz.
Muchos de los supervivientes eran incapaces de hablar y los pocos que lo hac¨ªan s¨®lo alcanzaban a repetir lo mismo: "?Cu¨¢nta gente inocente han matado!".
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