A?o de l¨¢grimas
Sin duda, ¨¦ste ha sido el A?o del Lacrimal. Cuando se escriban los libros de historia, 1997 puede recordarse por el aterrizaje en Marte o por la clonaci¨®n de Dolly. ( ... ) Pero, muy probablemente, lo que olvidar¨¢n los historiadores ( ... ) es el fen¨®meno m¨¢s extra?o de todos: la gran oleada de emoci¨®n que se ha desprendido del Zeitgeist durante todo el a?o. ( ... ) En primer lugar, tenemos el caso de Diana. ( ... ) ?Ser¨ªa descort¨¦s sugerir que el atronador lamento f¨²nebre internacional, la tala de flores en toda Europa, la edici¨®n de mil revistas para rendirle tributo fue algo m¨¢s que un poco exagerado? ( ... ) El sentimentalismo nunca ha estado muy lejos de la superficie de la vida p¨²blica, al menos en los pa¨ªses democr¨¢ticos. Pero, ¨²ltimamente, parece emerger con mucha mayor frecuencia. Nosotros, los periodistas, somos en parte responsables. No son d¨ªas de grandes noticias ( ... ) que capten la atenci¨®n del lector, por lo que los directores atacan su lado visceral. ( ... ) Los pol¨ªticos hacen lo mismo. En un momento en el que el electorado ni espera ni pide mucho del gobierno, quien desee aprobar una medida legislativa tendr¨¢ dif¨ªcil movilizar el apoyo p¨²blico. Una forma de hacerlo es presentando propuestas que apelen al coraz¨®n. (:..) Pero no culpemos s¨®lo a periodistas y pol¨ªticos. ( ... ) Gracias a nuestra cultura de la autocomplacencia y la autoexpresi¨®n, los sentimientos vuelven a estar de moda. ( ... )
29 de diciembre
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