De valores y antifaces
Joaqu¨ªn Vidal public¨® el pasado martes, d¨ªa 23 de diciembre, un inteligente art¨ªculo en relaci¨®n con la pol¨¦mica surgida a prop¨®sito de la representaci¨®n de la obra El guerrero del antifaz en el teatro Espa?ol de Madrid.Dicha pol¨¦mica tiene, al menos, dos facetas que merecen alg¨²n comentario. La primera est¨¢ referida a la posibilidad de la Administraci¨®n municipal de contribuir a la promoci¨®n de determinados valores entre los ni?os y j¨®venes de Madrid a trav¨¦s de la programaci¨®n cultural p¨²blica. La segunda faceta est¨¢ relacionada directamente con la oportunidad de representar la obra de El guerrero del antifaz en un teatro municipal en el presente contexto hist¨®rico y social.
A mi juicio, el Ayuntamiento de Madrid, como el resto de las Administraciones p¨²blicas con competencias en materia cultural, tiene la responsabilidad de promover valores que contribuyan al logro de una convivencia en paz y tolerancia en una ciudad compleja, din¨¢mica y multicultural como la nuestra.
Y tiene la obligaci¨®n, igualmente, de hacer todo lo posible por frenar el desarrollo de actitudes negativas para este prop¨®sito, tales como el racismo, la xenofobia o la legitimaci¨®n de la violencia.
No es necesario acudir a "censuras ni consignas" para dar cumplimiento a esta responsabilidad. Basta con evitar la promoci¨®n entre nuestros j¨®venes y ni?os de aquellos mensajes de car¨¢cter moral que son rechazados de forma absolutamente mayoritaria en la sociedad madrile?a.
Todos hemos le¨ªdo alguna vez las peripecias de El guerrero del antifaz, y nadie tiene la intenci¨®n de alarmar innecesariamente a padres y madres augurando asesinatos en masa perpetrados por ni?os enloquecidos tras la contemplaci¨®n de una obra teatral basada en tales batallas.
S¨ª es preciso, sin embargo, advertir de la presencia en dicha obra de ciertos t¨®picos inconvenientes, a mi entender, para su traslaci¨®n al p¨²blico infantil y juvenil.
El guerrero del antifaz legitima y ensalza la violencia, en nombre de "la cristiandad", hacia un colectivo perfectamente identificado ¨¦tnica y culturalmente: "moros", "sarracenos"... magreb¨ªes, dir¨ªamos hoy d¨ªa.
Tales t¨®picos quiz¨¢ pudieran resultar inocuos en otras circunstancias hist¨®ricas. No obstante, en la actualidad, con 60.000 magreb¨ªes habitando Madrid, con un sentimiento racista y xen¨®fobo que se est¨¢ abriendo paso en las conciencias de buena parte de la poblaci¨®n europea, y con varias bandas de energ¨²menos con el pelo rapado atacando cada fin de semana a cuanto ciudadano identifican precisamente como "moro", o como negro, o como homosexual, o sencillamente como "diferente", las circunstancias son bien distintas, e invitan a una reflexi¨®n cuidadosa respecto a los mensajes que se vehiculan a trav¨¦s de la programaci¨®n cultural p¨²blica.
Sin ¨¢nimo censor, m¨¢s propio de otras ¨¦pocas y de otras latitudes ideol¨®gicas, y sin intenci¨®n de alarmar innecesariamente, es preciso recordar la responsabilidad de toda Administraci¨®n p¨²blica en la educaci¨®n c¨ªvica y moral de ni?os y j¨®venes.- Concejal socialista en el Ayuntamiento de Madrid.
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