El fortalecimiento del mundo isl¨¢mico
Al quedar neutralizado el peligro de un enfrentamiento b¨¦lico por la disuasi¨®n nuclear, el sistema bipolar mostro una envidiable estabilidad. En cambio, es dif¨ªcil que llegue a consolidarse el actual sistema monopolar, resultado, no de un proceso de maduraci¨®n en este sentido, sino del desplome, tan repentino como inesperado, del bloque sovi¨¦tico. De hecho, existe una sola gran potencia, sin contrincante militar visible a medio plazo; pero, justamente, ello ocurre cuando las armas nucleares han aminorado la importancia de los ej¨¦rcitos.La guerra del Golfo, m¨¢s que iniciar una nueva ¨¦poca de dominio americano, parece m¨¢s bien hoy irrepetible, incluso en el caso de un descenso de la presencia norteamericana en el Oriente Medio. La reciente conferencia isl¨¢mica de Teher¨¢n que ha reunido a pa¨ªses hasta ahora enemigos, con reg¨ªmenes pol¨ªticos muy distintos, pero que vincula una misma religi¨®n, muestra una tendencia profunda de unificaci¨®n del mundo ¨¢rabe que, pese a numerosas contradicciones y repetidos fracasos, no ha dejado de percibirse desde la crisis del canal de Suez en 1956.
La regionalizaci¨®n del planeta es el fen¨®meno verdaderamente representativo del nuevo orden internacional, incluso como reacci¨®n a la globalizaci¨®n y al poder militar de una sola superpotencia. En este sentido, el que Ir¨¢n con la conferencia de Teher¨¢n haya empezado, aun con la oposici¨®n de Estados Unidos, el largo camino para recobrar un papel preponderante en la regi¨®n, bien puede considerarse uno de los acontecimientos del a?o que hemos acabado.
Despu¨¦s del triunfo avasallador que signific¨® la guerra del Golfo, el que la pol¨ªtica norteamericana en la regi¨®n haya recibido tan duro golpe tiene que ver directamente con la interrupci¨®n del proceso de paz que ha supuesto el cambio de Gobierno en Israel. Una gran potencia que aspira al control de la regi¨®n no pod¨ªa mostrar tan a las claras su incapacidad de imponer la paz entre pa¨ªses con los que mantiene estrechas relaciones. La presencia norteamericana en, la regi¨®n depende de que Estados Unidos consiga entre Israel y el mundo ¨¢rabe un modus vivendi equilibrado y, por tanto, -con perspectivas de desarrollarse y durar. Al no haber Podido quebrar la intransigencia de Israel, la gran potencia ha perdido en la regi¨®n, junto con su prestigio, una buena parte de su capacidad de maniobra, contribuyendo con ello a que vuelva a amagar aquello que con m¨¢s tes¨®n trata de evitar, la unificaci¨®n del mundo ¨¢rabe.
A ello se suma una segunda derrota, de mucho menor calado, pero cargada de significaci¨®n para el futuro. La Uni¨®n Europea no se ha plegado a la presi¨®n norteamericana para que aceptase a Turqu¨ªa como candidato en un plazo previsible. Obvio que, seg¨²n se consolide el mundo isl¨¢mico, la minor¨ªa occidentalista turca se sentir¨¢ en su propio pa¨ªs cada vez m¨¢s d¨¦bil, confirmando el fracaso de la occidentalizaci¨®n desde arriba y a la fuerza. Pero tampoco es evidente que una pronta integraci¨®n de Turqu¨ªa en Europa hubiese erradicado este peligro -pudiera ocurrir lo contrario- ni la consolidaci¨®n de un bloque isl¨¢mico es necesariamente contraria a los intereses europeos. El que permanezca subdesarrollado, dividido y lleno de frustraciones, le convierte en vecino mucho m¨¢s conflictivo e impredecible que si se desarrolla fortalecido en su identidad isl¨¢mica. Resulta patente la diferencia creciente entre Estados Unidos y la Uni¨®n Europea en la percepci¨®n de sus respectivos intereses en el mundo ¨¢rabe. A la larga, perspectivas tan distintas no podr¨¢n dejar de tener consecuencias importantes para la regi¨®n, as¨ª como para las relaciones entre ambos.
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