Hacia el ¨®rdago
LA APURADA aprobaci¨®n ayer del presupuesto israel¨ª en el Parlamento ha salvado por ahora al Gobierno de Benjam¨ªn Netanyahu tras la dimisi¨®n de David Levy. Pero no ha disipado, sino todo lo contrario, el clima de anticipaci¨®n de elecciones que se vive en Israel desde hace unas semanas. El momento de la verdad podr¨ªa llegar cuando el primer Ministro regrese de Washington, donde tiene una cita importante el 20 de enero. En ella, Bill Clinton deber¨ªa lanzar su ¨®rdago final para volver a poner en marcha un proceso de paz.La dimisi¨®n de Levy, ministro de Exteriores, deja al Ejecutivo de coalici¨®n hu¨¦rfano de uno de sus elementos moderadores. Aunque Levy, rival personal de Netanyahu, ha dimitido formalmente en protesta por los recortes sociales en el presupuesto de 1998, ha pesado tanto o m¨¢s en su decisi¨®n la reticencia del Gobierno y sus aliados frente al a¨²n llamado proceso de paz con los palestinos, varado desde hace meses principalmente por la intransigencia de Netanyahu. La salida de Levy y la p¨¦rdida del apoyo de los cinco diputados del partido de ¨¦ste, el Gesher, aumenta la dependencia ,del primer ministro de los partidos de la ultraderecha, frontalmente opuestos al concepto mismo de un acuerdo basado en la idea de cambiar territorios por paz.
El voto de ayer en la Kneset fue re?ido. Un diputado del Likud se abstuvo y otro no asisti¨® a la sesi¨®n. El primer ministro s¨®lo logr¨® sus prop¨®sitos por 58 votos frente a 52 en una C¨¢mara de 120 esca?os. Netanyahu salv¨® la situaci¨®n, pero no la estabiliz¨®, y su precariedad puede resultar contraproducente a las puertas de un intento decisivo por parte de Washington para reactivar el proceso negociador. Este empuje estadounidense podr¨ªa consistir en poner sobre la mesa el intercambio de una retirada israel¨ª de s¨®lo una parte de la Cisjordania ocupada desde 1967 -pero m¨¢s de lo que ofrece Netanyahu- a cambio de la definici¨®n de un estatuto final para Palestina. ?ste, aunque sea el triunfo que puede guardarse Clinton en la manga hasta el ¨²ltimo momento, podr¨ªa adquirir finalmente la forma de un Estado.
De concretarse, tal oferta puede poner a Arafat ante una dificil disyuntiva: aceptar bastante menos de lo previsto en los acuerdos de Oslo -siempre que no quede un territorio palestino parcheado- a cambio de conseguir el rango formal de un Estado, o rechazar la propuesta y aparecer como el que impide el avance del proceso. Netanyahu no est¨¢ en situaci¨®n mucho m¨¢s c¨®moda. Pero ninguno quiere aparecer enfrentado a EE UU cuando Washington considera esencial insuflar credibilidad a un proceso moribundo. Para preparar esta decisiva ronda negociadora -en la que el diablo se esconde en los numerosos detalles-, acudi¨® ayer a Israel el negociador estadounidense Dennis Ross, a quien recibir¨¢ hoy el propio Netanyahu al haber asumido la cartera de Exteriores que ocupaba Levy,
De llegarse a un acuerdo en las reuniones en Washington, Netanyahu podr¨ªa verse tentado, a su regreso a Israel, a convocar elecciones para someter al escrutinio de los israel¨ªes un plan de paz que no diferir¨ªa excesivamente del que podr¨ªa ofrecer la izquierda laborista, que se prepara para la eventualidad de elecciones anticipadas. Pero un ¨¦xito en la capital de Estados Unidos, o un nuevo fracaso debido a la testarudez de Benjam¨ªn Netanyahu o al rechazo palestino, podr¨ªan llevar al primer ministro israel¨ª a optar por la continuidad de un Gobierno que goza de una exigua mayor¨ªa, aunque podr¨ªa abrirse a otras fuerzas.
EE UU y los europeos coinciden en que es perentorio que el proceso de paz vuelva a arrancar, pues las frustraciones que genera est¨¢n contaminando a todo el mundo ¨¢rabe y a la cooperaci¨®n con esos pa¨ªses. En todo caso, tras meses embarrancado, este proceso s¨®lo podr¨¢ avanzar si EE UU pone todo su peso para impulsar lo como una ¨²ltima oportunidad; si los Quince de la Uni¨®n Europea lo apoyan, como parece, y le aportan un valor a?adido; y, sobre todo, si tanto israel¨ªes como palestinos hacen un esfuerzo por aproximar posiciones, lo que requerir¨¢, por parte de ambos, imaginaci¨®n e incluso cambios de mentalidad.
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